Ansiedad: descubre como aminorarla con Registros Akáshicos
Muchas personas no tenemos nuestro niño interior del pasado sanado, lo que genera que como adultos sigamos repitiendo experiencias negativas o traumáticas una y otra vez, que nos generan ansiedad, que puede llegar incluso a convertirse en un trastorno.
Esto se debe a que no hemos aprendido la lección que nuestra alma nos quiere enseñar, por lo que nos pide que la escuchemos. Sin embargo, muchas veces el ruido que nos rodea se hace tan ensordecedor, que no nos deja escucharla, para ello podemos acceder a los Registros Akáshicos, que contienen todas las cosas que suceden al alma en su recorrido o viaje como almas individuales.
Muchas veces, se trata a la ansiedad desde la perspectiva de la psicoterapia o de verla como una enfermedad que puede curarse con fármacos, incluso en ocasiones se emplea una combinación de ambos métodos. No obstante, hay otros enfoques que permiten aminorar la ansiedad para que podamos llevar una vida más plena y feliz. Por ello, queremos llevarte a descubrir qué es la ansiedad y qué causas la provocan, pero además que conozcas cómo puedes aminorarla a través de los registros akáshicos y tu niño interior.
Qué es la ansiedad
La ansiedad es parte de la reacción del organismo a situaciones de estrés, por lo que la ansiedad permite mejorar el estado de alerta y facilita la acción en determinados momentos en que el cuerpo considera que debe protegerse a sí mismo. Por ello es normal que sintamos ansiedad cuando enfrentamos situaciones que nos generan estrés.
Como mecanismo de vigilancia, la ansiedad ayuda a nuestro cerebro a percibir el peligro, por lo que su función es la de alertar y generar una serie de cambios en nuestro organismo para responder de forma rápida ante una situación de riesgo, de hecho, este mecanismo fue fundamental para el desarrollo de nuestra especie.
No obstante, si la ansiedad no desaparece luego de una situación estresante, es decir deja de tener una función adaptativa y se hace persistente, podría convertirse en ansiedad crónica. Cuando estos sentimientos de nerviosismo o miedo se hacen excesivos, difíciles de controlar e interfieren con nuestra actividad cotidiana es posible que se esté presentando un trastorno de ansiedad. Por ello se debe diferenciar entre la ansiedad normal y la ansiedad patológica.
La ansiedad normal cumple una función adaptativa, es un mecanismo de defensa desarrollado por los seres humanos para afrontar amenazas o peligros que se presentan en la vida diaria, es decir mejora nuestro rendimiento e impulsa una acción reactiva frente a una circunstancia ambiental. Es un proceso leve que dura poco tiempo.
La ansiedad patológica cumple una función desadaptativa, que puede bloquear la respuesta a situaciones comunes o generar respuestas desproporcionadas a la situación desencadenante, por tanto, empeora el rendimiento, tiene un alto componente somático y generalmente requiere atención médica especializada.
Cuando enfrentamos este tipo de ansiedad, nos preocupamos por factores que consideramos estresantes o posibles peligros que podemos enfrentar en un futuro inmediato, y se genera en nuestro organismo una reacción en cadena que tiene efectos directos en diferentes niveles:
- A nivel fisiológico: se acelera el ritmo cardíaco y la respiración, aumenta la sudoración y la tensión muscular, es posible que se presenten molestias digestivas, temblores y mareos o sensación de inestabilidad.
- A nivel cognitivo y emocional: nerviosismo y dificultad para concentrarnos, preocupación excesiva, pensamientos negativos, distracción y dificultad para tomar decisiones.
- A nivel conductual: hipervigilancia, falta de control en nuestras reacciones, insomnio o cambios bruscos en nuestro patrón de sueño y de alimentación, mayor inhibición cuando nos relacionamos con otras personas.
Principales causas de la ansiedad
Cada persona experimenta la ansiedad de forma diferente, lo que dificulta determinar qué causa los problemas de ansiedad. Sin embargo, hay un consenso en la comunidad científica sobre que la ansiedad no es causada por un solo factor, sino por una combinación de diversos factores, entre ellos:
- De índole social (relaciones familiares, de pareja, laborales).
- De índole cultural (creencias religiosas, ideales políticos).
- Patologías físicas crónicas.
- Enfermedades psicológicas.
- Drogas.
- Situaciones del entorno (coyunturales o estructurales.
