La danza, movimiento, terapia y la salud
La concepción de salud que usamos en la Danza Movimiento Terapia (DMT), tiene como principal eje el aceptar el sujeto como una unidad, como siendo su cuerpo “(...) que a medida que se hace, genera y organiza sus funciones, formando al mismo tiempo “una vida interior”, un psiquismo producto de la cultura”. (Reca, 2005, p. 150).
No compartimos las teorías que reducen a los pacientes a sus diagnósticos, que dividen, segmentalizan, y separan a uno de su cuerpo.
Como danzaterapeutas miramos a quién nos acompaña como personas complejas, que tienen una vida, una historia, “(...) cuyos límites y posibilidades se hallan anclados en sus experiencias pasadas (...)” (Fishman, 2008, p. 83), construidas en la dialéctica del cuerpo, como agente y testigo que genera vida al mismo tiempo que retiene su recuerdo, siendo agente de su historia “(...) cada individuo conoce a través de su acción y co-crea los mundos en que vive; a la vez que transforma, se transforma y de este modo va construyendo su cotidianeidad” (Varela, Thompson y Rosca, 1997, Najmanovich, 2005 aput, idi ) como sujeto con deseos límites y posibilidades.
Entendemos los síntomas como partes de un rompecabezas, como una biografía que poco a poco es desvendada por el sujeto en la relación terapéutica. En este sentido, el propio cuerpo es en sí un síntoma (Reca, 2005), una historia, una vida a ser leída y que puede ser reconstruida en un nuevo camino a procura de un mejor bienestar, de unidad, de equilibrio, de salud.
La concepción de salud no está relacionada a la presencia o ausencia de enfermedad (exclusivamente), no está restricta a la parte enferma, y sí a la persona como un todo, en su contexto socio histórico.
El origen de la Danza Movimiento Terapia (DMT)
La Danza Movimiento Terapia (DMT) tuvo un largo camino al encuentro de la ciencia, su surgimiento conectado a un momento histórico singular, la II Guerra Mundial, solo fue posible gracias a un acúmulo de factores. Panhofer, explica los factores en el siguiente orden:
- Antiguas formas de danza relacionadas con la terapia. La humanidad ha danzado desde siempre, para explicar el mundo, para entender las estaciones, para controlar el tiempo y las enfermedades. “La curación por medio del ritmo, los rituales de grupo, el trance a través del movimiento y la danza pertenecen a la tradición y a la vida cotidiana de muchas culturas antiguas.” (Schott-Billman, 1972 apud Panhofer, 2005 p. 52). Estas tradiciones son populares, hacen parte de un momento en la historia donde los seres humanos estaban en comunión con la naturaleza, por esto los ritmos tan importantes, de la tierra, de sangre, del grupo a que pertenecían y que a través de este se comprendían los cambios. Con el desarrollar de la historia, seguimos encontrando la danza relacionada con la espiritualidad, como en el Oriente donde forman parte de la vida religiosa y espiritual. (Chaiklin, 2008). Fue esencial para la formación de la DMT rescatar esta fuerza grupal de la danza, la importancia del ritmo y del movimiento para sanar. (Wengrower y Chaiklin, 2008).
- La libertad de la improvisación conquistada con la Danza Moderna. Al hablar de Danza Moderna nos vienen nombres como Isadora Duncan, Ted Denis, Ruth Shawn, Martha Graham, Doris Humphrey, Marian Wigman y Rudolf Laban, y muchos otros. Nombres que construyeran el camino para liberar la danza de sus aspectos más formales, de abrir los escenarios para la improvisación, para la expresión de sentimientos, para la autenticidad del sujeto, o como decía Isadora, “(...) que, en “su danza” los artífices del bailar desaparecen y los grandes ritmos de la vida pueden brotar a través del instrumento físico.” (Panhofer, 2005 p. 53).
