Lo que hacen nuestras emociones
De muchos es sabido que la mayoría de las enfermedades, por no decir que el 100%, tienen en su origen un componente emocional. Esta es la razón por la cual dos personas, incluso dos hermanos gemelos, ante las mismas circunstancias tienen resultados diferentes. Mientras una enferma, la otra puede estar totalmente sana.
¿Por qué sucede esto? Sencillo. Lo más probable es que el que ha enfermado ante la situación vivida previamente se encontrase en un momento de bloqueo emocional en alguna faceta de su vida. Mientras la otra persona que no ha enfermado, emocionalmente, se encuentra mucho mejor y por eso no se ha visto afectado por las circunstancias vividas.
Ejemplos de cómo los cuerpos de cada persona tienen reacciones diferentes ante las mismas circunstancias los tenemos en todas partes. Este es el motivo por el cual cuando hay epidemias, olas de frío o situaciones desequilibrantes del sistema inmunitario, no todos los vecinos de una población sufren de los mismos efectos secundarios. Mientras unos tienen problemas vanos o simples molestias, otros padecen patologías leves y otros severas.
Para todos ellos, la medicina convencional tiene su tratamiento. En función de los síntomas que presenten, así les darán una medicación u otra. Analiza los síntomas que presenta cada persona y le da una medicación u otra en función de la molestia física que tenga. Es decir, se centra en las respuestas del cuerpo de sus pacientes (dolor de cabeza, problemas respiratorios, quemaduras…). Pero, en la mayoría de los casos, no van al origen de las patologías. Pasan por alto el componente emocional de las mismas. Van al efecto y no a la causa.
Estado emocional y el estado físico
Con esto no queremos cuestionar la valía de la medicina de Hipócrates y Galeno. Para nada. La medicina convencional tiene una gran valía. Sobre todo con los grandes avances que hay en la actualidad, su aparatología, las operaciones, los trasplantes e infinidad de cosas más. Sólo queremos hacer ver la importancia del estado emocional de la persona y de cómo éste afecta al estado físico de la misma. De hecho, como comentábamos al principio, esto es algo conocido desde hace mucho tiempo y en muchas disciplinas.
Este es el caso de la terapia floral. Su descubridor, el doctor Edward Bach, a principios del siglo XX dio viva prueba de ello. Padeció infinidad de enfermedades y dolencias. Tanto es así que hubo un momento en el que le diagnosticaron de una patología mortal, le habían operado, pero el resultado no fue el que los médicos esperaban y le dieron tres meses de vida como máximo. Esto hizo que decidiese dedicar sus últimos días a hacer una contribución a la medicina. Y esta dedicación en pleno a su gran pasión, la medicina, es lo que le mantuvo con vida más de veinte años.
Sí, sí, has leído bien, más de veinte años. ¿Cómo lo hizo? Se centró en sus estudios de medicina. Comprobó cómo otros autores como Hahnemann, el padre de la homeopatía, defendían la importancia de las emociones en las patologías físicas de sus pacientes y la recuperación de las mismas. Trabajó durante un tiempo como homeópata en un hospital durante unos años. Pero cansado de trabajar con bacterias, decidió empezar a realizar estudios para encontrar remedios más puros.
La terapia floral
Así fue como descubrió y desarrolló lo que hoy conocemos como Terapia Floral. Comprobó cómo las esencias de ciertas flores silvestres ayudaban a equilibrar el estado emocional de sus pacientes y contribuían a mejorar su salud física, emocional y espiritual.
Bach encontró 38 flores con las que tratar infinidad de emociones nocivas para el ser humano. Algunos ejemplos de estas emociones perjudiciales para nuestra salud son la impaciencia, el sentimiento de culpa, la envidia, los celos, el rencor, el odio... y así una larga ristra. De este modo detectó que tratando las emociones desequilibrantes, sus pacientes no sólo mejoraban a nivel emocional. También lo hacían físicamente. Sus patologías sufrían grandes mejoras, incluso en muchos casos desaparecían de forma definitiva.
Afortunadamente, Bach compartió toda su sabiduría y ahora hay infinidad de terapeutas que trabajan con la Terapia Floral. Entre ellos tenemos a muchos psicólogos y médicos que lo que hacen es complementar sus tratamientos con las esencias florales.
¿Por qué? Porque es un tratamiento natural, no invasivo, libre de efectos secundarios nocivos y no crea dependencia en los pacientes que lo toman. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.) ya reconocía hacia finales de los setenta el valor terapéutico de las esencias florales.
Evidentemente, detractores siempre habrá. Pero pruebas de que tiene sus ventajas también las hay. Por eso, la próxima vez que te encuentres con una situación emocional que sientas que te quita tu paz interior, te invito a que visites a un terapeuta cualificado en esta materia y tomes las flores que te recomiende. Seguro que te ayudarán a mejorar emocionalmente y físicamente.
Que en definitiva eso es lo que deseamos, encontrarnos bien a todos los niveles.
Sé feliz y disfruta de la vida.