Investigaciones realizadas sugieren que las personas que presentan ciertos rasgos de personalidad tienen una mayor tendencia a sufrir ansiedad. Por ejemplo, quienes son perfeccionistas, tienden a ponerse nerviosos con bastante facilidad, así como a ser tímidos, inhibidos y tener baja autoestima, o quieren controlar todas las situaciones, a veces desarrollan ansiedad en alguna etapa de su vida.
Incluso, se ha llegado a pensar que los problemas de ansiedad pueden ser causados por factores genéticos, investigaciones realizadas muestran que el riesgo de experimentar problemas de ansiedad podría aumentar, si un pariente cercano sufre de ansiedad crónica, lo que se conoce como sensibilidad a la ansiedad. Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado la evidencia suficiente que demuestre que un factor genético puede causar ansiedad.
Experiencias o eventos traumáticos en la niñez y la adolescencia
Los traumas infantiles son un factor predictivo de importancia en la aparición de síntomas y trastorno de ansiedad en personas adultas, estos traumas pueden ser causados por diversas experiencias como:
- Abuso físico.
- Abuso emocional y verbal.
- Abuso sexual.
- Violencia doméstica.
- Abandono.
- Negligencia.
- Pérdida del padre, la madre o un ser querido.
- Exclusión social o racismo.
Los niños y adolescentes que viven en un entorno impredecible están expuestos a uno de los factores considerados como de mayor influencia en el desarrollo de trastorno de ansiedad, debido a que deben desarrollar cierta capacidad para entender su entorno y predecir las situaciones que pueden ocurrir para generar una respuesta adecuada.
Por ejemplo, un niño o adolescente que vive con un padre violento debe aprender a conocer su estado de ánimo para evitarlo y no sufrir castigos verbales o físicos, lo mismo sucede cuando viven situaciones de exclusión social o racismo, ya que deben estimar lo que sucederá su entorno y anticipar situaciones que impliquen peligro para su persona, bien sea agresiones físicas o verbales.
Las personas que viven traumas en su niñez o adolescencia, generalmente se convierten en adultos que constantemente evalúan su entorno para advertir situaciones de peligro, pero también tienden a evaluar la respuesta de las personas que les rodean a estas situaciones, por lo que suelen preocuparse demasiado si una persona no responde ante una situación que ellas consideren de riesgo, o si anticipan el peor resultado ante una determinada situación.
Existe evidencia científica de que los cambios en el sistema nervioso asociados con los traumas infantiles llevan a una vigilancia excesiva de las sensaciones físicas. Mientras que una persona que no sufrió traumas en su niñez o adolescencia puede tomar como normales ciertas sensaciones físicas, aquellas que sufrieron traumas tienden a ser más susceptibles a estas sensaciones, llegando incluso a considerarlas situaciones de riesgo que activan la ansiedad en su organismo.
Por ejemplo, es posible que una persona con un dolor en el torso piense que se trata de una indigestión o algo inofensivo, mientras que una persona que sufre de ansiedad podría pensar que se trata de algo grave, incluso un ataque cardiaco. O, si experimenta ganas frecuentes de orinar piensa que se debe a que bebe mucha agua, mientras que quien sufre de ansiedad puede pensar que tiene una seria enfermedad renal.
Quienes experimentaron traumas en su infancia tienden a presentar ciertos cambios en su cerebro y sistema nervioso que pueden ser perdurables, Uno de estos cambios es la presencia de una amígdala de mayor tamaño o hiperactiva, la cual se asocia con una reacción más rápida al peligro.
Las personas que presentan esta condición pueden incluso detectar amenazas y peligro que no son tales, por lo que se preocupan o asustan por incidentes que otras personas consideran como menores, lo que la lleva a ser más propensas a sufrir ansiedad, la cual puede llegar a ser crónica o incluso convertirse en trastorno de ansiedad.
No obstante, haber experimentado un trauma infantil no implica necesariamente que la persona sufrirá de ansiedad en su edad adulta.
Si bien es cierto que un porcentaje significativo de personas adultas que experimentaron traumas infantiles desarrollan algún tipo de ansiedad, no todas las personas que padecen ansiedad vivieron traumas en su infancia.
Estilo de vida y situaciones estresantes
Hasta hace unos pocos cientos de años los seres humanos, como raza, teníamos que afrontar peligros que atentaban de forma directa contra nuestra vida, ya que debíamos enfrentar a diversos depredadores, la ansiedad era parte de la respuesta de nuestros organismos para enfrentar estas situaciones, ya que nos ayuda a encontrar la forma de huir del peligro o de enfrentarlo.
