Desde la mirada del padre: la comunicación musical con el bebé
Todos sabemos de la importancia que tienen tanto una madre como un padre en la educación y en el desarrollo emocional de sus hijos. Pero siempre se hace hincapié de lo importante que es el vínculo afectivo maternal y de las excelencias de la madre en la crianza de los niños... pero ¿y el padre?
Tener un bebé y convertirse en mamá y en papá es una experiencia maravillosa y única, que invita a estrenar un nuevo rol, es decir, brinda la oportunidad de ejercer la maternidad y la paternidad, poniendo un sello personal en la crianza y la educación de un hijo o una hija.
Se puede decir que el vínculo, es el periodo en el cual se establece una relación emocional entre los padres y el bebé al momento de nacer.
El padre, protagonista activo
La vinculación es realmente una continuación de la relación que se inició durante el embarazo. Por eso, se dice que el vínculo y la crianza del padre no son iguales a los de la madre; los cambios físicos y químicos que se produjeron en su cuerpo le recuerdan la presencia de esta persona. No obstante, esto no quiere decir que hay que dejar al padre de lado y que no pueda ser protagonista activo también de esta comunicación con el recién nacido. El nacimiento del bebé es todo un acontecimiento. Al principio la madre tal vez quiera pasar tiempo a solas con el bebé, cuidarlo y satisfacer todas sus necesidades, sin embargo no debe olvidarse que el papá también debe participar del cuidado del recién nacido.
El esposo actúa como soporte emocional de la madre en el período posterior al nacimiento del bebé. La madre para ofrecer una buena contención a su bebé necesita ella misma estar adecuadamente sostenida por su pareja. Sin embargo, el nivel de soporte emocional del padre hacia la madre, por lo general, suele estar influenciado o alterado por la extensión del horario de trabajo de ambos y la escasa permanencia en el hogar. Por supuesto que estos "sostenes" están apoyados en el vínculo de pareja.
El padre es realmente importante no solo como apoyo a la madre sino por su aporte en la vida del niño. Si bien en términos generales no tiene la presencia de la madre, depende mucho de la actitud de la madre tendiente a estimular la participación del padre; entonces, otorgarle la confianza a la pareja para cuidar del pequeño no solamente es gratificante para él, sino también para el bebé, pues de esta forma la madre le da a ambos la oportunidad de conocerse y fomentar un fuerte vínculo entre padre e hijo.
El bebé aprende cosas diferentes de ambos padres, disfruta de la atención y el amor que le proporcionan, por lo que no tiene que ser precisamente uno el que se ocupe de sus necesidades todo el tiempo. Hay tareas cotidianas en las que papá también puede participar, como por ejemplo:
Darle de comer (ya que si la madre decide no amamantar al bebé, si se trata de darle la mamadera o biberón, con leche de fórmula, no solamente puede participar dándole de comer, sino también en la preparación del mismo); arrullarlo para dormir; bañarlo; jugar con el bebé; vestirlo.
El papel del padre
El papel como padres, a veces, es bastante confuso para algunos varones; en líneas generales suelen manifestar no tener mucha idea de como ayudar a su pareja durante el proceso del embarazo, el parto y los primeros días, semanas o meses del bebé; algunos expresan que embarazan a la mujer y, en lo sucesivo, no tienen nada que hacer ya que el embarazo progresa de manera independiente de su presencia: estén o no, el embarazo llegará a su fin...
El padre debe comprender que los roles se construyen pero es necesario demostrar un máximo de interés por el otro, sobre todo cuando aparecen los hijos porque los miembros de la pareja se sienten un tanto endebles, están más expuestos, más cansados. La mejor pregunta que puede plantearse el varón para facilitar el encuentro es: ¿Qué necesitas de mí hoy? La pareja debe procurar ofrecer lo mejor de ellos mismos a la persona amada, en lugar de poner expectativas en qué es lo que ofrece el otro. Definitivamente juegan un papel muy importante desde el punto de vista personal, familiar y social.
Una forma de involucrarse con su mujer y con su futuro hijo, es desde la etapa prenatal, acompañar a la mujer a sus consultas prenatales, favorece la relación de pareja y la relación de ambos padres con el bebé, es decir, el ser padre antes de que nazca el bebé, se logra involucrándose en el desarrollo del hijo asistiendo a los controles prenatales, explorando suavemente el abdomen de la pareja, hablándole o cantándole al bebé dentro del útero; observando al hijo en vivo durante las ecografías, son algunas cosas que pueden hacer para integrarse a la pareja y hacer de ello "embarazo, parto y crianza de "a dos".
