Diagnóstico cáncer, ¿y ahora qué?
En el mes de octubre me diagnosticaron cáncer de mama. Cómo se ha atemorizado a la sociedad con esta "enfermedad", muchos de mis familiares y allegados daban por hecho que la Parca rondaba por mi casa. El desconocimiento, la falta de información, o el no querer saber, son factores que ayudan a generar ese "miedo".
Mi primer contacto con el cáncer lo tuve en la persona de mi abuelo. Y, sinceramente, no fue plato de buen gusto. Primero porque me di cuenta de las pocas ganas de vivir que él tenía. Y eso es lo primero que ha de cambiar uno: el querer vivir.
Lo segundo que observé fue la pena con la que los demás le miraban. Yo lo sentía como insufrible. Si a una persona se le proyectan pensamientos negativos, las vibraciones de éstos harán que la persona se hunda más en el pozo de la tristeza. Como adolescente que era, no pude con esto y me prometí estudiar la mal llamada "enfermedad". Y lo hice en Alemania, siguiendo las investigaciones de la Universitätsfrauenklinik de Frankfurt am Mein. Con los estudios y documentales que vi le quité importancia al cáncer, tomándolo simplemente como lo que es: el síntoma de que algo no funciona correctamente en nuestro cuerpo, de ahí que no le tenga miedo alguno. Respeto, sí. Miedo, no.
Con los años, y al empezar a estudiar naturopatía, me dí cuenta de la cantidad de desinformación que existe sobre las mal llamadas enfermedades, tales como el cáncer.
El cáncer se define como la multiplicación descontrolada de una célula, generando así una masa celular más o menos compacta. Hasta aquí, estamos de acuerdo. En lo que no estoy de acuerdo es en las imágenes que se muestran para provocar el miedo en la gente. Si una célula se "descontrola" es porque su tejido celular ha sido literalmente "bombardeado" por sustancias químicas o alteradas que han provocado su permeabilidad y por lo tanto, el acceso de agentes patógenos (virus, bacterias) al núcleo celular alterando con su "invasión" el ADN de dicha célula. ¿Y de dónde salen estas sustancias? Pues de las vacunas que nos han puesto, de los medicamentos tradicionales, de las aguas contaminadas con minerales pesados (plomo; por ejemplo) y con parásitos, de los alimentos que ingerimos, que cada vez están más adulterados,... Y así una lista interminable.
No nos dicen, por ejemplo, que las pastillas esas que nos receta el médico, tan blanquitas ellas, han sido blanqueadas con titanio, elemento químico radiactivo. Claro, con una pastillita no pasa nada. Pero, ¿y si los tratamientos duran años?. Todo esto provoca que las células enfermen. Esas mismas células se encuentran en nuestro hígado, páncreas, vesícula, bazo, corazón, estómago, pulmones... Si están siendo continuamente bombardeadas por estas sustancias químicas, ¡cómo no vamos a tener un cuerpo enfermo! Es de cajón.
A todo esto no hay que olvidar al sistema nervioso entérico. ¿Y por qué? Muy sencillo. Sabemos que las neuronas no sólo son células situadas en el cerebro, como se nos explica en el colegio. Estas forman un tejido ámplio en nuestros intestinos y estómago, centros también de nuestras emociones. Por ello, como detonante de una alteración celular más amplificada, podemos asegurar que una emoción negativa puede servir para que nuestro cuerpo nos mande el aviso de que algo va mal.
En mi caso, efectivamente hubo tal detonante. Todo esto unido a que mis órganos vitales (a excepción del corazón) presentaban una gran inflamación, una "invasión" de parásitos, virus y bacterias que, al ser analizados en el laboratorio médico cumplían los protocolos estadísticos a los que se ciñe (y por desgracia) la comunidad médica. Como única opción se me propuso la ya famosa quimioterapia, a lo que me negué y gracias a Dios que lo hice. Si me hubiera sometido a tamaña locura, con toda seguridad no estaría escribiendo estas líneas.
