El cuento del mago y las ovejas
Había una vez... un gran rebaño de ovejas que vivían libres y felices por todo el valle, comiendo hierba fresca y bebiendo agua cristalina. Pero un día, apareció un mago, al cual, le gustaba mucho comer ovejas. Y como quería tenerlas a todas muy cerca y, a su disposición, para cuando le entrara el hambre, instaló una larga valla circular de madera para tenerlas bien recogidas y controladas.
Pero como resulta que algunas ovejas eran inteligentes, se hicieron las preguntas de por qué y para qué, el mago hacía lo que hacía.
- ¿Por qué el mago ponía una valla? ¿Cuál era el interés del mago?
Así que, las ovejas, después de contestarse a dichas preguntas, se escaparon saltando la valla.
El mago, esta vez, pensó en construir una robusta pared de piedra para que las ovejas no pudieran escapar, pero como algunas ovejas eran muy inteligentes, hicieron agujeros en el suelo para escapar por debajo del muro.
El mago, después de ver como las ovejas se escapaban, se quedó pensativo con cierta profundidad, reflexionó con gran inteligencia, e hizo servir su gran magia intelectual. El mago ideó una sofisticada estrategia especial.
Así que, una de esas noches, convocó a todas las ovejas para darles un gran discurso amistoso.
El mago empezó su gran discurso felicitando a las ovejas y hablando de cosas muy obvias, a las cuales las ovejas asentían y apoyaban, como por ejemplo: que él sabía que les gustaba la hierba fresca, el agua cristalina, vivir en comunidad, la libertad... y que, además, él les aseguraba que tendrían siempre hierba fresca y agua a su alcance para todas sus necesidades básicas, etc., y entre cosa obvia y cosa obvia, el mago introducía palabras que no eran tan obvias...
Palabras de manipulación que, las ovejas, se iban tragando sin darse cuenta.
El gran discurso se alargaba y se alargaba, y a muchas ovejas les empezaba a entrar sueño. Y cuando estaban todas somnolientas y medio dormidas, el mago se acercó a la oreja de cada una de ellas para susurrarles cosas...
A una le dijo que era la más inteligente de todas, a otra que era la más importante, a otra que era la más apta para ejercer de autoridad, a otra que su oficio era el más digno comparado con otros oficios, a otra le dijo que era mucho mejor que las otras en todos los aspectos, a otra que era más rápida, a otra que era más amable, a otra que era más buena, a otra que era de las más trabajadoras, a otra que por sus conocimientos era mucho más que las otras, a otra que era de las más competentes, a otra le dijo que sería una gran policía y que vigilaría a las que no cumplen las normas por el bien de la comunidad, a otras que serían las cabecillas de los brazaletes blancos, a otras que serían las cabecillas de los brazaletes rojos, y así, una tras una, el mago fue adormeciendo a todas las ovejas, dando cargos importantes y repartiendo roles y personajes.
Todas las ovejas se quedaron hipnotizadas por los cargos importantes, por los roles y fascinadas por los personajes, de tal modo, que empezaron a identificarse con ellos más que con su condición de oveja. Las ovejas empezaron a sentir que eran mejores que otras ovejas. Se convirtieron en que eran lo que hacían.
Así que, las ovejas, dentro de ese sueño, empezaron a vigilarse y a controlarse unas a otras.
Por tanto, el mago muy satisfecho de su contundente y profesional estrategia, ya no necesitaba fabricar ninguna valla material. Las controlaba, haciendo que se controlaran a ellas mismas.
Las ovejas, actualmente, siguen vigilándose unas a otras, y si hay alguna que se despierta la multan, la castigan, la arrestan o la llevan al calabozo por traidora y por revolucionar el orden establecido y el de los demás hasta que dicha oveja traidora se vuelve a dormir. O bien, si sigue despierta, vivirá encerrada y controlada por el castigo.
Incluso, cuando el mago desde su torreón ve que se pelean los bandos del brazalete rojo contra los del brazalete blanco, le da exactamente igual, porque lo único que le interesa al mago es tener a las ovejas controladas y a su disposición, para comerse una cada vez que le entra el hambre.
Cuento de Albino Amato
Algunas reflexiones finales
El cuento del mago y las ovejas continúa funcionando hoy en día.
El mago no quiere que las ovejas se despierten.
Y las ovejas de tu alrededor, tampoco quieren que te despiertes.
Los que viven durmiendo quieren que sigas durmiendo como lo correcto.
Solo, cuando se despierten un número elevado de ovejas, una masa crítica, que no las puedan hacer volver a dormir, será cuando la hipnosis del mago perderá su fuerza y su magia.
La estrategia del mago es un gran truco de magia que funciona.
Si las ovejas se identifican con su personaje, se van a matar entre ellas, porque no van a saber que están haciendo teatro. Y porque van a defender su personaje como si se tratara de su propia vida y valía.
Las ovejas se creen que son el rol que realizan.
Cada uno debe despertarse a nivel del SER.