Pautas para la protección física y energética del terapeuta
A lo largo de las diferentes etapas de instrucción que un individuo debe pasar para convertirse en terapeuta, casi siempre se hace hincapié en el aprendizaje de la técnica, la sensibilidad, indicaciones y contraindicaciones, etc.
Pero no siempre se hace mención sobre la necesidad del propio terapeuta de aprender a utilizar herramientas que le permitan no solo sufrir el menor desgaste posible como resultado de su trabajo, sino prevenir afecciones naturales provenientes del contacto con aquellos a quienes se quiere ayudar.
He aquí pues, algunas ideas especialmente indicadas para aquellos que trabajan con terapia manual, energética y técnicas afines.
En primer lugar, hablaremos del automasaje. A pesar de las limitaciones en cuanto a técnica y zonas que se pueden tratar, el automasaje es una de las prácticas más funcionales para el cuidado y la prevención de lesiones del masajista. Se puede realizar prácticamente en cualquier sitio y el efecto es inmediato, especialmente si se combina con digitopuntura.
Veamos en detalle cómo sería una rutina básica para un autotratamiento:
Cabeza: fricciones circulares con la yema de los dedos con ambas manos por todo el cuero cabelludo, movilizando bien el cuero cabelludo, sin olvidar la zona detrás de las orejas y los puntos sensibles sobre la base del cráneo. Presionar ligeramente la coronilla con 4 dedos también de forma circular. Terminar con percusiones aleatorias en toda la cabeza con los puños relajados. Con esto mejoraremos la irrigación sanguínea del cerebro y evitaremos jaquecas.
Rostro: presión circular con palmas en frente, temporales y pómulos. Presión con pulgares en los vértices interno y externo de los ojos. Inhalar, y al exhalar presionar el entrecejo con el índice o el pulgar, repetir como mínimo 3 veces. Esto previene el cansancio de vista y mejora la concentración. Podemos agregar un masaje de orejas para estimular todos los sistemas por vía reflejo, insistiendo en el vórtice inferior de la fosa triangular, lugar donde se encuentra el punto maestro de la auriculoterapia china, el punto Shenmen, conocido por su cualidad analgésica y sedante. De la misma manera, presionar la zona del antitrago, por encima del lóbulo, donde se encuentra el “punto valium” de la auriculoterapia francesa.
Cuello: amasar, primero con una mano y luego con la otra, toda la extensión del cuello y trapecios del lado opuesto. Si es posible, realizar fricciones circulares con unas gotas de aceite esencial de lavanda y un aceite vehicular como el aceite de almendras, coco o el de pepitas de uva. La lavanda ayudará a relajar la musculatura y el sistema nervioso.
Miembros superiores: percutir con puño relajado hombro, tríceps y antebrazo del lado externo, ida y vuelta. Seguir con las percusiones, esta vez desde la parte superior del bíceps, antebrazo lado interno hasta la palma. Repetir cada secuencia 2 veces. Con la respiración calmada y serena, presionar sobre la línea central del antebrazo, desde el ángulo de la articulación hasta la muñeca, en 4 puntos equidistantes, de manera alternada con el pulgar, primero un punto, luego el otro, ida y vuelta, luego repetir del lado externo. Terminar con fricciones en el lado externo de la mano. Esto ayuda a aliviar las tensiones de los brazos y limpiar sus canales energéticos.
Abdomen: fricción circular con 4 dedos en el plexo solar. De la misma forma, presión en 3 puntos equidistantes desde la costilla flotante hasta la zona lateral debajo del esternón, lado izquierdo y derecho. Deslizamiento de derecha a izquierda y viceversa con manos superpuestas sobre la línea del ombligo. Terminar con deslizamientos circulares en todo el abdomen en sentido horario. La estimulación del abdomen es muy importante no solo porque allí se encuentran órganos vitales, sino porque constituye un verdadero conglomerado energético. Allí se aglutinan las principales líneas de energía que atraviesan el cuerpo de cabeza a pies, las manipulaciones en esta zona favorecen el flujo natural y equilibrado de energía en todo el cuerpo y activan el funcionamiento de órganos internos.
