La meditación
Todos aspiramos a llevar una vida satisfactoria, con los menores sobresaltos posibles, con la idea de la felicidad resultante. Por eso buscamos y buscamos sin cesar herramientas y conocimientos que nos ayuden a completar nuestra vida.
Ahí ante nosotros aparecen metodologías, consejos, técnicas, recomendaciones, artes milenarios de cómo vivir con salud y ecuanimidad, que inundan nuestra mente de información, difícil de consumir o digerir en el mejor de los casos y, en el peor, inyectando en nosotros más incertidumbre y desasosiego.
Entonces, en vez de tranquilizarnos, esta búsqueda por alcanzar paz interior se vuelve un componente más que nos irrita y preocupa y desorienta. ¿Por dónde empiezo? ¿Qué me convendría a mí particularmente? ¿Quién tiene razón? ¿Cuál es el camino a seguir?
Hacer yoga, cuidar la alimentación, estar en contacto con la naturaleza, practicar la respiración consciente, vivir en el presente, aquí y ahora y dormir bien; hasta ahí llego.
El error más frecuente se encuentra en focalizar nuestra búsqueda fuera de nosotros mismos. Esperamos encontrar la varita mágica que nos toque y que, siguiendo los pasos que nos indican, resuelva de una vez y para siempre nuestro estado de ansiedad, acorralando nuestros miedos y enterrando nuestras frustraciones. Buscar afuera es el fallo. En realidad nuestro desafío debiera ser buscar dentro de nosotros mismos. Somos un sinfín de información y estamos llenos de respuestas. Todo está dentro. Debemos escucharnos.
Entonces ¿cómo ahondar en nosotros mismos?
Bueno, está claro que cada uno debe encontrar la forma que mejor se ajuste a su necesidad. Yo recomiendo la meditación.
La meditación es la que me ha rescatado en diferentes momentos de mi vida y me ha permitido sobrevenir vicisitudes difíciles de afrontar. Es un verdadero arte pensar pero es indispensable saber dejar de pensar, parar, cuando la vida te pide a gritos que pares, focalizarse en el momento presente, no resistirse a lo que inevitablemente es oponiendo resistencia.
Meditar es la opción para recuperar la energía vital, para hallar sosiego en la desesperanza y vivir una vida más plena, más cercana a la naturalidad del ser humano que somos.
Ese silencio diario, de encuentro con nosotros mismos nos lleva adentro, muy adentro de nosotros.