¿Lo que llamo realidad es en realidad la realidad?
Recuerdo cuando era una jovencita que iba al instituto en una clase de naturales, el profesor hablando sobre percepción nos mostraba el típico esquema de la visión y cómo construimos lo que vemos. Mientras él explicaba, me preguntaba y creo que le pregunté, que si todos percibimos igual. Es decir, que si lo que yo llamo verde, es verde para ti también ¿lo estamos percibiendo de la misma manera ambos?
No recuerdo que me diera una respuesta convincente por que he seguido haciéndome la misma pregunta una y otra vez. ¿lo que yo llamo realidad, es en realidad la realidad? Encontré una respuesta a mi pregunta. La respuesta es No.
Lo que llamo realidad no es la realidad, sino mi forma de mirar el mundo. Estoy segura que aunque los dos coincidimos en que “esto es verde”, en cada uno de nosotros se da un proceso interno distinto que nos lleva a esa conclusión. A veces incluso podemos no estar del todo de acuerdo y tu dirás que es verde agua y yo verde esmeralda.
En mi primer año en la montaña, al tercer día de retiro vi un árbol que hasta ese momento no había existido para mi. Ese árbol estaba ahí desde el principio, pero no lo había visto y no podía haber aparecido así sin mas, tenía al menos 15 metros. Con el sesgo perceptivo de Colón hubiera podido decir que había descubierto el árbol pero en realidad lo que descubría es que lo que veo está condicionado por cómo miro. Descubrí que llamo realidad a la forma de percibir y percibo como soy, no lo que Es.
Ver lo que Es, es un estado de consciencia elevado que se desvela al abrir el corazón y al habitar el cuerpo, porque percibimos, procesamos y nos comunicamos con todo el cuerpo. Así podemos hasta darnos cuenta de que somos seres cósmicos conectados con toda la vida. Todo está vibrando.
No es una concepción arcaica - animista, como la películas de Disney que humanizan a las tazas o los animales, sino en la percepción total del espíritu de cada cosa, de su manifestación íntegra y capacidad de comunicación en la medida que emite y recibe energía, que tiene una vibración única con un impacto sobre su medio.
Así sucede con las plantas, con los animales y también con los minerales. Solo hay que abrir los sentidos para interactuar con la vida.
Para abrir la percepción y la mirada, hay que dar el paso de decirle Sí al corazón, al sentir. Hay que atravesar el miedo de expresar tu parte más auténtica, expandir la energía y, con unas fuertes raíces, dar frutos con tus manos, con tu voz y tu presencia. Vivir en la armonía que deviene de la integridad de tus pensamientos, emociones y actos sostenidos por una energía alta que se sabe conectada a la Tierra, inspirada por el Sol. Despierta al poder de dar vida, de encarnar sus sueños. Conocedora de los procesos y las leyes universales que encarna su cuerpo. Despierta la Sabiduría del vientre. Conectada con la matriz de la vida. Comprendiendo el lenguaje del cuerpo.
Y tú, ¿cómo lo ves?
A mi la felicidad me suena a anuncios de refresco. Nosotras vamos a emprender el camino de la Alegría, vamos hacia la conquista de un estado que no depende de lo que sucede afuera, sino que se sustenta en una vibración alta donde la energía fluye libre, sin interrupciones ni bloqueos por todo tu cuerpo. El epicentro de toda esa fuerza, en la Matriz. Vamos a abrir la percepción para, desde la presencia total, ver, mirar con todo el cuerpo.
El mundo necesita a mujeres conectadas con su potencial creativo. La consciencia corporal femenina es un camino sin meta que te llevará irremediablemente a conectar con el súper poder de Ser Tú Misma.