Mentiras y más mentiras
Aunque este no es un tema relacionado directamente con la salud, indirectamente lo es, ya que la justificación dada, si repercute en nuestro organismo.
Esta semana hemos recibido una noticia que preocupa no solo a los ciudadanos europeos, también a la industria del automóvil. Para 2050 no habrá vehículos de combustión. Creo que esta información a destiempo "desvaloriza" nuestros vehículos.
Aunque aún no ha sido aprobada la ley al respecto, ha comenzado la cuenta atrás para la eliminación de los vehículos de combustión y como excusa unánime nos presentan el problema de la “contaminación medioambiental”.
Pese a que es una realidad evidente que nuestros métodos y sistemas de evolución está causando la destrucción de nuestro planeta y nuestra salud, es totalmente FALSO que esta precipitación por eliminar los vehículos de combustión sea debido a la contaminación que producen éstos, y aun en el caso de que sea cierto, los diferentes Ministerios de Industria europeos han hecho caso omiso a este problema desde hace más de 25 años.
Y me explico:
Hace más de 25 años una sociedad española presentó un dispositivo basado en un principio científico de Michael Faraday el cual consistía en aplicar un campo magnético que reorganizaba las partículas de los diferentes combustibles, cuando las partículas de separan, dan lugar a una mejor combustión lo que lógicamente impide la producción de carbonilla.
El mencionado dispositivo fue presentado para su comprobación y análisis al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), el cual tras el cobro de una cantidad desorbitada, certificó que el dispositivo ahorraba un 20% de combustible y reducía la emisión de gases entre un 30 a un 40%, Aclarar que estos datos son aproximados ya que no recuerdo los datos concretos.
El dispositivo denominado DEMAG fue presentado a las revistas de automóviles causando un gran impacto además de la alegría de muchos conductores, “pero duró poco”. Días después de la aparición de la noticia en los medios especializados, el INTA en un comunicado a la empresa propietaria del dispositivo, le indicaba que, por un error en las mediciones y pruebas realizadas, los datos que habían sido presentados no correspondían a la realidad (otra gran mentira).
Tras realizar cientos de pruebas aleatorias en vehículos de gasolina y diésel, tanto en España como en Alemania, las pruebas a nivel particular fueron evidentes:
El dispositivo funcionaba mejor que lo que arrojaba el certificado del INTA.
El dispositivo, tras 60 días instalado, no solo ahorraba combustible y eliminaba la emisión de gases en un 45% desde el primer día, realizaba una limpieza integral del interior motor, y el aceite del motor aparecía limpio después de 18 meses.
Con el tiempo y basado en el mismo principio aparecieron en el mercado otros dispositivos, pero ya estaban preparados para descalificar estos dispositivos, calificándolos de estafa y fraude.
Como siempre, el problema fue el mismo “nada que pueda bajar los beneficios de las grandes corporaciones e industrias puede salir a la luz pública”. “Nada que no pueda ser patentado interesa a las grandes industrias”. El dinero calla a la verdad, enmudece a las personas y, en el mejor de los casos, anula a las ideas.
Finalmente, el dispositivo DEMAG fue utilizado como descalcificador para cafeteras, lavadoras y algún que otro motor. Como es normal, el poder y el dinero volvieron a triunfar
Como dijera Matthias Rath coautor junto a Paul Anthony Taylor y Aleksandra Niedzwiecki, en el libro “Las raices nazis de la UE de Bruselas".
La UE de Bruselas se retrata ante el mundo como un brillante ejemplo de una democracia del siglo XXI. Sin embargo, nada podría estar más lejos de la verdad.
"Los grupos financieros detrás del Cartel farmacéutico y del petróleo están interesados en el control de los grandes mercados mundiales que afectan literalmente la vida de todos los seres humanos. Un claro ejemplo de ello son los sectores de la alimentación, la salud y la energía.
Durante el último siglo, el Cartel farmacéutico y del petróleo ha ampliado sus mercados a estos tres sectores a través de compañías inversoras multimillonarias. La construcción de estos mercados mundiales gigantes se basa en dos herramientas estratégicas.
En primer lugar, el uso de patentes como instrumentos para monopolizar los mercados.
En segundo lugar, la desinformación pública con el objetivo de no informar sobre otras alternativas.
En consecuencia, en la actualidad, todos los habitantes de las regiones industrializadas del mundo pagan cerca de un tercio de sus ingresos disponibles como “tributos” para este Cartel.
Con el comienzo del siglo XXI, el Cartel se enfrenta a un reto totalmente nuevo: todos sus mercados claves (petróleo, medicamentos, productos químicos para la agricultura y OMGs) se ven amenazados por las nuevas tecnologías que, a la larga, reemplazarán los actuales mercados globales monopolísticos basados en patentes.
En esta situación, los intereses económicos que se esconden detrás del Cartel saben que sus empresas multimillonarias ya no pueden sobrevivir en una democracia. Por lo tanto, la construcción democrática de la UE de Bruselas es un paso estratégico hacia la creación de una dictadura mundial en nombre de dichos intereses corporativos. Al comienzo del siglo XXI, la humanidad se encuentra en una encrucijada.
Tenemos que decidir si queremos que los intereses del Cartel farmacéutico y del petróleo continúen dominando nuestras vidas, mediante la imposición de tecnologías obsoletas, o, si, por el contrario, estamos preparados para liberarnos del yugo, aprovechando las nuevas tecnologías, independientes y sostenibles, tales como las energías renovables, la salud natural con base científica y la agricultura orgánica.”
Muchas de las cosas que los gobiernos han impuesto a los ciudadanos habrían sido innecesarias con el simple hecho de haber sido analizadas con el único fin de ayudar a la población mundial, pero, nos han sido impuestas por mandato imperativo disfrazado de democracia. Somos corderos con un destino cierto: la humillación, el servilismo, el sufrimiento, el dolor, la miseria y todo aquello que el poder decida.
No se pueden poner los intereses económicos de los grupos empresariales por encima de la salud y los derechos de millones de personas. Nosotros, los ciudadanos europeos, debemos lograr una influencia directa en el proceso legislativo, sobre todo cuando se trata de nuestros intereses vitales, que por derecho nos corresponden.
Llegado a este punto y final, creo que deberíamos preguntarnos:
¿Quién es el gobierno para desvalorizar nuestros vehículo actuales?