Tomar el control de nuestra salud

Franc T. Ruiz
3 May 2018 lectura de 6 minutos
Tomar el control de nuestra salud

Tras leer el libro del Dr. Matthias Rath, Presidente de la Fundación para la Salud, (organización sin ánimo de lucro, que ha sido pionera en su denuncia sobre la fraudulenta naturaleza del negocio con las enfermedades por parte de la Industria farmacéutica) titulado "Las raíces Nazis de la UE de Bruselas", he sentido la necesidad de aportar mi grano de arena para intentar despertar a una población que vive indiferente a la manipulación y engaños que ocasionan sufrimiento y muerte.

En las páginas finales de este demoledor libro, el Dr. Matthias Rath menciona el movimiento "Relevo de la vida" e invita a todas las personas y organizaciones a formar parte de dicho movimiento enviando un correo electrónico.

La historia nos recuerda diferentes épocas y casi siempre nos hablan de buenos y malos, según quienes la escriban, un mismo hecho convierte a unos en héroes y a otros en terroristas, unos son condecorados y premiados y otros encarcelados y vilipendiados.

Creo que estamos viviendo en la época de "Manipulación y engaño Sanitario", y lo peor es que faltan décadas de dolor para revelarnos contra un sistema corrupto y unirnos al verdadero camino de la salud. Una época de engaño y manipulación donde las fuentes de información más valoradas en las que usted confía, están secuestradas por intereses eminentemente económicos y de poder. Atravesamos la época donde el marketing, el consumismo, el miedo, la política, etc, nos manipulan, a favor de sus intereses, privándonos de nuestros derechos.

Estamos en manos de corporaciones que dirigen gobiernos y países, donde poco se puede hacer contra ellos. Nuestros Sistemas de Salud nos están fallando porque los gobiernos corruptos, las corporaciones y los medios de comunicación constantemente nos bombardean y alimentan hasta la saciedad con mentiras diarias, las cuales, finalmente son aceptadas como la "verdad". Respondiendo a esos intereses, se desacreditan y denuncian la homeopatía, la acupuntura, las “vitaminas”, u otras prácticas alternativas. Denunciar las diferentes prácticas de salud conocidas como “medicinas alternativas” es “escupir hacia arriba”, porque la medicina convencional está llena de prácticas no basadas en la evidencia científica. Gran parte de la efectividad de la medicina convencional tiene que ver con aspectos no científicos.

La ciencia médica basada en el conocimiento obtenido mediante la mejores métodos científicos, está llena de conclusiones irrelevantes para los pacientes, lo que hace que su introducción en la práctica médica sea irracional y, con demasiada frecuencia, incluso dañina. Los argumentos utilizados por los defensores de la medicina convencional contra las medicinas alternativas son “positivistas e ingenuos” y no aceptan la más mínima crítica de fondo.

Existen prácticas etiquetadas como “alternativas” que han pasado a ser consideradas convencionales cuando la ciencia ha sido capaz de comprender los mecanismos biológicos implicados y evaluar adecuadamente sus resultados, y existen, ensayos clínicos que han demostrado la efectividad de determinadas prácticas alternativas que han sido rechazadas por la medicina convencional por su “falta de rigor científico”, un argumento poco científico; de hecho, muchos medicamentos oncológicos han sido aceptados en la práctica médica con menos evidencias que las terapias alternativas. Debemos comenzar a escribir paginas de esta época para intentar despertar un movimiento cívico general contra el negocio de los medicamentos, contra la generación de miedo para alimentar el negocio de la salud, contra la expropiación de la capacidad de decisión y elección de los tratamientos alternativos reconocidos científicamente.

La medicina convencional lleva a cabo una lucha encubierta contra las medicinas alternativas, intentando que estas prácticas queden fuera de juego y que sea la medicina convencional la que determine en exclusiva, qué es o no es salud y, por tanto, cuáles son los instrumentos legítimos para alcanzarla, es una estrategia autoritaria y medicalizadora, semejante al abuso de derecho que conceden las patentes o a la invención, que lleva a cabo la industria farmacéutica. Están recurriendo a estrategias invasoras, totalizantes, coercitivas, persecutorias, sustentadas en la generación de miedo y creencias irracionales. Ante esta lucha las medicinas alternativas, carecen de los medios idóneos de defensa y erróneamente están copiando el exitoso modelo de negocio de la medicina convencional.

Los ciudadanos deberíamos pensar que en una guerra solo gana el más fuerte y, en este caso, evidentemente la Industria Medico-farmacéutica tiene las de ganar. Solo la fuerza de los ciudadanos puede parar el avance fraudulento de esta industria, que juega con la vida y el dolor de las personas. Somos los ciudadanos afectados por esta lacra los que debemos evitar la expropiación del concepto de salud que se lleva a cabo tanto desde posiciones “científicas” como “alternativas”. Somos los ciudadanos afectados los que debemos desvelar y denunciar el fraude, con una férrea oposición. Somos los ciudadanos afectados los que podemos hacer viable la coexistencia de la medicina convencional con prácticas terapéuticas alternativas basadas en las tan repetidas evidencias científicas. Somos los ciudadanos afectados los que podemos conseguir un pluralismo terapéutico que no se base en los protocolos de medicación, sino potenciando la capacidad del organismo, evitando la batalla comercializadora ofreciendo más de lo que realmente se puede conseguir con un medicamento o un complemento alimenticio, es decir, evitar el engaño que ambas medicinas hacen.

Es posible estar contra los argumentos pseudocientíficos que defienden las medicinas alternativas y, al mismo tiempo, aceptar su papel “terapéutico” en ciertas condiciones y en determinadas circunstancias. Somos los ciudadanos afectados los que debemos exigir ser asesorados por profesionales sanitarios, para conocer cuándo iniciar un tratamiento centrado en la medicina convencional y cuándo y cómo recurrir a medicinas alternativas.

Abandonar al paciente cuando requiere información sobre otras terapias alternativas, es incumplir el compromiso moral que la medicina tiene con el cuidado. Sobre todo, ante ciertos fraudes y estafadores que también existen detrás de muchas de estas medicinas alternativas. Los ciudadanos afectados no podemos aceptar seguir utilizando los fármacos “basados en supuestas mejores evidencias”, como si fueran productos milagro y creyendo que su utilización no obedece más que a las necesidades de los pacientes y no a los intereses económicos de la industria farmacéutica.

Somos los ciudadanos afectados los que debemos cuestionar lo que los médicos, los nutricionistas, las instituciones y hasta la ciencia nos dicen sobre la salud, alimentación, medioambiente y estilo de vida. Es un acto autoritario de la medicina convencional, el pretender que todos creamos que solo ella cuida de nuestra salud, al mismo tiempo que desacreditan y privan al ciudadano de su elección por la medicina alternativas.

Los que no tienen miedo, no privan de nada a los demás.