Ninguno tenemos el control de nuestras vidas
Somos el fruto de una programación ancestral que nos controla.
Empecemos desde el principio. ¡Somos una célula programada para sobrevivir y reproducirse, con un impulso de inmortalizarse! Y para ello tenemos un sofisticado sistema de adaptación al entorno que nos ha permitido, a lo largo de millones de años, desarrollar un sistema de percepción y un sistema motor para poder movernos y expandirnos más y mejor... o sea, somos el fruto de la adaptación de millones de años para sobrevivir y eso es lo que está grabado a fuego en nuestro ADN, la acumulación de aciertos y de errores, memorizados, y de sistemas de supervivencia a través de adaptarse a las situaciones exteriores.
Pero, ¿cuándo comienza el problema aquí? El resto de las especies no sufren psicológicamente, ni están tan enfermos como los Homo Sapiens Sapiens, que son supuestamente los reyes de la naturaleza y los grandes depredadores vencedores, inteligentes y tan creativos...
Pues cuando además de la programación compartida en nuestro ADN con el resto de las especies, surgió "la conciencia de sí mismo". He aquí el quid de la cuestión: ser o no ser.
El Homo Sapiens se hizo consciente de que era, de que existía, y de su mortalidad, de su incierto futuro, y empezó la dualidad cuerpo-mente, pues empezó a "verse a sí mismo", separado de la naturaleza y del resto de su especie, en una sensación única de "identidad" individual y comenzó la búsqueda del Yo Soy ¿Quién soy yo?
Esta tremenda lucha que se da en el cerebro de todo ser humano, normalmente a partir de la pubertad, donde se perciben dos impulsos, a saber: la programación heredada genéticamente de millones de años de evolución y adaptación, que te compulsa a la supervivencia personal y de tu especie, impulsándote a "buscarte la vida" y reproducirte, como a cualquier organismo, sumado a la necesidad de desarrollar tu identidad.
Desde niños surgen atisbos de esta conciencia que se solapa con las necesidades básicas de nuestra biología, en forma de necesidad de protección, nutrición y pertenencia (ser valorado y reconocido por el grupo), pero sumado a ese sí mismo, que se traduce emocionalmente con esas mismas necesidades de pertenencia, nutrición y protección.
Y de esto va surgiendo esa personalidad programada, compulsiva, pues ya desde muy pequeño se nos van a dar las pautas familiares que sirvieron a nuestros ancestros para sobrevivir en la sociedad humana, en esa lucha compleja entre biología e identidad, y como cada cual se fue adaptando como pudo, afiliándose a creencias y comportamientos que les sirvieron, pues así te lo fueron trasladando, de dos formas: verbal y epigenéticamente.
La verbal ya la conoces, pero la segunda, la Neuroepigenética, es de muy reciente descubrimiento. Se han hecho experimentos y se ha recogido mucha información psicosocial donde se evidencia que en etapas tempranas de desarrollo de nuestro sistema nervioso, en el mismo útero, las impresiones de la madre y de su entorno (que también han sido programadas, a su vez, por sus padres y experiencias) van codificando la respuesta programada de su cerebro y sistema nervioso autónomo.
Así pues, se observó que en ratas preñadas sometidas a estrés, les surgían ratitas estresadas con una respuesta excesivamente agresiva a los estresores (¿no te suena esto a los niños nacidos ahora, de una generación de madres trabajadoras, sometidas a estrés, con tendencia a la hiperactividad, agresividad y TOC?). Pero, asimismo, se evidenció que las ratas madre que cuidaban afectuosamente a sus crías, con muchos lametazos y demás, ofrecían una respuesta al estrés mucho más tranquila y resiliente.
Esto se trasladó a estudios de grupos humanos sometidos a algún tipo de estresor, como hambrunas después de las guerras mundiales, y se evidenció que las respuestas psicológicas y fisiológicas de estos hijos eran mucho más vulnerables al estrés, enfermándose y sufriendo trastornos psicológicos, como depresión y ansiedad muy superiores a lo normal. Y se evidenció que estas conductas, epigenéticamente grabadas, se trasladaban hasta dos y tres generaciones después.
Para que entiendas que es eso de epigenéticamente, es la capa que hay por encima de tus genes y que es sensible al entorno al que te adaptas, de modo que va a activar o desactivar una serie de genes u otros, con el objeto de que puedas adaptarte a ese mismo entorno.
O sea, que lo que le ha pasado a tus bisabuelos y abuelos te llega hasta la programación de tus respuestas neurofisiológicas. Eso es lo que habita tu inconsciente más profundo: adaptación al sufrimiento, escasez y dolor de tus ancestros, grabado celularmente, así como anclaje de patrones de percepción y conductas que sí les sirvieron para sobrevivir a ello... y no todos tus ancestros usaron su parte más humana (racional y social) para sobrevivir: algunos tuvieron que matar, mentir, robar o lo que fuera necesario para ello.