Espalda baja: tomarse la cintura con las manos, pulgares hacia la espalda, presionar allí donde quedan los pulgares, subir y bajar sobre la misma línea en 3 puntos bilaterales. Continuar con fricción circular con puños, terminar con percusiones. Con esto aliviamos la fatiga de los músculos lumbares.
Piernas: sentado en una silla, amasar simultáneamente con ambas manos una pierna por vez, de rodilla a ingle. Continuar con fricción circular con palmas en el mismo sentido, y terminar con percusiones con puños. Pasar a gemelos, tomar la musculatura con ambas manos, amasar, y al mismo tiempo, con pulgares superpuestos, presionar sobre la línea central, unos 4 puntos equidistantes de hueco poplíteo a tendón de Aquiles, ida y vuelta. Esto favorece el retorno venoso y descansa las piernas.
Pies: sentado en una silla o en el suelo, rotar y tirar de cada dedo. Amasar con ambas manos todo el pie, y luego, con pulgares juntos, presionar 4 puntos equidistantes a lo largo del arco y la línea central, desde el área que se encuentra debajo del metatarso hasta el talón, ida y vuelta. Esto ayuda a aliviar pies y estimular todo el cuerpo por vía refleja.
Otro punto importante a la hora de pensar en la profilaxis del terapeuta se cierne sobre la conciencia respiratoria. Técnicas como el chi-kung o el pranayama deberían formar parte del botiquín de cada terapeuta. La idea subyace en que a través de los ejercicios respiratorios, incorporamos energía del ambiente, que luego podemos usar durante el tratamiento con nuestro paciente. Pero además, como en algunos casos la demanda por parte del paciente es demasiado grande, si nuestra aura no se encuentra lo suficientemente fuerte, su condición puede afectarnos energéticamente.
Con la práctica regular de estas disciplinas se evitan filtraciones de energía o contaminación desde el exterior, a la vez que mejora la calidad terapéutica de la técnica que utilicemos.
Desde el campo de la sanación pránica (pranic healing) nos llegan consejos interesantes respecto de la higiene y protección energética del terapeuta. Se trata simplemente de lavarnos las manos con una mezcla de jabón líquido y sal gruesa, desde codos hasta manos al finalizar cada sesión de trabajo, con el objeto de eliminar cualquier traza de energía viciada que podría adherirse a nuestro cuerpo durante el contacto con el paciente. Con el mismo propósito, también se nos aconseja tomar baños de inmersión con agua agregándole sal y café, por lo menos una vez a la semana. También se sugiere la ubicación de algún objeto de turmalina u obsidiana en el gabinete, para que “succione” las energías negativas que puedan llegar contaminar el espacio.
Siguiendo el tema de la medicina vibracional, quisiera hacer mención de la terapia floral, específicamente dos esencias del sistema del Dr. Bach. La primera es Walnut (nogal), su efecto entre otros es el de proveer inmunidad a las influencias exteriores, de ahí su efectividad para personas que tratan o acompañan enfermos. La segunda flor es Star of Bethlehem (Estrella de Belén o Leche de gallina), su pertinencia se debe a entre sus efectos se cuentan la claridad mental, vitalidad y fuerza interior, además de constituir un sellador áurico.
La lista de artilugios de la que se puede valer el terapeuta es infinita, aunque no quisiera terminar sin hacer mención de técnicas como el yoga, el tai-chi, o la meditación, que ayudan tanto al cuerpo como al espíritu. Llegado el momento de respetar nuestro espacio y mantener el equilibrio, todo vale, todo cuenta. Insistir hasta el cansancio en el cuidado personal del terapeuta en una sociedad donde la palabra “crisis” se repite cientos de veces al día, resulta, más que una tautología, una necesidad emergente. Una antigua ley universal dice que uno no puede dar lo que no tiene. Por ello, todo aquel que haya decidido dedicarse al oficio de sanar adquiere el deber y la obligación de buscar y trabajar para mantener, más que ningún otro, ese estado de armonía que los demás buscarán en él.
El arte de sanar a los otros debe ceder ante el arte de sanarse a uno mismo.