En nuestra sociedad actual no enfrentamos este tipo de peligros. Sin embargo, la ansiedad sigue siendo una respuesta natural a muchas situaciones que comprometen nuestra integridad física, como huir si se presenta una situación anormal, como que un coche fuera de control venga hacia nosotros. La ansiedad puede desarrollarse también debido a eventos que causan estrés.
El estilo de vida que llevamos actualmente ha multiplicado los casos de estrés y por ende de ansiedad, este se debe a que el modelo social nos lleva a tener que vivir más de prisa que las generaciones anteriores, desarrollamos muchas más actividades, dormimos menos tiempo y llevamos una dieta menos saludable, lo que nos lleva a sufrir más estrés.
La ansiedad tiende a desarrollarse a causa de la exposición a uno o más eventos estresantes en nuestra actividad cotidiana, entre los desencadenantes comunes encontramos:
- Situaciones diarias o cambios en el trabajo que generan estrés laboral.
- Problemas familiares y la relación de pareja.
- Situaciones asociadas a cambios en las condiciones del lugar donde se vive, así como a enfrentar mudanzas continúas.
- Shock emocional luego de sufrir un evento estresante o traumático.
- Abuso o trauma físico, emocional, verbal o sexual.
- Fallecimiento o pérdida de un ser cercano.
Problemas de salud
Las enfermedades físicas crónicas pueden generar ansiedad o afectar negativamente su tratamiento, entre las condiciones crónicas que pueden desencadenar o empeorar la ansiedad crónica encontramos:
- Diabetes
- Enfermedades cardiacas
- Hipertensión arterial.
- Asma
Incluso, algunas enfermedades físicas pueden generar síntomas similares a los de la ansiedad como es el caso del hipertiroidismo.
Es común que se tienda a desarrollar ansiedad cuando se sufre de otros problemas de salud mental, como es el caso de depresión, son condiciones que a menudo ocurren de forma simultánea.
Medicamentos y drogas
En ocasiones la ansiedad puede ser un efecto secundario causado por el consumo de ciertos medicamentos o drogas. Algunos de los fármacos que se utilizan de forma cotidiana para tratar diversas condiciones de salud pueden afectar directamente nuestras respuestas cognitivas, aumentando el nivel de estrés.
Los medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso pueden causar que el cerebro responda como si estuviera expuesto a situaciones estresantes y generar ansiedad. Entre este tipo de medicamentos encontramos:
- Betabloqueantes.
- Antihistamínicos.
- Anticonvulsivos.
- Corticoesteroides.
- Estimulantes.
- Antiasmáticos.
- Estatinas.
El consumo excesivo o continuado de ciertas drogas puede conducir a que se experimenten síntomas e incluso problemas de ansiedad. A su vez los trastornos de ansiedad pueden inducirnos a un consumo mayor de ciertas drogas como la cafeína, el tabaco o el alcohol.
Se ha descrito la relación que hay entre el consumo de sustancias estimulantes como el éxtasis y la aparición de patologías como la ansiedad.
De hecho, los especialistas hablan de trastorno de ansiedad inducido por drogas, es decir como consecuencia de uso continuado y excesivo. Los síntomas de ansiedad se han asociado a la dependencia o abuso de ciertas drogas como alcohol, nicotina, cafeína, éxtasis, cannabis, cocaína, heroína, entre otras.
Las personas que consumen drogas de forma habitual presentan mayores niveles de ansiedad que quienes no consumen este tipo de sustancias, incluso luego de dejar de consumirlas.
Tipos de trastornos de ansiedad
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, una cuidadosa evaluación profesional permite identificar el tipo de trastorno que se sufre, para poder aplicar el tratamiento adecuado que permita superar esta condición, entre los principales tipos de trastorno de ansiedad encontramos:
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
La mayoría de las personas nos sentimos ansiosas y preocupadas en algunas ocasiones, especialmente cuando enfrentamos situaciones estresantes como una competencia, entrevista de trabajo, hablar en público o presentar un examen, este tipo de ansiedad nos ayuda a estar alertas y más concentrados para aumentar nuestro rendimiento.
