Política social que nos mata
Nuevamente estamos inmersos en elecciones, elecciones para elegir a los políticos que saquean nuestros bolsillos, que nos desposeen de nuestros derechos, que nos manipulan y que nos mienten una y otra vez. Políticos que nunca han solucionado las necesidades sociales del pueblo, políticos que nos obligan a la austeridad mientras aumenta la pérdida de empleo.
Cuando, debido a ello, el entorno familiar se ve en peligro, son varios los problemas que empiezan a aparecer, los más comunes son estrés y depresión. Los efectos pueden ser problemas gástricos, colon irritable, hipertensión, dolores de cabeza, entre otros. Si este estado continúa, se puede caer en cuadros de depresión. Esta afección es un gran factor contribuyente con la carga mundial de enfermedades, incluso puede llevar al suicidio.
Según la Organización Mundial de la Salud, el trabajo es beneficioso para la salud mental. Sin embargo, un entorno laboral negativo es nocivo llegando a causar problemas físicos y psíquicos.
El miedo a la pérdida del puesto de trabajo supone un problema que, sin duda alguna, puede tener considerables efectos negativos en la salud mental, como he dicho anteriormente, la ansiedad que desemboca en depresión, lo que afecta, no solo al trabajador en su salud mental, también repercute económicamente en la empresa por la pérdida de productividad.
Siguiendo con los datos de OMS, "más de 300 millones de personas en el mundo sufren depresión y más de 260 millones tienen trastornos de ansiedad", un trastorno que es la principal causa de discapacidad. Según un reciente estudio dirigido por la OMS, los trastornos por depresión y por ansiedad cuestan a la economía mundial 1 billón de dólares anual en pérdida de productividad. Por otro lado, es bien conocido que el desempleo es un factor de riesgo de problemas mentales.
Nos encontramos ante una forma severa de estrés que tiene su causa con la ausencia de trabajo contra la voluntad del trabajador sin expectativas de solución en el corto plazo. Otro factor importamos lo encontramos en el miedo a la pérdida de empleo, la precariedad laboral, el trabajo sin derechos.
Estas formas crecientes de estrés, más frecuentes en hombres, trascienden a los cuadros ansioso-depresivos habituales dando lugar a cuadros psiquiátricos más severos con riesgo para la propia vida.
La prescripción y uso de medicamentos ha crecido de forma variable en toda Europa. En España e Inglaterra aumentaron las recetas de antidepresivos, mientras que, en Suecia, un país con medidas más eficaces sobre el desempleo, el aumento se mantuvo en los niveles del 2009 un 6%.
Es un hecho el crecimiento significativo en la prescripción y uso de antidepresivos, ansiolíticos e hipnosedantes en España y en Europa. Al crecimiento de los problemas de salud mental en la crisis, hay que sumar la llegada de una nueva familia de antidepresivos más fáciles de seguir por los médicos que los "viejos" antidepresivos y mejor aceptados por los pacientes junto a la banalización del diagnóstico de depresión, ampliado dentro de la propia red asistencial a distintos malestares emocionales desencadenados por las dificultades de poder vivir dignamente.
Como podremos observar, las políticas sociales, no solo no funcionan, están provocando un impacto negativo sobre la salud en general y, sobre todo, sobre la salud mental, con especial hincapié en la patología psíquica, la mortalidad general y el suicidio.
Formamos parte de una sociedad en la que el trabajo significa la subsistencia propia y de la familia, introduce orden en nuestra actividad diaria, facilita la organización estructurada y estructurante de nuestra vida, aporta relaciones sociales más allá del ámbito familiar, amplía nuestras metas y objetivos personales, participa en la definición de nuestro estatus social, nos aporta identidad personal frente a los demás y mantiene y fomenta nuestra vida activa al imponernos la realización de una actividad. Algo esencial si tenemos en cuenta que el mantenerse activo y ocupado es una de las principales motivaciones para trabajar y que, uno de los mayores costes psicológicos de estar desempleado es, precisamente, el derivado de la propia inactividad.
Se han descrito múltiples riesgos del desempleo sobre la salud de las personas: aumento de la mortalidad general y por causa cardiovascular, con aumento de las tasas de hipercolesterolemia, de las enfermedades crónicas, de distintos padecimientos físicos (cefaleas y migrañas, enfermedad de Crohn, mayor riesgo de fatiga crónica, de padecimientos crónico-degenerativos y cardiovasculares (infarto, hipertensión y diabetes), de intoxicaciones y tumores También se han descrito, junto a una percepción más negativa de la propia salud, el aumento de conductas de riesgo en relación con la duración del desempleo: tabaquismo, obesidad y sobrepeso, consumo de alcohol y otras drogas, sedentarismo y menos consumo de frutas y verduras. Y en relación con la salud psíquica, cuadros ansioso-depresivos de carácter reactivo, abuso de alcohol y otras sustancias, tabaquismo, distintos síntomas psicológicos y psicosomáticos, trastornos del sueño, sentimientos de culpa, conflictos familiares, violencia doméstica e intentos de suicidio.
Podríamos plantearnos que la tasa de suicidios podría estar viéndose afectada por la crisis económica actual y su impacto sobre el desempleo.
Desde sectores profesionales se señala un aumento de las consultas médicas, del consumo de medicamentos y de las hospitalizaciones especialmente entre las personas desempleadas, por sus problemas de ansiedad, depresión, alcoholismo y consumo de drogas. El uso de drogas y de alcohol aparecen como vías alternativas para enfrentar el problema, ayuda a escapar de la realidad pero no solucionan el problema.
Desgraciadamente las decisiones de nuestros políticos, ha aumentado la independencia de las élites económicas frente al mundo del trabajador.
Los políticos se esconden tras la recesión económica. La falta de empleo se ha convertido en condición estructural creciente, agravada por la ineficacia de las medidas tomadas frente a la misma por los políticos. Pero éstos siguen manteniendo sus elevados sueldos y hasta se permiten el lujo de subirlos aún más.
Según Tu Salario:
- Felipe VI: 20.230,75 € / mensuales
- Juan Carlos I: 16.186,00 € / mensuales
- Pedro Sánchez: 6.621,50 € / mensuales
Según El Plural en su edición del 24 septiembre 2018: La subida salarial del 1,75% lleva a que, un diputado cobre 87.445,68 euros sin contar pagos en especie.
Según El Periódico en su edición 28 de abril de 2018: El sueldo base de un diputado es de 2.842,01 euros, además de una indemnización, de 1.842,10 euros para los de fuera de Madrid y de 872,27 euros para los electos por la provincia para "cubrir gastos", exenta de tributación. Además, el régimen económico de los parlamentarios contempla una serie de complementos mensuales en función del cargo que desempeñen, que oscilan entre los 700 y los 9000 euros.
“Esta es la verdadera lacra social”, como puede tenerse la poca vergüenza de que el sueldo de los diputados, que es pagado por los ciudadanos, sea cinco veces la pensión media y que el salario mínimo de los que trabajan para pagarles a ellos sea de 900 euros. Y mientras tanto los ciudadanos, enfermamos, nos suicidamos, no podemos pagar la hipotecas, no podemos pagar el alquiler, ni la luz y el agua.
Como diría L. Andor, Comisario de Empleo de la UE:
Desafortunadamente, en 2014 no podemos decir que tener un trabajo equivalga a conseguir un estándar de vida decente.
L. Andor
Hoy en 2019 estas declaraciones desgraciadamente siguen siendo válidas.