Ordenados como los ladrillos de la pared
A pesar de lo dramático y severo de la situación que vivimos desde que se iniciaron las medidas restrictivas por parte de los gobiernos para el tratamiento de la Covid-19, yo quería poner un toque musical, haciendo mención a un mítico tema de Pink Floyd que representa metafóricamente el escenario que acontece en el mundo ahora. El tema es el siguiente: “Another brick in the wall” que viene a significar: Otro ladrillo en la pared. Podéis curiosear y ver el vídeo y la letra.
Lo que mostraba aquí esta mítica banda de rock es cómo las instituciones educativas hacen que los niños y niñas se conviertan en adultos y adultas “políticamente correctos”; esto es: obedientes, trabajadores, que no cuestionen, ni saquen a relucir su creatividad, castrándola emocionalmente en las aulas, mediante la figura impositiva de un maestro que no atiende a las necesidades emocionales de los infantes de su clase.
Este vídeo es de hace 40 años, y 40 años después seguimos modelos de enseñanza muy parecidos, puesto que a día de hoy en las aulas no se están considerando las necesidades más básicas de los niños y niñas. Con esto me refiero a respirar, a relacionarse de manera natural, tocarse, compartir,... Quizá hacia la primavera no contábamos con suficientes datos para evaluar algunos daños que puede producir el Sars-Cov-2; pero a día de hoy ya existen estudios científicos y estadísticos que avalan entre otras, la afirmación de que los niños y niñas, apenas se contagian de este virus, ni tampoco son contagiadores. Además de eso, tampoco sufren esta enfermedad de manera grave, salvo en casos muy excepcionales en los que hubiera alguna complicación previa. No obstante, no hace falta que me creáis a mí, esto se puede comprobar a través de estas tres noticias que pongo como ejemplo, en las que se citan algunos de estos estudios:
- El País: Un estudio de 16 millones de escolares ingleses detectó apenas 70 casos de coronavirus al reabrir los colegios.
- BBC News Mundo: Coronavirus en niños: el estudio que muestra el bajo riesgo de los menores de enfermar de gravedad por la covid-19. BBC England.
- El País: El mayor estudio hecho en campamentos de verano revela que los niños contagian menos el virus.
Por tanto, nos preguntamos por qué se obliga en los centros educativos al uso de mascarillas, teniendo en cuenta que los perjuicios que éstas pueden ocasionar a nuestros pequeños y pequeñas es considerablemente más grande que lo que se desea combatir.
El doctor Luis Miguel Benito de Benito es un médico con una amplia carrera a sus espaldas. Ha trabajado en más de 20 centros públicos y privados y ha vivido en primera persona toda la epidemia en primera línea. Este doctor afirma que la pandemia ha muerto, que en los hospitales la realidad difiere bastante de la imagen que se trata de transmitir por los canales oficiales periodísticos, tal como nos muestra la revista de divulgación científica Discovery D Salud.
Teniendo esto en cuenta, y analizando la información, pareciera como si se quisieran plantar las semillas para que nuestros cuerpos estén debilitados y seamos terreno fértil para este y otros virus que puedan presentarse. Más teniendo en cuenta que los niños y niñas son colectivos muy sensibles y vulnerables.
Eso en lo que respecta a la parte física, pero ¿qué hay de la psicológica y la emocional? ¿Habéis pensado en los daños que puede ocasionar el disparar un rayo infrarrojo varias veces al día en la cabeza delante de la glándula pineal? ¿Sabe alguien las funciones que desempeña esta glándula? La glándula pineal produce la hormona melatonina, que influye en el desarrollo sexual y en los ciclos de sueño y vigilia, entre otras funciones.
En el plano psicológico se está dirigiendo un objeto con forma de arma a la frente de nuestros peques. Hacer esto de manera sistemática no se puede normalizar y tomar como aceptable, pues lleva un mensaje implícito de alarma constante.
