La hipocresía del sistema
Si crees que la hipocresía es algo ajeno a tu vida, aconsejo que dejes de leer este artículo. Puede que descubras que está más cerca de ti de lo que pensabas...
La hipocresía y el guardián
La hipocresía es algo que está tan interiorizado en el sistema como historia tiene la humanidad. Pensar que los tiempos modernos que vivimos dentro de democracias, donde las libertades son una de sus banderas, es tan hipócrita como pensar en defenderlo, ya que los argumentos que utilizamos están lejos de nuestra reflexión, dejándonos llevar fácilmente en argumentos triviales y lejanos a nuestra realidad. Incluso, reconocer este hecho, de por sí, nos convierte aún en más hipócritas si cabe. De alguna manera, el sistema tiene sus mecanismos y medios para justificarse una y otra vez, dando al individuo argumentos y base para defenderse de algo que es ajeno a su ser, creando un individuo fiel a sus estructuras y fortaleciendo la base de un sistema que necesita de él como de millones de otros individuos.
El sistema crea al individuo dependiente, débil, no pensador, no activo, sumiso y fiel. Haciendo fuerte, activo y luchador a todo aquel que hace suyo la idea del sistema, una idea donde todo lo que se acoge está lejos de su reflexión. Utilizar la expresión “borrego” es una expresión que cada día me molesta más porque incluso los que podemos creer que podemos estar por encima de esa masa, somos borregos con otro matiz.
El sistema nos da lo que él necesita recibir de nosotros. Ni más ni menos. Dependiendo de tus posibilidades, vivirás dentro de su estructura piramidal con un nivel de vida en base a tu escalón social. Eso significa que te debes al sistema, un sistema que te va a recordar cada día cuáles son tus obligaciones y cuál es tu jerarquía con respeto a tu estructura piramidal. A partir de este momento, el individuo deja de ser a lo que podemos llamar una persona libre. El que piense que es libre lo tiene complicado, ya que esa libertad tiene fecha de caducidad.
La hipocresía es cultural
La hipocresía está por todos los rincones de nuestras sociedades. Todo lo que tocamos está salpicado por la hipocresía, convirtiéndolo en algo cultural, algo tan cercano que no distinguimos lo que es real de lo imaginario o hasta qué punto es necesario desafiar una verdad abandonada. Convertir la hipocresía en un mecanismo de defensa dice mucho de la sociedad que tenemos. Algunos le llaman cortesía y casi podemos agradecer que mucha de esa hipocresía se quede detrás de nuestras mascaras, porque no sé si estamos preparados para sacar nuestro verdadero rostro.
Sostener la credibilidad hoy en día ya casi se ha vuelto innecesario para un sistema que se alimenta de sus propias semillas, de todo lo que siembra, creando una estructura a su necesidad. Sufrir por el sistema es ser ingenuo. Lo mismo que pensar que el sistema te va a proteger. Aunque recibes del sistema lo necesario para su convivencia como individuo en la sociedad, esas necesidades no dejan de ser el resultado de otra hipocresía.
Buscar culpables o causas que nos arrastre a ser los responsables de vivir dentro de un sistema hipócrita, es como pensar que tenemos la solución a un conflicto que la historia oficial de la humanidad se ha enfrentado, una y otra vez, por unas supuestas libertades o creencias que en su momento fueron suficientes para arrastrar a miles y millones de personas a guerras por unos lemas que solucionaban la vida a muy pocos.
La hipocresía del sistema sigue con su maquinaria. Actualmente, convencer al individuo para arrastrarlo a una guerra no es tan fácil como décadas atrás, aunque el sistema siempre encuentra la manera de poder salirse airoso y conseguir sus objetivos. Si no tenemos peones para sus batallas, la tecnología se ha convertido en su mejor aliada. Una tecnología que cada día avanza más rápido en temas como seguridad, comodidad y distracción, lo que provoca que el individuo sea cada vez más carcelero de su propio ser.
El sistema, el estado y el individuo
Tener poder dentro del sistema es algo que una herramienta como la hipocresía no puede despreciar. La estructura del sistema no permite fisuras. A partir de ahí, podemos pensar que, si es necesario mantener un sistema con la envergadura de un estado, la hipocresía tiene razón de ser.
