La terapia ambiental y las relaciones de pareja
Cuando hemos terminado una relación, la mayor parte de la gente cree que con un “adiós muy buenas”, al apartarnos de esa persona, ya está todo solucionado. Pero no es así, pues existen múltiples cosas que continúan atándonos aunque pase el tiempo, si no somos conscientes, de las cosas que nos mantienen unidos a niveles más profundos.
Por una parte, el miembro de la pareja que continúa viviendo en el domicilio familiar, ha de tener en cuenta, que la casa mantiene el registro de todos los acontecimientos que se han venido desarrollando allí: discusiones, desavenencias, manipulación, egoísmo, chantaje emocional,…etc. (Queda registrado igual que si se tratara de una grabadora). Cada una de estas energías, bien sean emocionales o compuestas por el tipo de pensamientos que hemos generado, conforman una onda expansiva, de la que es difícil liberarnos, si no se sabe acceder al “registro energético del lugar”.
A veces, si la persona que se ha separado, es sensible, puede sentir la presencia de su ex esposo, como si estuviera presente, o la sensación de agobio, aunque haga más de un año, que se ha ido.
Es importante vaciar nuestra casa de todo este contenido, porque conforme accedemos a ella, es como si volviéramos a reprogramar en nosotros algo, de lo que nos queremos distanciar. Parecido a la secuencia de un accidente, o a una situación en la que recibimos un susto tremendo. Si no se borra en nuestro fuero interno, donde ha quedado registrado el impacto sufrido, en el momento, que volvamos a revivir una situación similar, se activa el recuerdo del primer hecho.
Para poder rehacer nuestras vidas y evitar proyectar en las nuevas parejas el tipo de relación que sea tenido anteriormente, sería conveniente adentrarnos en esa huella u onda energética que conforma la estructura energético-ambiental de nuestra vivienda.
Y es a través de la aplicación de la terapia ambiental, que me he ido encontrando diferentes modelos de relaciones, bajo formas energéticas de gran contundencia, pero gracias al mensaje simbólico de la casa, es el que nos ha permitido ir abriendo las puertas del subconsciente de esa persona, para ir resolviendo la problemática que iba surgiendo. El curar los temas personales que brotan de forma enigmática, desde los aparentes rescoldos de la vivienda, van más allá de los límites mentales y emocionales, trascendiendo en ocasiones, todo enigma del pasado, para volver al origen, donde se grabó ese estereotipo que hoy nos marca de manera negativa o dolorosa, en la forma de conducirme o de comportarme cuando me encuentro de nuevo, en una relación de pareja-
De esta manera, quedamos “cuan tabula rasa”, libres de códigos, que determinaban en nosotros, en su impulsiva determinación, la forma caótica, o desordenada de establecer los pilares de esa nueva relación. Aunque nuestra mente tuviera claridad en lo que era más conveniente para mí, se acababa volviendo a reproducir el esquema general que me había marcado toda mi vida.
También, puede suceder, que el otro miembro de la pareja, se vaya de la vivienda donde habían compartido la relación, creyéndose de esta manera, liberado de toda rémora del pasado.
La cosa empieza a ponerse mal, cuando con el tiempo, empieza otra vez, a relacionarse y a reproducir, esquemas similares a los de su antigua relación, incluso, anteriores.
¿Qué sucede?. Resulta que el modelo en que se fundamenta nuestra manera de establecer contacto entre hombres y mujeres, viene marcado por la forma arquetípica en la que está grabado mi modelo de hombre y de mi mujer interna, funcionando a partir de los códigos energéticos bajo los cuáles se ha ido fundamentando su existencia.
El arquetipo bajo el cuál se manifiesta mi mujer interna, me hace comportarme en base a él, por tanto, no me ha de extrañar que vuelva a reproducir una y otra vez, la misma forma o aparentemente cambiando, obtenga el mismo resultado: “los hombres no me valoran”… etc. Lo mismo ocurre, en el caso de los hombres.
Cuando he visitado una casa para trabajar en ella a nivel terapéutico, prefiero ir a la vivienda, sin tener información previa de la misma, por lo que desconozco la situación personal en que se encuentran sus miembros.
Al poder acceder a niveles profundos de la persona, es cuando se accede a su historia intemporal, ya que todo lo que nos ha ido aconteciendo, queda registrada en nuestra aura, en el campo energético que emana de nuestro cuerpo físico. Es por lo que captamos a veces, el estado anímico de una persona, aunque no medie palabra con nosotros.
Igual que una colonia deja su aroma por donde pasamos, nuestra aura impregna el lugar con todo lo que nos ha ido sucediendo desde tiempo inmemorial, como un cliché o negativo de una película. Por tanto, aunque la casa sea la primera vez que vivimos allí, nuestra carga energética penetra a nivel energético-ambiental, salpicándola con nuestros pesares o nuestras alegrías, dependiendo de lo que se ha ido forjando en nuestras relaciones personales y de pareja.
Es muy importante que la gente cuando rompe o acaba con una relación, sea del tipo que sea, pueda borrar todo lo que la condiciona a relacionarse bajo un estereotipo personal y pueda partir de cero en las relaciones que inicien, liberadas de formas conductuales que le han ido atrapando con anterioridad.
Las diferentes situaciones en las que me he encontrado al visitar una vivienda, ha ido consolidando una línea conductora de lo que nos acontece cuando estamos inmersos en una relación. Cada persona es un mundo y por tanto, lo que me va sucediendo en cada casa, también es distinto, aunque siempre, supone una gran liberación para la persona/s.
Son los miembros de la unidad familiar, los que me responden con los resultados que les van sucediendo, los cambios que tiene en sí mismo y con la gente que tienen a su alrededor, obedeciendo a la trayectoria que se fue constatando en el trabajo interno de la casa y que estaba relacionado con ellos mismos.
A veces, el proceso es lento, porque son efímeros detalles internos, los que están modificando estructuras muy antiguas, pero de repente, ocurre algo, o se plasma algo en el exterior, que nos da la respuesta del gran cambio, o de un gran desafío que hemos sido los protagonistas.