Sin embargo, hay personas que se sienten ansiosas y preocupadas la mayor parte del tiempo, no sólo ante situaciones que generan estrés, estas personas sufren de trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
Esta condición interfiere con el desarrollo normal de sus vidas, debido a que estas preocupaciones, que se relacionan con diversos aspectos de su vida, se convierten en un foco de ansiedad, que les genera la sensación de que va a sucederles algo terrible en cualquier momento.
Desorden de ansiedad social
El desorden de ansiedad social o fobia social es una condición que hace que las personas que la padecen sienten miedo permanente a ser juzgados o evaluados por otras personas, perciben cualquier situación como una crítica negativa, burla o humillación, lo que les causa un alto nivel de incomodidad el tener que interactuar con otras personas, especialmente cuando no son cercanas.
La fobia social puede suceder antes o durante:
- Situaciones de desempeño: Algunas personas sufren de ansiedad al hablar en público o ser observados cuando realizan una labor o cualquier actividad.
- Situaciones de interacción social: Ciertas personas experimentan temor cuando tienen que comer en público, por ejemplo, en un restaurante, o tienen que conversar o interactuar con personas que no conocen, por ejemplo, en una fiesta o actividad social, lo que les genera ansiedad.
- Situaciones específicas: las personas pueden tener temor a realizar una determinada actividad como bailar en público o intervenir en una reunión de trabajo.
Trastorno de pánico
Como trastorno de pánico se designa a situaciones en que los ataques de pánico son recurrentes e incapacitantes, estos episodios se caracterizan por ser inesperados y recurrentes, así como por generar preocupación de que se tendrá otro ataque, durante al menos un mes después de haber sufrido el primer episodio.
El trastorno de pánico también puede generar preocupación por sufrir de enfermedades o problemas médicos no diagnosticados, debido a este tipo de preocupación, quienes sufren de esta condición pueden someterse varias veces a una prueba para descartar una determinada patología, y a pesar de ello tienden a sentir miedo de sufrir dicha patología.
Se presentan además cambios en el comportamiento, por ejemplo, una persona que sufre de trastorno de pánico puede evitar actividades que requieran esfuerzo físico, debido a que aumentan el ritmo cardiaco y sienten temor a que les dé un infarto.
Los ataques de pánico alcanzan su máxima intensidad en unos 15 minutos y generalmente pueden duran hasta 30 minutos, las personas que sufren un ataque de pánico quedan agotadas debido a la combinación de sensaciones que producen, entre las que resaltan:
- Aumento del ritmo cardiaco.
- Aceleración de la respiración.
- Aumento de la sudoración.
- Dolor de pecho.
- Temblores, mareos, náuseas o dolor abdominal.
- Sensación de fatalidad e irrealidad.
- Miedo a perder el control o incluso a morir.
Fobias
La preocupación o el miedo ante diferentes situaciones, objetos u animales es frecuente en las personas, es normal que nos sintamos ansiosos frente a una serpiente o araña, o cuando estamos en las alturas. El miedo es una respuesta natural a situaciones que consideramos amenazantes. No obstante, algunas personas tienen un estímulo fóbico mayor, que tiende a ser imaginando o exagerando de forma irracional.
Estos sentimientos de miedo o temor son desproporcionados con la amenaza real. Incluso, en ocasiones pensar en la situación, animal u objeto al que se teme al verlo en un vídeo o la televisión se convierte en el estímulo fóbico, que provoca una reacción excesiva.
Quienes sufren de fobias suelen ser conscientes de sus miedos y saben que son exagerados o irracionales, pero sienten que la ansiedad es una respuesta automática e incontrolable. Las fobias incluso pueden llegar a causar ataques de pánico. Entre las fobias más comunes encontramos:
- Aerofobia: miedo a volar.
- Claustrofobia: miedo a los lugares cerrados.
- Agorafobia: miedo a los espacios abiertos.
- Brontofobia: miedo a situaciones relacionadas con eventos naturales y fenómenos atmosféricos.
- Enoclofobia: miedo a encontrarse en medio de una multitud o avalancha de gente.
- Zoofobia: miedo a los animales, en esta clase de fobia hay diversas fobias específicas como la apifobia (miedo a las abejas), aracnofobia (miedo a las arañas), cainofobia (miedo a los perros), ailurofobia (miedo a los gatos), entre otras.
- Acrofobia: miedo a las alturas.
- Necrofobia: miedo a la muerte o a los muertos.
- Hematofobia: miedo a ver sangre o heridas.
