Anatomía sutil y bienestar personal
Creo que todos estamos de acuerdo con la generalización “la anatomía humana describe al cuerpo humano”, sin embargo, cuando nos paramos a analizar la anatomía descriptiva comienzan a surgir diferentes creencias.
La ciencia verifica aquello que puede observar cómo los huesos, los músculos, los nervios, las venas o las arterias, y excluye aquello otro que no ha podido demostrar aún con método científico. Aunque la tecnología ha experimentado un gran avance pudiendo retratar energías que hasta ahora únicamente eran vistas por personas con capacidades extrasensoriales, la creencia de ver para creer hace que la tolerancia en este sentido se vaya ablandando de manera muy lenta.
La anatomía sutil se compone de aquellos otros elementos que son igual de imprescindibles para mantener la vida y el bienestar, pero que no se pueden demostrar aun científicamente en su totalidad.
Hablamos de todo un sistema de canales y centros distribuidores que facilitan el flujo de la energía necesaria para poder vivir, sentir, pensar y actuar.
Según la cosmovisión tradicional del yoga, se habla de 72.000 canales o nadis, y 114 centros o chakras. Desde la antigüedad existen distintas medicinas que trabajan con mapas diferentes, la Medicina Tradicional China con su acupuntura es una de las más conocidas en la actualidad. Esta técnica restaura y equilibra el flujo energético insertando finísimas agujas en determinados puntos de estos canales.
Podemos denominar metafóricamente a los nadis como las venas sutiles que transportan la energía por nuestro cuerpo y a los chakras como los centros donde se regula y distribuye esta energía.
La piel es el límite de nuestro cuerpo físico, sin embargo, nuestro cuerpo energético abarca más allá de la piel, por eso existen nadis tanto dentro como fuera de la misma.
Por su importancia se trabaja fundamentalmente con unos 14 nadis y con 7 chakras a nivel general. Cuando la energía no fluye de forma correcta por nuestro cuerpo se ve afectada nuestra salud física, mental, psicológica, emocional y espiritual.
Así como la física mecanicista puede explicar la anatomía del cuerpo material, es la física cuántica la que ha comenzado a explicar la anatomía sutil y, sobre todo la influencia que esta tiene en la consciencia y la espiritualidad. Podemos decir que no es posible explicar el comportamiento del ser humano sin relacionarlo al menos con cuatro formas de energía: física, mental, emocional y espiritual.
Los chakras tienen como función esencial equilibrar estas cuatro energías y mantener un sistema inmune activo con capacidad de auto curación. La gestión de las emociones es clave para mejorar nuestro sistema inmune y la respiración una verdadera ciencia en si misma para poder domar al universo emocional. La meditación es otra técnica fundamental para minimizar los elementos negativos que se generan a través del pensamiento compulsivo, del lenguaje auto lesivo y de las creencias y juicios disfuncionales.
La energía se mueve siguiendo unos ritmos determinados directamente relacionados con el ritmo del sueño, el ritmo del cerebro, el ritmo del corazón, etc. Los nadis están conectados directamente con los llamados tres cerebros, lugares donde existen grandes masas neuronales, el área del ombligo, del corazón y del cerebro.
La flor y las letras del alfabeto sánscrito son las metáforas con las que se muestran los chakras. Cada chakra se representa con una flor específica que contiene un número determinado de pétalos. Encima de cada pétalo observamos una letra del alfabeto sánscrito, y el número de pétalos de cada chakra se relaciona con las conexiones energéticas del mismo. Los chakras actúan especialmente sobre el sistema nervioso, glándulas, emociones, etc.
- Chakra corona (sahasrara) = 50 pétalos.
- Chakra de la frente (ajna) = 2 pétalos.
- Chakra de la garganta (vishudha) = 16 pétalos.
- Chakra del corazón (anahata) = 12 pétalos.
- Chakra del plexo solar (manipura) = 10 pétalos.
- Chakra del sacro (svadhisthana) = 6 pétalos.
- Chakra raíz (muladhara) = 4 pétalos.
A nivel físico, en el cerebro humano habitan aproximadamente cien mil millones de neuronas conectadas entre sí, disponiendo de unos mil billones de conexiones sinápticas. Estas redes neuronales se organizan en varias jerarquías con fines determinados e interactúan entre las diferentes partes de nuestro cerebro, encargándose cada una de ellas de unas acciones concretas.
La ciencia tradicional se sorprende cuando un cerebro es capaz de recuperar las funciones correspondientes a una zona dañada, hecho que parecía no ser posible, sin embargo, la física cuántica entiende el concepto espacio-tiempo como algo relativo, y transforma la creencia de lo preestablecido en un mundo infinito de potencialidades guiado por la intención.
Podemos utilizar el concepto de holograma para entender que con independencia de las funciones que dirija cada parte del cerebro, el todo contiene la información completa y en el caso de que una de esas partes muera perdiendo su funcionalidad, la información que habita en el resto puede sustituir esa funcionalidad dando vida a lo que aparentemente está muerto.
Dicho esto, es importante entender cómo los nadis configuran otra red con funcionamiento similar al sistema neuronal de nuestro cerebro, con la diferencia que esta red sutil está más dirigida a la distribución de la conciencia y la energía.
La mitad de los nadis gestionan la parte izquierda del cuerpo y el resto la derecha, y según el pensamiento cuántico las conexiones no son lineales ni locales ni jerárquicas. Según este paradigma el campo es dinámico y continuo, y el poder de la intención a la hora de reconfigurarlo lo hace impredecible.
Los nadis reciben información a través de los sentidos, la información (energía) que circula a través de los nadis se gestiona y distribuye por los centros energéticos denominadas chakras y afecta a los diferentes sistemas de nuestro organismo; digestivo, metabólico, circulatorio, inmunológico, respiratorio, linfático, endocrino, nervioso, etc. Esta energía se expresa a través de las glándulas y el cerebro medio, y se acumula en los marmas (puntos energéticos situados en las intersecciones de músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, huesos, arterias y venas).
El cometido de los nadis es llevar la información a los chakras y el elemento que hace posible esta labor es el prana. El prana es la energía de vida que surge cuando añadimos la intención al aire que respiramos, a la comida que nos alimenta y al resto de las acciones que necesitamos para poder vivir. La función principal de los chakras es armonizar el prana, con ello conseguimos equilibrio físico, emocional, mental y espiritual.
El equilibrio se expresa a través del bienestar en los diferentes aspectos de nuestra vida; social, laboral, financiero, ambiental, intelectual, etc. Y ya sabemos que la herramienta fundamental para conseguirlo es la meditación con intención.
Al meditar conseguimos un estado de “no mente”, desde este lugar es posible introducir la intención para crear un estado de “mente enfocada” en la dirección deseada.