Otra opción puede ser buscar información: leyendo, viendo programas de televisión, concurriendo al curso de preparación para la maternidad. De esta manera, puede obtener información de lo que su pareja siente, de sus cambios, del desarrollo de su bebé, como sentirte útil y colaborar en cada momento.
El varón debe tener un compromiso paterno tanto en el proceso del embarazo, en el parto como en el puerperio, y estar atento a los cambios que sufre la mujer en el funcionamiento del cuerpo tanto físicos, mentales como emocionales. Las hormonas, sumamente elevadas, generan cambios de conducta y afectividad, las hacen más susceptibles y melancólicas, a veces desorganizadas, angustiadas; otras veces eufóricas, otras tristes... aquí es donde el varón debe tener paciencia, tratar de entender a su pareja, ser comprensivo y hacerle saber que está ahí, al lado de su mujer brindándole todo el apoyo que necesita. solo necesita saberse querida, entendida y apoyada.
Hoy en día, las nuevas generaciones de padres tienen una implicación en la crianza de sus hijos. Está claro que aún no podemos generalizar como al nivel de la madres, pero ya empiezan a implicarse, a colaborar en las tareas domésticas, a preocuparse por los deberes y las actividades extraescolares, a pasar más horas cuidándolos, porque ahora la mujer trabaja, o simplemente porque ahora le dan más importancia al tiempo que pasan con sus hijos.
No debemos olvidar que la figura de un padre es irremplazable y su aporte en la crianza es único y valioso para el niño. Después del nacimiento, el papá se vuelve muy sensible, ellos tienen su propia manera de relacionarse con su bebé. Estudios realizados han mostrado que padres que toman parte activa en el cuidado de su recién nacido, son capaces de querer y cuidar a sus hijos desde el nacimiento, los papás pueden aprovechar este periodo del recién nacido.
Los niños necesitan de modelos para su desarrollo y el modelo masculino es imprescindible. El padre aporta amor a sus hijos, no solamente los valores familiares clásicos que se le atribuye como son el respeto, la disciplina y la autoridad; la figura paterna hace sentir seguro y protegidos a los niños
El vínculo entre padre y bebé
Esto no es tan sencillo si no estamos permeables a sentir y a pensar qué necesitamos y qué necesita de nosotros nuestro bebé en cada instante de su vida. No es un don que nos viene dado de manera natural, ya que a criar se aprende.
Pero si podemos conectarnos con nuestro bebé, estar atentos, disponibles y amorosos, él irá mostrando lo que necesita, lo que siente en cada momento; motivo por el cual, los padres deben responder de una manera "creativa".
Un bebé siempre es sensible a los tonos de voz, las miradas, las presencias, los olores. Vive y piensa a través de sus sentidos sumamente agudizados luego del nacimiento. Este estado de tanta conexión lo mantendrá en la medida que su entorno lo permita y lo favorezca. Tanto la madre como el padre se pueden conectar con él a través de diferentes estímulos.
¿Cómo podemos ayudarlo a establecer la conexión con nosotros?
Convirtiéndonos primeramente en sus decodificadores personales. Estar con la "escucha" y la "mirada atenta" para interpretar lo que él está demandando. Prestándole palabras a sus sentimientos aún difíciles de expresar. Ayudándolo a que se sienta amado, comprendido, satisfecho, cómodo, cuidado, protegido y respetado en sus necesidades.
El padre también puede colaborar con las acciones básicas que favorecen el vínculo en el primer año de vida siempre la mujer deje al papá solo con el recién nacido, por lo menos 15 minutos diarios. Sin correcciones, sin decirle "cárgalo así" "sostiénele la cabeza", "no le gusta que le hagan eso" etc, porque si aparecen estos señalamientos, quizás el varón se vea frustrado y se sienta incapaz de cargar y cuidar a su hijo.
Aprovechar toda actividad de la vida cotidiana para favorecer el encuentro y el contacto con el bebé, como la hora de la alimentación, la higiene, el baño, el tiempo de ir a dormir, etc.; hablarle, cantarle, es decir, buscar relacionarse a través de sus conductas. Dejarse conocer por el bebé: que nos toque, nos tire del pelo, nos descubra, nos reconozca.
Es conveniente darle un entorno estable organizado y previsible; que la rutina, de a poco, con paciencia y tolerancia, pueda ir instalándose en casa. (música para bañarlo, vibrante para jugar, relajación para dormir, etc.).
Esta organización familiar lo ayudará día a día a darle sentido a su vida, y pasar del caos natural con el que viene al mundo a vivencias nuevas, conocidas, placenteras y enriquecedoras. Luego esperará que se repitan y las buscará. Y esto lo tranquilizará.