Los Registros Akáshicos como medio para aminorar la ansiedad
Los registros akáshicos o archivos del alma se encuentran dentro de cada uno de nosotros, recogen la memoria del alma en todo su recorrido o viaje. Cada ser tiene su registro, las personas tenemos un registro individual y los animales, los minerales, las plantas tienen un registro grupal. No se trata de un registro guardado en un espacio físico tangible, es un registro energético que escapa a las medidas del tiempo.
La sabiduría ancestral permite hacer conscientes nuestros registros akáshicos a través de una lectura, lo que nos permite entender el origen de nuestros traumas, miedos, ataduras y conflictos interiores. Muchas veces estos se exteriorizan en una sesión de lectura de registros akáshicos y luego se trabaja en ellos en un espacio terapéutico.
Digamos que a través de una lectura de mis registros akáshicos descubro que mi miedo a las alturas se debe a que experimenté varias veces en mis vidas pasadas caídas de alturas significativas, entonces debo trabajar en ello para liberarme de ese miedo y realizar una transformación positiva. Entonces los registros Akáshicos cambiarán en consecuencia. No significa que mi vida pasada cambiará, pero en el futuro, no seguiré experimentando este temor que genera gran ansiedad.
Qué son los Registros Akáshicos
Akáshico se deriva de akasha (ākāśa) un vocablo que en sánscrito significa alma, aquello que lo contiene todo. Los registros Akáshicos constituyen una base de datos que contiene información que trasciende al tiempo y a las dimensiones, es decir, se trata de una gran biblioteca que almacena todas las elecciones que hemos tomado como almas individuales, un espejo celestial en el que se reflejan nuestras elecciones, deseos y nos ayuda a comprender cómo han impactado en nuestra vida.
El trauma. Desde el punto de vista psicológico y metafísico, puede transmitirse de generación en generación. Aprender a acceder y desbloquear nuestros registros Akáshicos nos ayuda a conocer la naturaleza básica de nuestra alma, nuestras fortalezas, el origen de estos traumas para poder superarlos, ayudando así a aminorar los niveles de ansiedad que nos afectan en todos los aspectos de nuestra vida.
Por ejemplo, si tenemos inclinación a ser personas comunicativas y en nuestra infancia somos reprimidos para que seamos introvertidos o callados, en nuestra edad adulta es posible que tengamos problemas para comunicarnos con las demás personas debido a este trauma, lo cual seguramente nos generará enfermedades como la ansiedad, incluso a niveles de trastorno.
Los registros Akáshicos permiten identificar el núcleo inmutable de nuestro yo individual, además, nos ayudan a comprender el origen de nuestros temores, fobias y otros bloqueos energéticos que llevamos con nosotros desde la infancia o incluso desde más atrás. Esta comprensión profunda del origen de nuestros traumas permite iniciar el camino para alinearnos con nuestra verdadera naturaleza disminuir el estrés y la ansiedad.
Cómo acceder a nuestros Registros Akáshicos para aminorar la ansiedad
En principio, podemos suponer que toda persona puede acceder a sus registros Akáshicos, se trata de alcanzar una frecuencia apropiada de amor para conectarse y canalizar toda la información a través del alma. Es necesario establecer nuestra intención y tener claridad sobre los interrogantes que queremos que sean respondidos.
Para acceder a los registros Akáshicos se debe tener experiencia, con mucha práctica, para que las respuestas sean acertadas, puesto que podemos canalizar otro tipo de canales, que no sean de nuestro agrado.
Por ello, es recomendable iniciar el camino hacia los registros Akáshicos con la ayuda de un guía o terapeuta, que esté espiritualmente inclinado, educado y haya entrenado su habilidad natural para sintonizarse con las vibraciones superiores del plano energético, es decir, tenga la capacidad de elevar su energía y lo traslade al plano 3D (La tierra).
Inicialmente se deberá tener preparadas unas preguntas de los problemas que nos están limitando y frenando nuestro avance en la vida, para que después el guía comience a responder las respuestas. Es importante saber que el guía es simplemente un puente que nos permite conectarnos con nuestro ser superior para obtener la información deseada, la cual se puede expresar en palabras, imágenes o sensaciones.
Esta información tiene la finalidad de ayudarnos a descubrir el origen de nuestros traumas, fobias, miedos, para que podamos avanzar en su solución, evolucionando a una vida más plena y feliz.
