El crecimiento personal es de valientes
Valoramos mucho las fórmulas para lograr nuestros objetivos. Fórmulas de casi cualquier cosa. Claves y tips que garanticen un resultado, que nos abrevien el camino para conseguir lo que queremos. Y en ese anhelo, tendemos a seguir instrucciones que nos lo pongan fácil. En el terreno del cambio y desarrollo personal, no es diferente.
Solemos plantear la resolución de un problema buscando en las causas que lo provocan. Razonamos en busca de los "porqués" de las cosas con la esperanza de evitar que se repitan las consecuencias. Sin embargo, cuando se trata del cambio personal, de gestionar estados anímicos, de dar respuestas eficaces o de modificar hábitos de conducta, las cosas se complican.
Este podría ser un esquema del enfoque convencional:
- Tiendes a pensar: por qué me ocurre tal o cual cosa, qué causas están detrás del problema, cuál es el momento en qué comenzó. Date cuenta que pensar así te sitúa en el pasado.
- Cuando descubres una razón, una posible causa, un porqué, sientes cierto alivio. ¡Ya sabes dónde está el origen!
- Pero puede ser que el asunto se enrede. Ya sabes qué te pasa, sabes por qué te pasa y sin embargo no consigues remediar que te vuelva a pasar.
- El modelo de buscar “porqués” no garantiza el aprendizaje de nuevos recursos.
¿Qué tal si probamos a plantearlo de otro modo?
- Piensa qué te pasa, defínelo, descúbrelo. Hazlo pensando en lo qué te pasa a ti, en cómo te sientes tú. Y no metas a nadie más.
- Puede que lo definas en términos de “lo que te hacen sentir los demás” o “lo que ocurre porque tal o cual situación son imposibles”, o cualquier otra explicación donde el problema parece de nuevo venir de una causa o por alguien o algo. Evita esta forma de definirlo.
- Prueba otra vez: Describe qué te pasa cuando tienes ese problema, en estos términos:
- Me siento.... (abatido, irritado, confuso, con miedo, inseguro, ...etc.). Y recuerda, debes definir lo que te pasa exactamente en esos momentos.
- Lo que estoy haciendo es "tirar la toalla", "enfadarme con...", "hacer algo que no quiero". En definitiva, cómo te comportas y qué haces a consecuencia de tus sentimientos.
- Después de desahogarte de lo que sientes y piensas, empieza a pensar en el futuro. ¡Si! ¿Cómo repercutirá en tu futuro el que sigas sintiéndote así? Vete al futuro y mira qué pasará si te sigues sintiendo así. ¿Cómo estará tu cuerpo, tu mente, tu energía, tu vida? ¡Puede que sea un auténtico desastre para tus planes!
- No te alarmes, sólo es una imagen y un pensamiento. No es real.
- Ahora viene una ducha de agua fría: ¿Qué beneficio sacas de sentirte así? Ok, me dirás que ninguno, probablemente. No hay muchas ventajas en sentirse mal. Sin embargo, te aseguro que algo bueno tiene. Se trata de una especia de "ganancia secundaria", obtener el beneficio de no tener que afrontar algo difícil. Por ejemplo: “me siento tan mal que no seguiré adelante con el plan”, “odio tanto lo que me han hecho, que abandono”, "ahora ya no puedo ocuparme de tal cosa", etc. Todo lo anterior va a evitar que serenes tu pensamiento y des los pasos en la dirección del cambio. En cierto modo te eximen de tener que superarte.
- Entrando en calor y sobre todo en conciencia, puedes observar qué sentido tiene el malestar. ¿Para qué te pasa lo que te pasa? Compensa salir de la zona de confort y dejar de obtener ganancias secundarias del victimismo. El regalo es ser protagonista de tu vida y encontrar tus propias fórmulas para alcanzar metas.
- Este enfoque te lleva directamente a mirar de frente tu realidad y plantar cara a los miedos.
¿Alguien dijo que crecer personalmente era fácil?
Crecer personalmente es una tarea de valientes. Da mucho “respeto” meterte en tu propia piel y mirar dentro para ser fiel a valores de integridad personal. SIn embargo, afrontarlo y superarlo es el mayor regalo que puedes hacerte. Tal vez necesites pedir ayuda profesional, o tomarte un tiempo para ti o ambas cosas. No nacemos sabiendo, sino que vivimos para aprender. Así que dejar de auto-victimizarnos y tomar las riendas, es crecimiento personal. Y lo es por dentro y también por fuera, porque, aunque no se manifieste, es imposible apagar tu luz si brilla con humildad y pureza.
Si te das cuenta, aquí sólo hay futuro. Un futuro donde importan los "para qué". ¿Para qué te ocurre lo que te ocurre? Afrontarlo te dará un crecimiento personal que será el principio del cambio consciente. Lo emprendas hoy o cualquier otro día, es una de las asignaturas más importantes de la vida.