La gran cuestión es si el estado, con su sistema, intenta dar ejemplo a sus individuos, ¿cómo tenemos que aceptar su hipocresía como sistema? Para el individuo de la calle, puede ser corriente que el estado le permita poder utilizar su hipocresía como algo natural y necesario. Incluso, permitimos que nuestros políticos nos engañen y manipulen, arrastrarnos a soportar todo aquello que nos recuerdan de que no somos tan libres como nosotros pensábamos, aunque siempre te harán entender que la estructura es necesaria y que eres una pieza esencial.
La debilidad del individuo ante el sistema es algo que nadie se lo plantea. Hoy en día, disfrutar de un cine donde los guiones cada vez se convierten más en las proezas de personas reales o de ficción, y que desafiaron a sus sistemas convirtiéndoles en un nuevo héroe posmoderno que ha cambiado la espada por un ordenador, o un campo de batalla por la sala de un juzgado. Y recordándonos que las injusticias pueden tener un final feliz. Pero, lejos de esto, nos encontramos con un mensaje de esperanza o motivador que te alimenta la idea de que luchar por un sistema mejor siempre es posible, una idea que permite al individuo ser complaciente con el sistema, llegando a abandonar la lucha. La vida confortable tiene esos pecados y nos permite pensar que siempre puede haber un mañana mejor o, como decía un amigo, las revoluciones se han acabado desde el momento en que uno puede ser millonario al día siguiente, gracias a una suerte que no deja de ser otra hipocresía creada por un sistema que se beneficia de tu suerte.
La generosidad del sistema
La generosidad del sistema es tan hipócrita como pensar que sus intenciones son por el bien general y que prevalece tu sacrificio por el bien común. Cuando se subvenciona a organizaciones no gubernamentales (ONG), nos llena el espíritu de hipocresía para que puedan tapar la poca voluntad de solucionar un problema, o el poco interés económico o algo tan simple como tener que dedicar muchas horas de trabajo a una causa ajena a sus intereses.
Supongo que todas estas personas que tienen poder dentro del sistema, no se encuentran delante de los muertos, personas sintecho, o personas pidiendo ayuda. El sufrimiento que provocan algunas de sus políticas delante de las puertas de sus casas no entiende la magnitud de muchos problemas, al vivir tan alejados de los problemas reales de las personas. Quizás olvidaron que fueron humanos alguna vez y necesitan cada día despachos más grandes, en lugares más altos, llenos de una luz para apaciguar su oscura vida.
Mi hipocresía con el sistema
Perdonad mi hipocresía. Quizás la valentía no me permite luchar de otra manera que estar detrás de un ordenador, y sea participe de una hipocresía más, pero por suerte no me siento solo en este engaño. Su magnitud es tan grande que puede que, por un momento, me sienta un revolucionario en un mundo donde nuestro sistema sea complaciente por nuestra opinión y, por unos segundos, nos permita pensar que somos libres, podendo dar gracias de no vivir en un sistema peor. Pero pasan los días y seguimos convirtiendo nuestro mundo en un lugar que, quizás, algún día fue un paraíso.
Como astrólogo, no soy muy optimista. Vivir en armonía no deja de alejar esa hipocresía de nuestras casas. Vivir en una burbuja nos convierte en cómplices de la hipocresía. Todos pecamos de hipócritas, incluso con nosotros mismos. Nos creamos una idea de nosotros para encajar en una sociedad donde te exige continuamente desafíos ajenos a tu ser y alejándote de tu naturaleza, pero siempre hay el que vive cómodo en ese entorno.
El sistema y la pirámide
El sistema alimenta la sociedad con el fin de crear una idea que dé fuerza a la estructura que lo sostiene. Todo sistema funciona con estructura piramidal, lo que provoca que los individuos que están en diferentes posiciones de estas pirámides sean guardianes de un sistema que les hace recordar cada día el motivo por el cual están en ese lugar. El sistema utiliza los pecados capitales para que la estructura no se debilite, convirtiendo el mensaje en doctrina y disfrazando sus mensajes con un lenguaje cercano pero lleno de intencionalidad.
