La práctica desinteresada de la meditación o atención plena
Sobre la meditación se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo y a riesgo de repetirnos, los que nos atrevemos a hacerlo, esperamos poder aportar un elemento nuevo, un enfoque nuevo, algo -y disculpen la inocente presunción- que pueda enriquecer la comprensión y práctica de la misma.
Personalmente, y desde hace algún tiempo, intento huir un poco de la palabra "meditación", en su lugar, prefiero y me gusta emplear la expresión "atención plena".
¿Por qué "atención plena"?
Porque prestar la atención plena connota prestar todos tus sentidos, todo tu interés, todo tu ser; y con esto quiero decir, aprender a valorar aquello o aquel por quien prestamos nuestra atención, y ello requiere forzosamente nuestra estima.
Por ello, dar sin condiciones todo tu ser puede ser justamente, una bella forma de silenciar nuestro "Yo" por unos momentos siquiera, e invertir nuestra escala de valores en esta sociedad en la que las cosas se hacen a cambio de algo.
Invierto mi energía en aquello que "yo" creo interesante (o lo que es lo mismo, que me puede aportar algo: relajación, paz, equilibrio, bienestar,...). Y cuando digo "yo", me refiero al papel o al personaje que creo ser, al personaje con el que creemos identificarnos y es que la realidad la veo y describo según creo que soy.
La "atención plena" no es para conseguir algo, no se busca algo, porque en el momento en que enfocamos nuestra voluntad y nuestros sentidos en un objetivo/deseo olvidamos la visión global, lo que nos rodea, o acabamos relativizando todo en aras de esa meta. No invierto para intercambiarlo por algo, sino que invierto, es decir, le doy la vuelta a lo pre-establecido, a mis esquemas, a mis dogmas y al hacerlo, nuestra percepción de la realidad y de nosotros mismos cambia automáticamente.
Pero no nos fustiguemos por eso, nuestra "zona de confort" es nuestra referencia, nuestro sentido de supervivencia nos impele a mantenernos en ella; no obstante hemos de aprender a ampliar nuestros límites y repasar nuestra escala de valores, debemos aprender a dejar ir, a soltar; porque toda acción, todo gesto, cada uno de nosotros, tiene el mismo valor y es digno de ser estimado, aquí no entramos en fariseísmos.
Este no dar nada por supuesto, este poner en duda lo que creo que soy, y lo que creo que son los demás (como escribirá Castaneda en su obra «Viaje a Itxclán: la realidad, o el mundo que todos conocemos, es solamente una descripción», es decir y subrayo: nuestra descripción) puede ayudarnos a adquirir otra mirada, una nueva mirada sobre las cosas. No se trata de anularnos, tomémoslo como una oportunidad para re-descubrirnos.
La atención plena es interés y amor; en la estima plena no hay lugar para el "yo".
Este tipo de trabajo puede realizarse en cualquier momento, desde la práctica del Tai chi, Qigong, Yoga, etc., hasta el más sencillo gesto cotidiano como el preparar la comida, escribir, caminar, escuchar... Mejora nuestra percepción de las cosas repercutiendo en la eficacia y calidad de nuestra práctica, de nuestro hacer en la vida.
Cuando nuestros ojos y nuestros oídos están abiertos, las hojas de los árboles pueden enseñarnos tantas cosas como las páginas de las escrituras.Kabir, poeta indio del s. XV.