Por supuesto que tuve y tendré a gran parte de mi familia en contra pero la otra que no lo está, es mi apoyo. Y esto es muy importante, porque el sentirse querido y no menospreciado por no hacer lo éticamente correcto (que no sé bien quien lo decide) ha contribuido a mi salud. Primero porque hago algo en lo que creo, segundo por mi fuerza de voluntad y tercero, porque el fantasma del cáncer no ronda ya en mi organismo.
El tratamiento que he seguido es el del par biomagnético. Como bien saben, es una de las llamémoslas "múltiples herramientas" que la Naturopatía tiene. Y cito textualmente de la Web oficial del par biomagnético:
El sistema consiste en el reconocimiento de puntos de energía alterados en el organismo humano que en conjunto provocan una enfermedad. Este reconocimiento se efectúa con imanes pasivos (no electrificados ni conectados a máquinas electrónicas), que se aplican en diversas zonas del cuerpo humano como si se tratara de un rastreo o escaneo Biomagnético. Una vez reconocidas y confirmadas dichas zonas en su potencial energético –que corresponden a órganos y tejidos que sufren la distorsión-, el terapeuta aplica un conjunto de imanes en esos puntos durante 10 a 15 min a cada persona y generalmente los aplican en forma simultánea. La enfermedad se localiza en el órgano o en el tejido en desequilibrio entre cargas positivas y negativas. Si se corrige la alteración iónica, desaparece el problema, ya que se retorna al punto de equilibrio. De esto se encarga el Biomagnetismo, gracias a su fuerza o energía de polaridad; la polaridad negativa es capaz de impactar a una carga patológica similar, los que se anulan al encontrarse con la carga positiva.El Biomagnetismo es compatible con cualquier otra forma de terapia (homeopatía, alopatía, Naturopatía, Flores de Bach, Reiki, etc.) que también puede utilizarse simultáneamente con tratamientos alopáticos tradicionales, siempre y cuando se justifique su uso y no se disponga de otra alternativa.
Esto no es "brujería" ni "placebo". Es una realidad investigada además por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
La alteración iónica viene dada por dos circunstancias que son, un medio ácido (pH 5) y una ionización positiva. Es de sobra conocido por investigadores, científicos, etc., que las plantas de tomate ionizadas negativamente crecen mejor y sus frutos son más saludables y ricos. También es sabido que, si nuestro cuerpo cumple con estos requisitos, somos un caldo de cultivo andante para que proliferen los virus, bacterias, etc. Con el Par Biomagnético se produce el equilibrio y con el cambio en la comida, se alcanza un medio alcalino en la sangre (pH 7,5 máximo) que nuestros "bichitos" no querrán, nuestro estupendo sistema inmunológico los atrapará y viviremos más sanos y mejor.
No tengan miedo si les diagnostican cáncer. Médicos que realmente lo son, explican en sus trabajos científicos, que un ser humano padece a lo largo de su vida más de un cáncer, pero que ni siquiera nos enteramos que los hemos padecido. Pero también nos hablan de que la quimio y la radio NO curan. Destruyen todo lo que tocan, tanto si son células buenas como si son malas. Y el problema no es esto, sino la capacidad que tiene nuestro sistema inmunológico para limpiar todo este desaguisado.
Si tenemos un sistema inmunológico bajo en defensas (como era mi caso), es muy difícil remontar. Por ello, estas terapias deberían usarse como último recurso. Se mueren más personas por las secuelas de estos tratamientos que por el cáncer en sí, pero estos datos no se publican muy a la vista, porque no interesan. Tened en cuenta que una sesión de quimioterapia reporta unos 12.000 € mientras que un tratamiento alternativo de este tipo es muchísimo más barato y por eso no interesa, por eso se vilipendia, injuria y maltrata a todo aquel profesional (bien médico, bien naturópata) que no siga las normas.
A día de hoy sólo puedo deciros una cosa: ¡Estoy viva! Que las fuerzas de la Madre Naturaleza os guíen.