La Hipnosis, útil para perder peso
“Llevo toda mi vida hacienda dietas y aunque consigo perder algunos kilos, en poco tiempo recupero lo perdido e incluso más…Me falta fuerza de voluntad…Cada vez me cuesta más perder peso.” Estas y otras afirmaciones son tan frecuentes que a menudo las asumimos como inevitables. Existen miles de dietas, la mayoría funcionan durante el tiempo que se practican e incluso pueden ser saludables siempre que aporten los nutrientes mínimos necesarios en la cantidad y variedad que la persona requiera. Pero otras son inadecuadas o incluso peligrosas para algunas personas. Y no digamos ciertos productos que se venden como milagrosos, sin ningún control…
Por supuesto que las dietas han de ser personalizadas y administradas por alguien experto. Y que los ingresos calóricos han de ser menores que los gastos. En caso contrario ocurre con frecuencia que provocan carencias graves, lo cual es especialmente preocupante en la juventud, ya que puede conducir a trastornos alimentarios, a problemas fisiológicos o a hipotecar su salud futura.
El problema inicial es, pues, hacer una dieta adecuada a cada persona. No se trata sólo de ajustarle adecuadamente la ingesta de la proporción y cantidades de nutrientes, sino de hacerlo respetando en lo posibles las costumbres gastronómicas de cada cuál. Es habitual que parte de estos gustos alimentarios no sean los idóneos para perder peso; por ello hace falta un progresivo cambio de hábitos, para mantener lo bueno y reconducir algunos de esos gustos poco saludables.
Otro de los pilares para reducir peso es el incremento de la actividad física, de forma adecuada a cada edad y circunstancia particular.
La realidad es que, pese a su aparente sencillez, a mucha gente no le funciona la fórmula para perder peso de manera saludable, es decir, cambio de hábitos alimentarios e incremento de la actividad física. Algunas personas aducen problemas metabólicos, de aprovechamiento de nutrientes y de tasas de termogénesis reducidas. También se conoce la importancia de hormonas como la leptina y otras muchas en el metabolismo basal y el aprovechamiento de nutrientes. Pero lo cierto es que a la mayoría de personas les funcionaría la sencilla fórmula apuntada. El problema es que no se suelen mantener estos buenos hábitos en el tiempo y se produce el temido y nocivo efecto yo-yo.
La fuerza de voluntad acaba fallando, porque los automatismos son inconscientes y retornan al menor descuido. Puede por ser la ansiedad y el estrés; por la falta de autoestima y autoconfianza en nuestra capacidad de controlarnos; porque se utilice la comida como premio o autocastigo, cada cuál puede tener un motivo, consciente o inconsciente…
Así las cosas, cada vez más personas cansadas de ello han comprobado que existe un sistema que permite afianzar los nuevos hábitos alimentarios y de ejercicio, de manera rápida y duradera. Se trata de la relajación profunda o hipnoterapia. Lejos de los prejuicios e ideas erróneas que algunos tienen de la hipnoterapia, hay en día ésta ha demostrado su efectividad en el control del dolor como analgesia o anestesia; en la mejora de estados depresivos, de ansiedad, fobias, tabaquismo y otras drogodependencias, disfunciones sexuales, etc. En el campo que nos ocupa, es decir, en el abordaje del sobrepeso y otros trastornos alimentarios, la hipnoterapia es una ayuda inestimable, absolutamente inocua, barata en comparación con otros métodos, rápida en su instauración (aunque la pérdida de peso ha de ser lenta para que resulte sana y duradera) y persistente en el tiempo. El mecanismo se basa en ayudar a la persona, en un estado de profunda y agradable relajación, a comprender y potenciar desde su subconsciente el deseo y la voluntad firmes de cumplir las pautas dietéticas y de ejercicio físico que el experto o su médico determine. Normalmente se necesitan de dos a cuatro sesiones iniciales y después alguna de mantenimiento y seguimiento en función de las características y necesidades de la persona. Todo ello acompañado de una reeducación de los hábitos alimentarios y de la actividad física, que el afectado o afectada asumen de manera más o menos rápida en función de sus circunstancias, edad, implicación en el proceso, etc.
Alberto Alberola