También la psicóloga Núñez Ortiz explica que el uso cotidiano y obligado de la mascarilla causa la habituación de la mente a vivir en un marco de incomodidad, de aceptar como inevitable lo que duele, y que debe ser aceptado y reconocido como bueno. Asimismo, remarca la incapacidad o dificultad de percibir emociones ajenas para relacionarse con personas que llevan el rostro cubierto, con la consecuente dificultad de desarrollar las habilidades psicosociales, la empatía y la comprensión de las propias emociones por parte de nuestros pequeños. Además de que impide el desarrollo de la autoestima y estimula la pérdida de identidad como ser humano y de identificación social con el grupo. Todo esto causa una tendencia a la frialdad (por la habituación a no expresarse) y a las reacciones violentas (por no ser capaces de expresarse como desearían). La pérdida de comunicación derivada del uso de la mascarilla hace decaer la inteligencia emocional y puede generar cuadros de ansiedad y depresión por percibir que no se tiene el control de la situación y, todo ello, puede conducir a una personalidad patológica y psicopática, por incapacidad de desarrollar la empatía.
En la mayoría de los colegios incluso tienen que llevar la mascarilla puesta para hacer gimnasia. Pero luego se la quitan para comer en el comedor codo con codo, con los mismos niños con los que hacen gimnasia. Es de una incoherencia supina. Como bien sabemos, al hacer ejercicio aumenta nuestro ritmo cardíaco, por lo que necesitamos mayor cantidad de oxígeno para nuestras células, órganos y sistemas; pero en lugar de eso, lo que llega es dióxido de carbono. El resultado en el mejor de los casos será un simple dolor de cabeza, pero en otros...
De todas maneras, ¿no se podía hacer ejercicio al aire libre sin mascarilla manteniendo las distancias? ¿Por qué no se hace? O que coman en casa. Pero estas dos medidas tomadas al unísono no tienen sentido. De la misma manera que otras muchas medidas tampoco. Pero es que se pueden percibir muchas situaciones como esta que huelen fatal, no se sostienen. Y solo por cuestionarnos las cosas que vemos incoherentes, a muchas personas se nos tacha de negacionistas.
Seguramente habrá gente que no sepa de dónde procede este término que con tan mala leche se nos ha puesto a las personas librepensadoras. Procede de la Segunda Guerra Mundial. Es un término peyorativo que se originó para denominar a las personas que negaban el holocausto. Este término se ha implementado en el lenguaje al igual que otras muchas palabras con muy mala intención.
La Ingeniera lingüística Carme Huertas analiza toda la manipulación a la que estamos siendo sometidos a través de la televisión y de otros medios de una manera muy clara en su extensa ponencia: "Ingeniería lingüística en el discurso público". Es muy interesante. Invito a los lectores a ver dicha ponencia porque no tiene desperdicio.
Y siguiendo con el tema de lo que huele mal. Ha habido muchas personas a las que se les ha negado el certificado de exención de la mascarilla. Hasta ahora este tipo de prácticas no se daba, no era usual que todo el personal sanitario se pusiera de acuerdo en no emitir ciertos certificados. ¿A qué viene que no se hagan estos documentos? ¿Con qué intención? ¿No se supone que el médico debería velar por la salud de sus pacientes? Normalmente debiera ser así, pero huele a que en este asunto puede haber fuerzas superiores que están haciendo de nuestras vidas una auténtica película de ciencia ficción. Entonces, ¿para qué pagamos a la Seguridad Social? ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando que decidan sobre nuestras necesidades más básicas?
En relación a los impuestos, habremos escuchado alguna vez aquello de: “Al final nos van a cobrar hasta por respirar...”. Pues fijaos que ya está ocurriendo, y sin ningún miramiento. A través de las multas que se ponen al personal por ir sin mascarilla. En ese sentido, estamos sufriendo un gran acoso. De repente, se ha convertido en lo único importante. Y curiosamente, ahora que la llevamos puesta todo el tiempo, sigue habiendo contagios. Entonces, esto quiere decir que no nos está protegiendo. ¿Y para qué la llevamos, entonces?
Y mientras las fuerzas del orden se centran en hacernos portar este EPI, es fácil que se estén descuidando otros asuntos realmente mucho más importantes como robos, asesinatos y violaciones, por ejemplo. Y lo peor es que el ciudadano de a pie, que en un momento dado circula por la vía pública sin mascarilla por el motivo que sea, es tratado a veces como uno de esos criminales malhechores. Encima, esto no pasa solo con los agentes, también con cualquier persona de la calle. Por el miedo que desde los medios y el Gobierno se ha instaurado en la población, que ha logrado que la mayoría camine siguiendo la corriente, como un rebaño dormido, como autómatas, obedientes, deshumanizados, tal como muestra el vídeo de "Another Brick in the Wall" (de Pink Floyd) del que hablé al principio.