Una vez que regresamos a nuestra conciencia normal, no debemos esforzarnos para recordar lo que hemos experimentado en este viaje, toda la información que hemos obtenido llegará a nuestra conciencia.
Enfrentar y superar situaciones no curadas de nuestra alma y psique, necesita muchas veces de romper y cambiar patrones de comportamiento muy arraigados, lo cual puede resultar difícil y requiera de la ayuda de un guía espiritual o un profesional de la salud mental.
En el caso de los trastornos de ansiedad, leer en nuestros registros Akáshicos nos permite conocer que nos causa esos niveles de ansiedad, donde nace ese problema, cuáles son sus causas. Al empoderarnos de esta información y hacernos conscientes del origen de nuestros traumas, fobias, temores podemos iniciar el camino de la sanación, recuperando nuestro poder interior.
Conocer a nuestro niño interior para aminorar la ansiedad
Las primeras referencias a nuestro niño interior en la psicología lo vinculan a las experiencias pasadas, recuerdos de una época de inocencia, alegría y creatividad, unidos a la esperanza en el futuro.
Estudios más recientes lo relacionan no solo como una expresión de nuestro yo infantil, sino también con todas las experiencias vividas en las etapas de la niñez.
El niño interior se considera también como una fuente de fortaleza, debido a que las experiencias vividas en la niñez juegan un papel significativo en nuestro desarrollo como adultos, se debe considerar que las experiencias traumáticas vividas en la niñez nos afectan negativamente, ya que nuestro niño interior puede cargar con estas heridas hasta que no se aborden.
De hecho, las experiencias o eventos traumáticos en la niñez, la adolescencia son una de las principales causas del trastorno de ansiedad. Por ello ponernos en contacto con nuestro niño interior es un medio para descubrir el origen de nuestras fobias, miedos, temores y poder iniciar el camino para superarlos, pudiendo lograr avanzar en nuestra vida adulta como unas personas felices.
Un niño interior sano, es un niño divertido, alegre y juguetón, que nos ayuda a enfrentar los desafíos que nos presenta la edad adulta, de ahí la importancia de reencontrarnos con nuestro interior, para conocer sus heridas, que también son nuestras, y avanzar en el camino de su curación.
Cómo acercarnos a nuestro niño interior
Nuestro niño interior no es una persona o personalidad diferente o separada, es una representación de nuestras experiencias pasadas. Nuestro pasado está formado por una combinación de experiencias positivas y negativas, las cuales ayudaron a formar nuestro carácter y personalidad, por tanto, guían las elecciones y las metas a medida que avanzamos en nuestra vida.
Todos podemos ponernos en contacto con nuestro niño interior y aprovechar este proceso para avanzar en la superación de traumas y fobias. Sin embargo, negar su existencia o la resistencia a reencontrarnos con él puede representar una barrera, por ello se recomienda ver este proceso como una forma de explorar experiencias pasadas para descubrir el origen de nuestros miedos.
Los niños son una fuente de orientación en este proceso
Los niños son una fuente muy importante para aprender a vivir, desde encontrar emoción y alegría en las cosas más simples, sencillas, hasta disfrutar un momento sin preocuparnos por nada. Cuando se tiene dificultades o bloqueo para recordar las experiencias agradables y divertidas de nuestra infancia, participar en los juegos de los niños es una forma para revivir estos momentos.
De niños teníamos un juego preferido, o participábamos en juegos grupales con nuestros amigos, volver a jugarlos nos ayuda a sentirnos libres y sin restricciones, a acercarnos a ese niño que se encuentra en nosotros, y que a veces parece haberse perdido.
Cuando somos niños y enfrentamos situaciones difíciles o traumáticas, muchas veces jugamos a imaginarnos que estamos en otro lugar o vivimos una situación diferente, esto nos ayudaba a sentirnos más seguros. Retornar a estos juegos puede ser una vía para acercarnos a nuestro niño interior.
Jugar con nuestros hijos, aumenta nuestro sentido de alegría, nos hace sentir jóvenes, además, tiene un impacto positivo en nuestro bienestar y contribuye en el desarrollo positivo de nuestro yo interior, si no tenemos hijos podemos jugar con nuestros sobrinos o los niños de algún pariente.
Viajar de nuevo a nuestra infancia
Revivir los recuerdos del pasado es un medio para ponernos en contacto con nuestro niño interior, fotografías, vídeos, otros recuerdos nos ayudan a acceder a este espacio emocional. También se pueden compartir historias de la niñez con nuestros padres, hermanos, amigos, que nos permiten evocar sentimientos y recuerdos que parecían haberse perdido en nuestra memoria.
