La vaporización con fines terapéuticos
En primer lugar, es necesario explicar qué es eso de la vaporización y por qué tiene fines terapéuticos. La vaporización, que no hay que confundir con los cigarrillos electrónicos, es la inhalación de vapor de agua que transporta las propiedades de las plantas que empleemos para el proceso.
Dicho procedimiento consiste en calentar las plantas a una temperatura controlada y que regulamos digitalmente con el aparato, denominado vaporizador. Esta temperatura (que variará para cada planta) es elevada pero la planta nunca llega a combustionar.
Esto es debido a que se pretenden evitar los efectos perjudiciales de la combustión y sus subproductos tóxicos. Así, a diferencia del fumar, la vaporización es inocua.
Más aún; si tenemos cierta curiosidad por revisar los ancestrales conocimientos sobre hierbas y plantas, veremos que escogiendo las plantas apropiadas podemos emplear sus principios activos para tratar nuestras dolencias y mejorar poco a poco nuestra salud. Y es que los vaporizadores, a diferencia de los cigarrillos electrónicos, tan solo emplean plantas 100% naturales.
Supongamos que tenemos estrés o quizá que tenemos insomnio. El saber ancestral reconoce propiedades relajantes a plantas como la lavanda o la manzanilla, y propiedades sedantes por ejemplo a la pasiflora. El primer paso es escoger nuestro vaporizador.
Lo primero que debemos hacer es lograr un vaporizador. Existen multitud de modelos. Si el uso que le vamos a dar es principalmente en casa, escogeremos uno con conexión a red eléctrica. Si por el contrario, pretendemos poder llevarlo con nosotros en el bolsillo, escogeremos uno portátil.
El siguiente paso es comprar -o cultivar- la planta que vamos a emplear para nuestro tratamiento. Afortunadamente en las herboristerías es fácil encontrar plantas naturales orgánicas, esto es, que no hayan sido tratadas con pesticidas que podamos inhalar al vaporizarlas. De igual modo, podemos experimentar con cultivos sencillos caseros como por ejemplo la menta, una planta muy sencilla de cultivar en maceta y que requiere pocos cuidados.
Si vivimos en una zona donde el agua tiene mucha cal o no es precisamente muy pura, podemos usar agua embotellada o hervir nuestra agua antes de vaporizar. Una vez tengamos el agua y la planta, el proceso no puede resultar más sencillo: colocaremos un poco de agua y un poco de planta en el dispositivo, programaremos la temperatura de vaporización más indicada y en un minuto ya está listo. Para disfrutarlo, tan sólo siéntese relajadamente e inhale poco a poco, como haría con un cigarrillo. Solo que con un vaporizador usted tiene la certeza de que no está introduciendo sustancias tóxicas en su organismo. Más bien al contrario: es la mejor manera de aprovechar todas las propiedades curativas de las plantas medicinales.
Lo cual además revierte en fomentar un tipo de medicina que es sostenible, tal y como podemos ver en el libro promovido por la Universidad Nacional de Colombia, denominado Diálogo de saberes: plantas medicinales, salud y cosmovisiones.
En cualquier caso recuerde siempre que cuando hablamos de salud, lo más importante es que usted conozca su cuerpo, qué es lo que necesita (minerales y vitaminas en que es deficiente) y qué es lo que rechaza (tóxicos, conservantes, colorantes, químicos, etc.).