Sabemos que tanto los agentes de la Ley, como el personal sanitario, el personal docente y los periodistas, en estos momentos, se encuentran en una situación complicada, son personas sometidas a mucha presión. La gran mayoría seguramente decidieron dedicarse a su profesión por vocación. En su día, algunos de ellos harían un juramento en relación al servicio o cargo que ocupan, pero ahora se encuentran en conflicto porque reciben pautas fuera de toda ética, ya que, para cumplir esas pautas, se tienen que pasar por el Arco del Triunfo muchos derechos constitucionales que tanto sudor y lágrimas han costado lograr a quienes nos precedieron. A todas estas personas que no pueden desempeñar su trabajo como les gustaría, me gustaría invitarles a cuestionarse la intencionalidad de las órdenes o pautas que reciben, si son coherentes, prácticas, empáticas y éticas; si aplicándolas realmente están dando servicio a sus congéneres, tal como pretendían cuando decidieron desempeñar su labor. Y me gustaría también, que una vez hayan reflexionado, tomen acción coherente para contribuir a un mundo más justo, tal y como tratamos de algunas personas. Que hagan honor a su especie, nosotros todos somos seres humanos.
Recobremos la Humanidad que nos están privando detrás de un bozal. Existen diversos grupos de colectivos que están trabajando en esta dirección: Médicos por la verdad, Policías por la libertad, Bomberos por la Verdad y la Libertad, Unidos por la Verdad, y también hay otros grupos pequeños, que hacen modestamente lo que pueden. Entre ellos está Micelios Bilbao, que se ha preocupado en organizar el debate científico que tanto tiempo llevamos todos esperando.
Decir, que desde siempre, la especie humana ha convivido y seguirá conviviendo con virus y otros patógenos. Que esta es la mejor manera de inmunizarnos, convivir con ellos. No podemos vivir en una burbuja porque eso no sería vivir. Necesitamos de los abrazos, que son el mejor ansiolítico que existe. Decir que algunos gobiernos han optado por poner soluciones más prácticas y menos represoras. En Bolivia se ha aprobado el uso del MMS para el tratamiento de la Covid-19. Esta Solución Mineral es muy económica y efectiva para tratar esta y otras muchísimas enfermedades, como ya hay documentación muy extensa de casos resueltos aplicándola. El problema está en que este remedio choca de pleno con los intereses económicos y comerciales de las familias más ricas del planeta, que curiosamente son las que se encuentran al frente de la Industria Farmacéutica (la FarMafia). Cualquiera que investigue un poco, encontrará las enormes cantidades de dinero que han tenido que pagar por los efectos secundarios de sus vacunas. Y ahora, las personas al mando de los países han eximido a los laboratorios farmacéuticos de responsabilidad ante estas nuevas vacunas que se han llevado a término con prisas y sin suficiente experimentación.
Recalcar que existen soluciones económicas y eficaces que no son la vacuna. Éstas se nos tratan de esconder, silenciar y denostar, porque no cuadran con los intereses socio-económicos del Nuevo Orden Mundial. Por eso llevan años poniendo trabas a los tratamientos naturales, tal como ha ocurrido en los últimos tiempos con la Homeopatía, capaz de poner fin a enfermedades crónicas, lo cual significa una pérdida importante para el negocio de sus medicinas químicas.
Es momento de abrir los ojos, apagar la televisión, pensar y despertar. Estas medidas que estamos padeciendo no tratan de protegernos, sino de enfermarnos, aislarnos, enfrentarnos y reducir drásticamente la población mundial. Y no solo tratan de hacerlo, lo están consiguiendo. Aún somos muchos poblando el planeta, los recursos son limitados, hay mucha población envejecida cobrando pensiones y prestaciones. Si os dais cuenta, esta población es la primera que está falleciendo, y la primera que quieren vacunar. Y lo que está ocurriendo con nuestros niños y niñas también da mucho que pensar. Porque son el futuro. Pasado y futuro están en primera línea.
En fin, toda persona que sepa sumar y restar puede darse cuenta de por dónde voy, no hay que ser demasiado lumbreras para darse cuenta de que lo que está ocurriendo es muy grave, y que deberíamos hacer por unirnos e impedirlo, ya que de otra manera terminaremos bien ordenados y controlados como “otro ladrillo en la pared” (Another Brick in the Wall).
Nota aclaratoria de Saludterapia: Este es un artículo de opinión. Existen puntos de vista muy diversos sobre este asunto, por lo que animamos a los lectores a ampliar información.