Ver las películas o programas de televisión que más nos gustaban en la niñez, o releer nuestros libros favoritos de esa etapa, puede ayudarnos a evocar y despertar los sentimientos positivos de nuestra niñez si así lo sientes. También podemos hacer visualizaciones como un medio para reencontrarnos con nuestro niño interior.
Para ello, nos imaginamos como niños, con nuestra ropa o juguete favorito, jugando a lo que más nos gustaba, o en el lugar al que siempre queríamos ir, allí está esperándonos nuestro niño interior. Si lo encontramos sufriendo, podemos ayudarlo a sanar, para que vuelva ser feliz brindándonos toda su fuerza, alegría para salir de situaciones complejas como la ansiedad y otros problemas que nos aquejan.
Su alegría, fe, optimismo en la vida, en el futuro, nos ayudarán a reforzar nuestra confianza y encontrar el camino del bienestar.
Disfrutar como los niños
Al reencontrarnos con nuestro niño interior, debemos evocar las cosas que nos traían alegría en la niñez, tal vez nos encantaba pasear en bicicleta, ir a excursiones o paseos, jugar fútbol, leer, nadar, pescar, cantar, bailar, entre muchísimas cosas más que hacen los niños, que son realmente divertidas, que se hacen simplemente porque nos hacen felices y creemos de esa forma que el mundo es un lugar mejor.
Sin embargo, para muchos resulta difícil recordar cuando hacían las cosas simplemente por diversión, por ello hay que volver a disfrutar como niños, realizar actividades creativas que pongan a volar la imaginación, hacer lo que más nos gustaba para revivir la alegría de nuestra niñez, reencontrando partes enterradas y olvidadas en lugares muy profundos de nuestra mente.
Hablar con nuestro niño interior
Necesitamos ponernos en contacto con nuestro niño interior, conversar con él, si tenemos heridas él nos ayudará a descubrir que las causó, así como a descubrir las razones de nuestros temores y fobias. Hablar con nuestro niño interior nos ayuda a entender los patrones de nuestra vida de adultos, es un medio para descubrir las razones que nos han convertido en quienes somos ahora.
Una de las técnicas más empleadas para hablar con nuestro niño interior es escribir sobre los recuerdos de nuestra niñez, de forma libre, sin ninguna atadura, podemos expresar todos los pensamientos que vengan a nuestra mente, o podemos hacer un ejercicio de preguntas y respuestas, como adultos podemos hacer preguntas a nuestro niño interior y dejar que él nos lleve a las respuestas.
Puede que las respuestas sean dolorosas o revivan momentos muy duros o traumáticos, pero es un medio para descubrir la fuente de nuestros temores y para comenzar a sanar las heridas. Incluso, es posible que no logremos ver o escuchar a nuestro niño interior con total claridad, pero al crear una conexión con él, seguramente nos llevará a tener un sentido más fuerte y completo de nuestro yo interior.
Hablar con nuestro niño interior es una forma de entender que nos causa la ansiedad, así podremos buscar la forma de atacar estas causas para lograr aminorarla y evitar que sea un factor de perturbación en nuestra vida.
Contar con la ayuda de un terapeuta o guía espiritual
Si reencontrarnos con nuestro niño interior desencadena emociones muy fuertes o dolorosas, es recomendable contar con la ayuda de un terapeuta o guía espiritual que nos sirva de apoyo, para encontrar las mejores estrategias para afrontar los traumas y las emociones de nuestra niñez.
Es importante contar con la ayuda de alguien que esté especializado en este enfoque, que plantea que muchos de los problemas que estamos padeciendo de adultos como la ansiedad crónica, generalmente provienen de situaciones traumáticas vividas en nuestra niñez o de emociones reprimidas.
Aprender a reconstruir a nuestro niño interior, es un medio para abordar, comenzando a resolver estos problemas del pasado. Encontrarnos con nuestro niño interior no significa que seamos inmaduros o que nos neguemos a crecer, es un ejercicio saludable que nos ayuda a comprender nuestras experiencias y patrones de vida como adultos.
Curarnos de un dolor vivido en nuestro pasado, que sigue afectándonos, es una forma de cuidado personal que nos ayuda a mirar hacia el futuro con más ganas de vivir, disfrutar y alcanzar la felicidad.