Hernia discal - síntomas y tratamientos naturales (con ejemplos)
La hernia discal afecta a un gran número de personas y les incapacita para hacer una vida normal, pero hay maneras de afrontarla con éxito y permitir una calidad de vida plenamente satisfactoria.
Cómo se produce una hernia discal
La hernia discal se genera tras la ruptura del núcleo del disco intervertebral. En muchos casos viene precedido por una protrusión del disco, esto es, un desplazamiento del mismo sin rotura del núcleo. Las causas principales para la aparición de una hernia de disco son las siguientes:
- Por la degeneración y el envejecimiento articular prematuro.
- Por accidentes que generarán micro o macro traumatismos.
- Debido a esfuerzos grandes o repetitivos en el tiempo, sobre la columna vertebral.
- Por sobrepeso al incrementar la curvatura lumbar y la presión sobre los discos vertebrales.
- Por atrofia o pérdida de tonicidad de los músculos que mantienen la posición vertebral.
El disco intervertebral, que separa dos vértebras adyacentes, es de naturaleza cartilaginosa, con un recubrimiento duro exterior y un centro similar a gelatina.
Cuando el borde exterior se deteriora por desgaste, o se rompe por presión, la materia interior del disco sale al exterior y puede presionar sobre una raíz nerviosa que sale de la médula espinal. El pinzamiento del nervio se manifiesta en una serie de síntomas característicos que se describen más adelante.
La imagen de resonancia magnética de la izquierda corresponde a un corte transversal del disco intervertebral que separa la quinta vértebra lumbar de la primera sacra. Puede observarse claramente el perfil del disco (como un borde ligeramente más oscuro que rodea una forma ovalada), y cómo hay una mancha gris que sobresale del límite exterior del disco.
Esta protrusión o prolapso del disco es la antesala de la hernia discal. Se ve además que está presionando el conducto donde se sitúa el nervio ciático. Esta presión sobre el nervio es la causante de los fuertes dolores del nervio ciático, que pueden llegar desde la parta baja de la espalda hasta los dedos de los pies, en los casos más extremos. El dolor puede llegar a producir una casi total inmovilización de la persona que lo sufre.
Finalmente, y en la imagen de resonancia magnética de la derecha que pertenece al mismo paciente, el prolapso del disco puede observarse en esta visión lateral de la columna vertebral. Combinando las dos imágenes se puede concluir que la zona protuida tiene una posición lateral izquierda y que afecta claramente al nervio ciático de la pierna izquierda. No obstante, el disco no aparece apenas deformado y el prolapso no es muy fuerte.
Estas imágenes, cedidas por el paciente en cuestión para ayudarnos a ilustrar este artículo, son un caso real, a posteriori, de tratamiento osteopático altamente positivo, que permitió al paciente no sólo recuperar la movilidad de la zona afectada y eliminar completamente la sintomatología asociada a la hernia, sino que no volvió a tener ningún episodio de dolor producido por la protrusión del disco vertebral, desde marzo de 1998 hasta hoy. Las revisiones periódicas a las que se somete desde entonces esta persona, y la práctica de una secuencia de ejercicios específicos y estiramientos, son la mejor prevención para evitar que el disco intervertebral vuelva a tocar e irritar la zona nerviosa.
Síntomas de la hernia discal
- Los síntomas más frecuentes de una hernia discal son los siguientes:
- La persona experimenta una sensación de pinzamiento doloroso localizado, que se puede irradiar hacia las extremidades.
- Su movilidad se reduce gradualmente o de forma inmediata.
- Puede haber pérdida de sensibilidad y hormigueo en la zona afectada y en las extremidades, bien superior o inferiores dependiendo de dónde esté localizada la hernia.
- Suele darse con más frecuencia entre las últimas vértebras, tanto entre las lumbares como en las cervicales.
Cómo mejorar: tratamiento osteopático
La osteopatía puede ser muy eficaz en aliviar los síntomas asociados a la hernia discal.
Si la protrusión o hernia conlleva un fuerte desplazamiento del disco, puede estrangular la raíz nerviosa o presionar fuertemente hacia la médula y hacer inevitable, en los casos muy severos, la intervención quirúrgica. Pero aún en estos casos, las técnicas osteopáticas pueden ayudar para preparar la zona antes de la intervención, eliminando las contracturas musculares de la zona lumbar, con lo que el cirujano tendrá un acceso más cómodo al disco herniado, y la recuperación post-operatoria será también más rápida y completa.
En el resto de los casos y, sobre todo en aquellos donde hay poca o ninguna alteración de la geometría del disco intervertebral, la terapia manual puede conseguir una recuperación sobresaliente, al trabajar positivamente sobre la causa que los produjo y devolver la mecánica alterada de nuevo a su equilibrio. Un profesional altamente cualificado puede realizar una manipulación de estas características pero, como se ha comentado e insistimos nuevamente, sólo en aquellos casos favorables.
El tratamiento osteopático, en cualquiera de los casos, dirige su acción para conseguir la disminución del dolor y la mejora de la movilidad perdida, gracias a la aplicación de técnicas específicas sobre los tejidos afectados. Permite la recuperación gradual y la mejora parcial o total de los síntomas y, como hemos visto en algunos casos, de sus causas.
Ejemplo de tratamiento de hernia discal lumbar
Un paciente aquejado de hernia discal lumbar llega a la consulta del osteópata con una postura forzada (antiálgica) para evitar el dolor. A la palpación se observa una contractura muscular en toda la zona lumbar y hacia el glúteo, así como la falta de movilidad de la zona. Esto último se observa porque, en primer lugar, al moverse le duele al paciente y, en segundo lugar, porque al llevar un cierto tiempo sin moverse, se produce una cierta atrofia muscular en la zona.
Se realiza primeramente un tratamiento manual para descontracturar la zona (inhibición del tejido blando), a través de las capas fasciales y musculares, y con suaves y precisos movimientos sobre las zonas articulares, siempre y cuando lo permita su cuerpo. Se pretende quitar el espasmo muscular y ayudar a crear más espacio en la zona para que respire la hernia, fluya la circulación interna, se oxigene y regeneren los tejidos y que, en definitiva, se descomprima la parte nerviosa afectada.
Este tratamiento puede ir potenciado con técnicas de terapia cráneo-sacral, para inhibir el mecanismo de defensa del cuerpo, ayudándole en el sentido que él necesita. El resultado principal es eliminar las contracturas musculares ocasionadas por el pinzamiento del nervio ciático y, por lo tanto, devolver la movilidad natural a la espalda baja.
Tras el tratamiento, el afectado podría mantener la estabilidad de la posición correcta de la zona afectada y prevenir un desequilibrio de nuevo en la zona a través de ejercicios específicos de Pilates. Prevenir posturas forzadas y mantener el equilibrio en todo el conjunto osteo-muscular, con especial hincapié en la correcta posición de la estructura pélvica y alineamiento vertebral.
Es recomendable una revisión periódica por parte de un osteópata, que verificará la correcta disposición de la estructura haciendo hincapié en posición de la columna, corrigiendo los posibles desequilibrios que se hayan producido desde la última revisión.