Diálogo decorativo: una forma de autoconocimiento personal
Educación del hábitat
Educarnos a sensibilizar nuestro sentidos para percibir la resonancia de cada uno de los elementos que están incidiendo en el lugar donde vivimos, es prioritario para alcanzar un estado de salud y armonía personal.
No nos hace falta cruzar fronteras para encontrar un método efectivo de trabajo, a través del cuál, nos ayude a conocernos en profundidad y desde el entorno más cercano, como es nuestro hogar.
Cada rincón de nuestra casa nos permite adentrarnos en el lenguaje decorativo que hemos ido trazando, sin darle importancia alguna. Como el pintor que con hábil mano, inherente a su pulso, transmite la sutil presencia de la naturaleza, sin darse cuenta, que él es, el canal a través del cuál, proyecta la imagen de la verdad que tiene dentro de sí.
La elección de cada tela, la preferencia de un color, la transparencia o estampado, están hablando de la transparencia de nuestro ser, del colorido que necesitan nuestras emociones y de la exuberante alegría que necesita nuestra alma y que la recoge a través de esas divertidas cortinas.
El lenguaje de la decoración
Pero para entender el lenguaje que expresa la decoración plasmada en nuestra casa y que habla de nosotros, de cada uno de nuestros recovecos internos, es prioritario, sensibilizarnos a la resonancia de estos elementos, para que converjan uno a uno, a través de una lineal sintonía, pues a priori, nuestra mente, le cuesta captar el mensaje subliminal, que el subconsciente a abocado, de forma, inadvertida por parte de nuestra mente consciente.
Y a través de diferentes imágenes de ambientes decorados, cuando seremos llevados por la fuerza y expresividad de los distintos contextos, pues para poder despertar al eco de vida que promulga, cada uno de ellos, nos es necesario sutilizar nuestro entendimiento, abrirnos a un espacio donde nuestros sentidos y cada uno de los canales energéticos que recorren nuestro cuerpo, queden inundados de las cualidades que posee cada material, color, forma, o textura. Porque entre sí, conforman un trazado que nos llevan a una dialéctica personal e intransferible. Ya que cada persona, vive de manera diferente un mismo estilo decorativo, ya que sus propias vivencias personales, le hacen aflorar sensaciones de agrado o desagrado, dependiendo de la memoria atemporal que anida en nuestro interior.
Para educar nuestros sentidos hacia la resonancia del hábitat y por tanto, de todo lo que hay en él, se aplican técnicas de sensibilización energético-ambiental y decorativa, las cuales nos permiten acceder a un conocimiento más profundo de nuestra personalidad. Utilizaremos la casa como vehículo de conexión y expresión de nosotros mismos.
No olvides: tu casa eres tú.
La educación del hábitat se lleva a cabo a través de una metodología activa, en podemos experimentar en nuestra vivienda y posteriormente constatar nuestra propia transformación personal. Además, de conseguir un estado de equilibrio y una calidad energético-ambiental.