Y para más inri ahora llegas tú, con tres impulsos a los que te sientes vinculado, de más inconsciente a más conscientes: tu biología que te llama a la supervivencia y reproducción, tus ancestros con sus decisiones y tu propio yo soy, con el impulso de autorrealización, y todo ello además condicionado por lo que ocurrió en tu infancia, o sea, si te sentiste emocionalmente reconocido, nutrido y protegido.
Porque si no es así, lo que surgirá de todo ello es una especie de barullo interno, donde sientes necesidades contrapuestas que te compulsan a la vez que te bloquean: el miedo a sobrevivir, sumado a la necesidad de cubrir emocionalmente las carencias de tu niño interno, a la vez que una necesidad de expresar tu verdadero Ser.
Y todo esto conforma nuestro Ego o idea ilusoria de identidad, con un discurso disfuncional que vamos todo el día repitiendo en nuestros cerebros y a nuestras relaciones íntimas, con esa necesidad de reafirmación y reconocimiento, con ese anhelo de autorrealización, repitiendo patrones que no hemos elegido pero que hemos heredado y que defendemos con la propia vida, en definitiva, con un delirio que solo nos lleva al sufrimiento y la compulsión y nos impide sentirnos jamás libres y completos.
Y es que no elegimos nuestras vidas y por eso creemos que si somos ricos o amados nos vamos a sentir mejor... pero al final la vida nos demuestra que eso no es real.
Como Homo Sapiens Sapiens hemos dejado de lado nuestra verdadera naturaleza animal, para creernos una especie de identidad mental que habita en lo alto de nuestras cabezas y funcionamos en "piloto automático", arrastrados por la inercia de una sociedad que nos empuja desde el binomio del "miedo ancestral a la supervivencia-deseo de realización", atrapados en una estresante vorágine de actividad, que no nos lleva más que hacia la autodestrucción y sufrimiento colectivo.
Es por esto que necesitamos hacer un alto en el camino y echar un vistazo a nuestro interior. Parar el automático tiovivo de nuestras vidas, que creemos reales, para darnos cuenta de que lo que nos decían los antiguos sabios podría ser verdad: esta vida es una creación ilusoria de nuestro ego, sombras en la caverna de Platón que nos hipnotizan, y que la única salida es "conocerte a ti mismo".
O sea, ¡despierta del sueño!, observa tu programación, tu compulsión, ¿Cuántas de tus ideas y creencias son verdaderamente tuyas?, ¿tus actitudes son tuyas o heredadas familiarmente, con las que has tratado de adaptarte a tu infancia, compensando las deficiencias de tus padres y tratando de cubrir tus necesidades emocionales no cubiertas?, ¿actúas tomando libremente cada día tus decisiones creativas para construir tu vida o sigues esa compulsión heredada, que se manifiesta en miedo a no sobrevivir, física y emocionalmente?, ¿qué te agarra a tu vida si no eres feliz en ella?, ¿eres realmente feliz en tu vida?
Transformarse en 21 días
La buena noticia: tienes un cerebro y un ADN plástico que puedes transformar en 21 días para crear una nueva circuitería, una nueva programación y una nueva respuesta neuroepigenética en tu organismo. Además, tu ADN tiene un programa de sobreadaptación, que le ha permitido a lo largo de la historia crear creativas y poderosas mutaciones para adaptarse a cualquier situación que se le haya presentado, como puedes ver a tu alrededor en la maravillosa danza de las especies y la belleza que te rodea.
Y sí, en solo 21 días tu cerebro puede mutar y crear nuevas conexiones... pero eso pasa por desechar toda nuestra historia y drama personal que tanto nos define y tanto defendemos con gritos y llantos, como algo que fuera real.
¡Nada de lo que nos ha ocurrido es real! Es solo la interpretación emocional y condicionada que hemos hecho, emocionalmente, de nuestras circunstancias... ¡te aseguro que tu perro jamás lo hubiese interpretado así!, y la evidencia es que tus hermanos no lo han interpretado como tú.
¿Estás dispuesto a ser más realista, aceptar los hechos sin los prejuicios de una mente programada emocionalmente y a soltarlo todo para reconstruirte desde tu cuerpo y no desde tu ego?, ¿a aceptar que eres fruto de una programación basada en la necesidad ancestral de supervivencia y adaptación a un entorno hostil?, ¿a aceptar tus necesidades emocionalmente no cubiertas que te motivan a conductas adictivas y repetitivas?, ¿a estar dispuesto a tomar control de tu biología y hacer uso de tu grandeza como Ser consciente, con un corazón que te posiciona por encima de sus impulsos básicos?
Pues eso es lo que te proponemos desde el Mindfulness Regenerativo y el nuevo método de procesamiento neuroepigenético, después de años de investigación y refinamiento de la técnica a través de miles de tratamientos con éxito.