Coronavirus, una mirada antropológica
Lo que verdaderamente subyace debajo del Coronavirus es una crisis definitiva que nos va a terminar de perfilar como especie, retratando nuestro futuro más inmediato, y por supuesto, nuestro futuro a largo plazo. Y digo retratar porque la fotografía que se perfila en el horizonte para el ser humano es harta complicada si éste no es capaz de tomar conciencia como especie, como grupo y como conjunto en su totalidad.
Debemos ser conscientes, y pienso que ahora más que nunca, o mejor dicho, ahora o nunca, que somos un todo, que somos una única especie que necesita de la colaboración, la ayuda, la participación y sobre todo la conciencia de todos los que la conformamos. En el horizonte se ve la posibilidad de establecer una conciencia global, una conciencia común para todos nosotros, los homo sapiens, pero con el punto positivo añadido aún, y remarco que aún estamos a tiempo de ello, de poder hacerlo de forma voluntaria, por el bien común, integrando toda la diversidad y la pluralidad que el planeta encierra.
Me da la sensación de que año tras año, y sobre todo en los últimos decenios, el ser humano ha tenido la posibilidad, y por otro lado pero al mismo tiempo también, la obligación de hacer frente de forma diligente y resuelta a muchos desafíos que se han ido sucediendo y planteándose delante nuestro. A veces creo que, casi providencialmente, como servido en bandeja, se nos ha dado la oportunidad en repetidas ocasiones para que pudiésemos evolucionar hacia esa conciencia común y global como especie de la que hablo, y que creo que el planeta y nuestra existencia misma pide a gritos y sin demora.
Si echamos la vista atrás, que tampoco hace falta tanto, el mundo, dividido por sectores e intereses individuales y a la vista egoístas y parciales, ha estado luchando continuamente, algunos por los recursos básicos como el agua, otros por los recursos energéticos como el gas o el petróleo, sin olvidar además situaciones como por ejemplo la presión demográfica que se ha vivido en las últimas décadas y que ha sido apabullante, así como las grandes revoluciones tecnológicas y científicas que hemos soportado, las crisis económicas constantes, que la última del 2007 fue solamente eso, la última que hemos vivido, todo ello con fuertes repercusiones que han tenido su máximo apogeo en la aparición de las nuevas estructuras sociales, culturales y nucleares que aún hoy día estamos aprendido a manejar. Sólo faltaba una crisis sanitaria mundial y de semejante orden.
Desde mi punto de vista como antropóloga, creo que es más que evidente que nuestra situación actual pasa por la colaboración y la cooperación activa y real, y recalco real, de unos países con otros e incluso me atrevo a decir que de unos continentes con otros, pues la unión de la que supuestamente se hacía gala en Europa y América ha hecho mutis por el foro en una situación tan delicada como la que se está viviendo actualmente, y es que tal como yo lo veo, nuestra “unión”, si se puede llamar así, es puramente económica y monetaria, eso sí, siempre que no suponga ningún tipo de esfuerzo para el país librador de ayuda, pues ya vimos la respuesta inicial de potencias como Alemania, Holanda o Bélgica. Así pues, la unión nunca ha sido social, sino única y exclusivamente pecuniaria. Una ilusión. Un espejismo. Los países no han entendido que sin auténticos lazos solidarios y efectivos, el avance global y la evolución del homo sapiens como especie no será posible jamás.
No obstante todo lo dicho, no me extraña que todo esto suceda; ¿qué pretendemos a nivel global si a nivel local estamos de la misma forma o peor aún? Nada más que tenemos que mirar en nuestro propio país a los ataques de unas Comunidades Autónomas a otras y al Gobierno Central en general, actuando de forma desagradecida y desleal los unos con los otros dentro, supuestamente, del mismo campo de juego. Si no tomamos acción de forma efectiva ahora, estoy segura de que nuestra especie se verá comprometida como tal. Es AHORA o nunca.