¿Qué me quiere decir mi tristeza?
Las emociones forman parte de la vida, surgen rápidamente a través de ideas, recuerdos o acontecimientos y conducen a actuar en función de lo que sentimos en ese momento. Estas emociones producidas da paso a un estado de ánimo más duradero en el tiempo, que denominamos sentimiento.
Las diferentes emociones a veces se pueden mezclar entre sí, creando un nuevo sentimiento al que en ese momento es posible que no podamos ponerle nombre.
Según la clasificación de Ekman son seis emociones básicas: miedo, rabia, sorpresa, alegría, tristeza y asco. Pero actualmente, la mayoría de los autores reconocen que las emociones básicas pueden ser ocho y están compuestas por emociones primarias y secundarias.
Las emociones primarias son innatas, y suelen estar acompañadas de síntomas físicos, son la tristeza, la rabia, el miedo y alegría. Y por otro lado, tenemos las emociones secundarias, relacionadas con la adquisición de las normas y valores de la propia sociedad a la que se pertenece, las hemos aprendido, incluyendo los aspectos autoevaluativos, y por eso aparecen más tarde en el individuo. Estas son: amor, sorpresa, asco y vergüenza.
Voy a centrarme en la tristeza, una emoción que nos inunda a todos alguna vez, y nos lleva a confundir a veces la tristeza con estar deprimido.
La tristeza es una emoción que nos lleva hacia abajo, hacia el interior, invitándonos a la reflexión. La respiración se hace corta y débil, como si hubiéramos perdido un apoyo interno, por lo que parece que nos deshinchamos. De aquí la conocida expresión metafórica “estar hundido”, entre otras expresiones conocidas.
De la tristeza deriva otras emociones como la pena, la soledad, el pesimismo, la compasión y la decepción, influidas por el entorno, es decir, dándose su origen en relación con otra/s persona/s.
Para muchas personas las emociones como la tristeza, incapacitan, debido a que merman la potencia de actuar y desmoralizan a la persona, las consideran emociones “negativas”. Esta emoción, yo no la experimento como una emoción negativa, es una emoción con síntomas físico negativos, tomando esta expresión de negativa que “resta”, es decir que dejas de hacer.
Se dice que es negativa porque no nos gusta, la rechazamos, nos entorpece aparentemente; pero hasta que no reconocemos este sentimiento y lo escuchamos, no veremos la parte positiva ¿Para qué dejo de hacer lo que hacía? ¿Para qué me meto “dentro” de mí, largos periodos de tiempo? ¿Qué necesito yo, en este momento?
La parte bio-positiva de la tristeza nos puede servir para despedirnos de cosas del pasado o de cosas que no puedo tener, que son inalcanzables en este momento. Llevándonos a hacer una introspección y descubrir qué necesito ahora, reflexionando sobre lo que hacía antes ya no me sirve, algo ha cambiado. Para eso, quizás es importante pararme y mirar dentro de mí, teniendo en cuenta mis valores, y esto no lo haría si la tristeza no emerge.
En la tristeza, es importante dejarnos acompañar, hacer viajes a nuestro interior teniendo un punto de referencia en el exterior que nos ayudará a no desconectar con el entorno y no perdernos.
En caso contrario, también hay que saber acompañar a los demás cuando están tristes, para no ser invasivos, debemos ser respetuosos en su “estar”, en su ritmo,…
Respetarnos a nosotros mismos y respetar al otro en su tristeza facilita que reconozcamos la emoción, para poder transitarla y no quedarnos “enganchados” a ella.