Qué es el chamanismo
Desde la aparición de la obra de Mircea Eliade, “Chamanismo y técnicas arcaicas del éxtasis” bajo el termino siberiano “chamanismo” se ha englobado prácticas de distintas latitudes coincidentes en su trasfondo. Su practicante, el “chamán” es una suerte de intermediario entre el mundo compartido y las fuerzas sobrenaturales que habitan y animan el cosmos.
El chamanismo está en la base de las formaciones religiosas, antes de que se volvieran estas últimas rígidas. En un principio, las religiones comienzan con prácticas chamánicas que ponen a los adeptos frente a frente con lo divino. A medida que las sociedades crecen, surge la especialización y así, poco a poco, surge una suerte de monopolio en esta relación, naciendo la figura del chamán.
Podemos plantear un ejemplo imaginario pero no por eso irreal. Supongamos que cierta comunidad está azotada por una sequía, las lluvias no llegan y la población comienza a sufrir las consecuencias. Ante esto se deciden enviar un grupo a visitar un lejano árbol que desde generaciones veneraban. Frente a él y, de alguna forma, los representantes de la comunidad entran en comunicación con el árbol para que este propicie las lluvias. Este a su vez se comunica exigiendo un tributo, por ejemplo, alguna bebida alcohólica que debe ser derramada a su pie.
Poco después, realizada la ofrenda, la comunidad se encuentra beneficiada por la esperada lluvia. Al tiempo la sequía asola nuevamente y recordando lo anterior la comunidad vuelve a ofrendar su tributo alcohólico llegando nuevamente, al poco tiempo, la líquida bendición.
Es así que la ofrenda se vuelve rito y, en adelante, se recordará que, en caso de sequía, se le debe ofrendar bebida alcohólica al árbol. Yo no se lo consulta más, se establece un rito rígido cuyo origen mismo puede llegar a ser olvidado. Este es un ejemplo de la conformación de un rito religioso basado sobre un rito chamánico. Las prácticas que en un principio eran definidas en relación con los “espíritus”, en el caso anterior al espíritu del árbol, pasan a ser fijas. Así la práctica se transforma en un acervo fijo, en religión.
Eliade en su trabajo antes citado, describe muy profundamente el fenómeno y su difusión en el orbe, poniendo foco en el estado alterado de conciencia buscado por los chamanes para sus prácticas. Si bien esto es en gran parte cierto, es una lectura externa del fenómeno.
Lo esencial no es tanto el trance chamánico para acceder “a otro mundo” o “a otro estado” como la existencia de ese "otro mundo" y la posibilidad misma de relacionarse con él.
Para la Cosmovisión chamánica, todo está vivo y, por tanto, con todo podemos relacionarnos. Podemos vincularnos con las piedras y sus entidades, con el espíritu de las aves, como con nuestro cuerpo y sus afecciones. El chamanismo puede ser, tanto una forma de adquirir conocimiento como de resolver situaciones. El animal de poder, ser mágico que nos acompaña, puede tanto impartirnos sabiduría como murmurar las soluciones a nuestros problemas vitales.
En definitiva, el chamanismo nos ayuda a conseguir sabiduría, conservar la salud y adquirir fuerzas para afrontar los desafíos de la vida con mayor salud, poder y libertar.