- El desarrollo de la psicoterapia y sus posibles acercamientos al cuerpo. Los dos factores antecesores son muy importantes para la formación de la DMT, pero sin el desarrollo de la psicoterapia no tendríamos la base para entender el sujeto como un todo, nos faltaría una teoría de la subjetividad a que conectarnos. Para esto tuvieran papel importante Freud, Adler, Jung, que desarrollaran los varios caminos desde la psicoanálisis. Freud hablando del inconsciente y que el primer yo era un yo corporal; Adler conectando las emociones como motivadoras, la mente como organizadora y el cuerpo como quién ejerce la acción; y Jung, con la imaginación activa, tan importante para el trabajo de improvisación. (Panhofer, 2005). O Wilhelm Reich que desarrolló toda una teoría psicológica basada en el cuerpo, llegando a la conclusión que las “(...) manifestaciones psicosomáticas no eran “el resultado”, ni las “causas” ni el “acompañamiento” de los procesos “psíquicos”; eran sencillamente esos procesos mismos en la esfera somática.” (Reich, 2006 p. 213).
Con la II Guerra Mundial, hay muchos desplazamientos de poblaciones y acabamos por ver concentrados en Estados Unidos e Inglaterra gran parte de estas influencias, que junto a bailarinas empiezan a coser la Danza Terapia y dar voz a un cuerpo en danza. Reca define el cuerpo en danza, como un impensable, ya que “ha sido un cuerpo silencioso, sin palabras para conocerse y hablar de sí mismo y por sí mismo: un cuerpo mudo por ser básicamente un cuerpo femenino.” (2005, p. 151).
Va ser por las manos, pies, cabezas, cuerpo de mujeres que danzan, que se va recuperar el poder de la danza ritual, la conquista de la improvisación de la danza moderna, conectar con las teorías psicológicas y empezar la Danzaterapia.
Este es el primer punto, y el último en la DMT, la visión que una persona es su cuerpo, y que su cuerpo, sus gestos, su manera de expresión son formados en su cotidiano, a través de la cultura de que es alimentada, al mismo tiempo que siendo sujeto, es capaz de transformar su medio.
Unidad entre la conciencia y el cuerpo
Hoy la ciencia nos ayuda en esta defensa, y en cuanto las pioneras de la DMT vivían la unidad cuerpo/mente, nosotros podemos demostrarla a través de experimentos de neurociencia. García, Pleven y Macagno (2006), nos hablan de la unidad entre la conciencia y el cuerpo:
(...) Según los recientes descubrimientos científicos, la mente no está localizada en un lugar específico, se encuentra en la estructura celular del cuerpo. Teniendo en cuenta que en el lenguaje común, se refiere con frecuencia a la necesidad de hacer una "mente local" (...). Como se indica por neurocientífico C. Pert, la mente almacena los recuerdos en el cuerpo de la columna vertebral, órganos y hasta la superficie de la piel, a través de la red de nuestro sistema nervioso con sus receptores y sinapsis. (...) La relación del cuerpo, por lo tanto, tiene un papel esencial para proporcionar y llevar la información en su totalidad, incluido el cerebelo.
Así, una vez más retomando las ideas de Reich, el cuerpo no solo es el que expresa lo que uno siente, es lo que lo retiene; al mismo tiempo que es el actor, es registro de nuestras vidas; es como un mapa viviente, que al mismo tiempo que hace el camino, lo recorre y lo guarda. Así la piel como límite, como nuestro mayor órgano, y como extensión receptora del mundo, es atravesada por todo nuestro sistema receptor, el primero responsable por nuestras memorias. No podemos separar la actividad mental, de nuestros sentimientos o de su encarnación corporal, pues este proceso dialéctico se realiza en el mismo espacio temporal y por el mismo organismo complejo, nosotros.
Si nuestra experiencia está en nosotros, es parte material de nosotros, va ser desde la danza, y el movimiento que la DMT va poder tener acceso a estas experiencias vivas.
“La DMT enfoca la vivencia del movimiento sentido y los sentidos del movimiento. Se compromete empáticamente con la experiencia intersubjetiva enraizada en el cuerpo." (Fischman, 2008 p.81). “Nos referimos a una interacción en la cual movimiento, gesto y postura expresan al individuo y permiten a su vez el conocimiento y la modificación de su psique.” (Chaiklin y Wengrower, 2008, p. 22).
Así hablamos una vez más de la totalidad, y como cuerpo que crea, piensa, e transforma somos asumidos por la DMT, que nos ofrece, a través de la experiencia corporal, el acto de acercarnos a nuestra conciencia a través del movimiento, al mismo tiempo en que ampliamos nuestras experiencias intersubjetivas. Así la DMT se transforma en la misma expresión de nuestra unidad. (Fischman, 2008).