Utilizando unos pecados que se transmiten de unos a otros, y convirtiendo en cómplice a cada uno de sus individuos, se convierte su pirámide en una perfecta estructura que impide vivir al margen de sus pecados, dado que prescindir de ellos provocaría la caída de su estructura. Sin embargo, vivir al margen del pecado puede ser considerado hipocresía. Vivir al límite del pecado es un gran reto de nuestra sociedad.
El sistema y el dinero
¿Quién crea este sistema? Aunque no lo creas, tu no pintas nada apesar de que el sistema tiene la habilidad de hacerte responsable y causante de sus problemas. Además, cuando en algún momento determinado permites que las ideas fluyen, te hace ver que esto es intolerable, que a veces necesitamos mano dura, porque se puede convertir en un libertinaje incorregible... ¡Qué habilidad que tienen! Debe haber algún constructor del sistema o sistemas. Puede que sean muchos en este mundo que tengan esa capacidad.
El poder va asociado al dinero y el dinero juega una gran baza en la construcción de este sistema o de todos los sistemas que el planeta puede albergar. El dinero es otra de sus mejores herramientas. Una herramienta que, si no fuera por sus pecados capitales, no tendría la fuerza que le ha alimentado, convirtiéndolo en un deseo donde jamás podemos ver dónde está su límite para vivir.
Un sistema para todos
Pensar que el sistema es malicioso es algo que nos puede rápidamente encasillar en hipócritas, por muy sutil que seamos en su definición. Podemos haber sido ya catalogados, pero hay tantos argumentos para defender algo que sea construido por su mayor hipocresía “entre todos”. Eso hace que sea muy difícil cuestionar al sistema. Y una cosa tiene mucha razón, pertenecemos a ese sistema, pero en mi caso no me siento participe de él. Incluso esta opinión es fácil de declinar ya que siempre hay algo que de alguna manera nos une o el sistema nos ha dado. La sociedad te pide compromiso, responsabilidad, esfuerzo y sacrificio y, aunque puedes tener una libertad para decidir elegir, no deja de ser otra hipocresía, ya que no todos tenemos las mismas posibilidades. Como individuos, pensar que la idea del sistema es la que le ayuda a creer en esa libertad es tan hipócrita como pensar que un sistema es igualitario para todos. De la misma manera, es hipócrita pensar que tenemos que crear un mundo igual para todos. Eso es como ir en contra de la naturaleza del individuo.
El mal de todos los sistemas no está en su hipocresía, está en no permitir que el individuo pueda vivir al margen del sistema. Eso hace que la libertad siempre esté cuestionada, convirtiéndola en un oscuro deseo para los ojos del sistema. Un cualquier desafío de libertad en una amenaza para el sistema, sacrificando en cada momento la libertad del individuo por el hipotético bien común, sacrificando la vida de sus individuos con contundencia si es necesario, para evitar que la estructura se pueda agrietar. Convirtiendo la pirámide en un gran aspirador absorbiendo sus recursos para que la maquinaria no deje de funcionar.
Pensar que podemos vivir sin un sistema es absurdo, si quieres vivir en una comunidad. Si nuestro sistema teme la libertad del individuo es que él tiene una gran mentira que tapar. Mejorar el sistema es más fácil de lo que pensamos y la actitud se convierte en la mejor arma para luchar contra las paredes de unos edificios que están pensados para alejarse de los individuos más que para acercarse de ellos.
El orgullo del voto
Por suerte podemos estar orgullosos de nuestra libertad. Por tener el derecho de realizar un voto para un partido que se enfrenta con unos cuantos más, y que se enzarzan en una batalla dialéctica por un poder que, normalmente, cuesta ver su aplicación en beneficio de los ciudadanos.
Perdonad mi hipocresía si después de que leáis todo el texto, no aporte ninguna solución a estos problemas. Temo que se convierta en otro esfuerzo inútil, como tantos otros. Sin embargo, creo que hay solución. Más, estoy seguro de que, como individuo, sabréis de que estoy hablando, hasta sabréis como comenzar, identificar vuestros desafíos y conocer vuestras responsabilidades como individuos. Lo único que le pediríamos a nuestro sistema es que...
Convierta nuestras responsabilidades en propias y detecte las impuestas. Con ello, descubriremos otro mundo...