Esta cadena de amor y comprensión facilitará los momentos de contacto con el bebé y convertirá a cada uno de ellos en un "gran encuentro"(tanto para la madre como para el padre).
Los beneficios de la música en la comunicación
La música es un excelente recurso para nutrir el vínculo extrauterino ya que habla en un lenguaje que los niños entienden instintivamente.
Los niños son felices cuando saltan, bailan, baten palmas y cantan con una persona querida en quien confían. Mientras la música los deleita y los entretiene, contribuye a modelar su desarrollo mental, emocional, social y físico; les brinda el entusiasmo y las habilidades que necesitan para aprender por sí mismos.
Existen muchas investigaciones en relación al uso de la música y los beneficios en los niños; los resultados de los estudios realizados revelan que la música puede mejorar la concentración y la habilidad verbal del niño que la oye; intensifica temporalmente la percepción y la inteligencia espacial; su tendencia a facilitar el salto a la lectura y la expresión lingüística entre los niños que reciben instrucción musical con regularidad.
Aproximadamente a partir de la semana dieciocho de gestación, la música tiene un papel esencial en el proceso de crear conexiones neuronales en el cerebro del niño y a medida que avanza en edad, la música estimula y mejora su fisiología, su inteligencia y su comportamiento.
De todas las melodías que se comparten con el bebé sería beneficioso que siempre haya alguna que se repita, sobre todo porque en la repetición, se encuentran unidades de información.> Del mismo modo que aprendemos a decir mamá o papá, repitiendo lo que nos dicen una y otra vez, podemos también aprender a leer, lograr un pensamiento matemático, e incluso desarrollar aspectos sensoriales y sociales.
La repetición sistemática y secuencial de estímulos o ejercicios, y de actividades con base científica, refuerzan las áreas neuronales de los bebés. Durante esta estimulación musical, no solo se potenciará adecuadamente el desarrollo motriz, cognitivo, social y emocional del bebé, sino que también se ampliará su desarrollo individual, sus capacidades, su predisposición y su ritmo.
Hay que tener en cuenta que cada niño es único y diferente, y los padres lo deben tener muy en cuenta a la hora de estimularle. El bebé deberá vivir libremente esta experiencia y no como una obligación. Jamás se deberá forzar al niño a que haga alguna actividad para la que él no esté preparado ni suficientemente estimulado
Algunas pautas a seguir para los padres en la comunicación con el bebé
Respetar el tiempo de respuesta de tu hijo:
- Elegir un momento tranquilo para jugar con el bebé.
- Las canciones deben ir acompañadas por gestos y sonrisas, de cariño y dulzura, también.
- El momento musical tiene que ser algo placentero, para los dos.
- Aprovechar el momento del baño para acompañarlo con música y dando un masaje al bebé.
- Para proporcionar seguridad: lo ideal es que el bebé haya escuchado música desde el útero para que, al nacer, cuando vuelva a oír la misma melodía. le brinde sensación de seguridad.
- Para favorecer la integración en el mundo que el rodea: se pueden utilizar canciones propias de la cultura o inventadas por los padres, haciendo referencia a las experiencias vividas por el pequeño, que el ayudarán a comprender su entorno.
- Para aumentar las defensas de su organismo: es muy importante la implicación de los padres en estas actividades musicales, ya que está comprobado que las audiciones y ese contacto aumentan la actividad inmunitaria.
- Los bebés responden a la música de muchas maneras, tales como a través del establecimiento de contacto visual cuando le cantan, moviendo sus brazos y piernas, o volteando su cabeza hacia otro lado cuando necesitan un descanso.
- Los bebés atraen la atención de sus padres imitando sus sonidos.
- Cantar al bebé, mecerlo con ritmo, hacerlo bailar sobre las rodillas y ofrecerla tranquilas sesiones de música para relajarlo oyendo música juntos logran armonía, estímulos mentales y alegría en su vida.
- Canciones infantiles: excelente manera de comenzar la conexión cuerpo-mente
- Bailar: al ritmo de la música con el bebé en brazos le da otra percepción de ritmo y movimiento.
- Dar pequeños golpecitos en el abdomen o en la espalada al compás de la música es una forma de presentar el ritmo al cuerpo del bebé.
- El compartir la música con el bebé contribuye a preparar su cerebro para dominar la estructura compleja del lenguaje.
Lo esencial no es si se canta bien o mal, ni la gracia para bailar, sino lo que importa es la pasión y la alegría de compartir el mundo del sonido entre padres e hijos.