La ciencia lo confirma: nuestro cuerpo siente, piensa y recuerda

José María Guillén Lladó
9 Dic 2024 lectura de 7 minutos
La ciencia lo confirma: nuestro cuerpo siente, piensa y recuerda Recomendado

Recientemente, a muchas personas les sorprendió un llamativo titular de prensa: “Revolución en neurociencia: Descubren que la memoria no solo reside en el cerebro”. El artículo explicaba que un nuevo descubrimiento científico podría revolucionar nuestra comprensión de la memoria, refiriéndose a una investigación realizada por el profesor Nikolay V. Kukushkin, de la Universidad de Nueva York, en la que se demostró que los mecanismos básicos de memoria y aprendizaje no solo residen en el cerebro, sino también en otras partes del cuerpo humano. Dicho de otro modo, que la capacidad de almacenar y procesar información es un fenómeno compartido por todas las células de nuestro organismo, y no solo por las neuronas.

En la conclusión final de la investigación, además de afirmar que este descubrimiento abría nuevas posibilidades para la medicina y la biotecnología, se incluía una trascendente afirmación: que el futuro apuntaba a considerar el cuerpo como un amplio sistema de procesamiento de memoria, en el que cada célula contribuye a un conocimiento integrado y funcional. Dicho de otro modo, que nuestro organismo actúa como si fuera un gran cerebro, en forma de red, algo que ya se sospechaba desde hace décadas, pero que esta investigación neurocientífica ayuda a confirmar y comprender mejor.

En el año 1985, la neurocientífica estadounidense Candace Pert (1945-2013), afirmó que la mente se encuentra en todo el cuerpo, basándose en sus descubrimientos sobre los péptidos, formando una red con el sistema nervioso, hormonal, gastrointestinal e inmune. En el año 1991, se publicó el libro The Embodied Mind (Varela et al.), en el que se planteó el concepto de “cognición corporizada”, en el sentido de que “los procesos cognitivos no sólo ocurren en el cerebro, sino que están distribuidos en el acoplamiento dinámico entre el cerebro, el cuerpo y el entorno” (Flor y Hutchins, 1991; Noë, 2009). Por su parte, el prestigioso neurocientífico Antonio R. Damasio, en su libro Le Sentiment Même De Soi: Corps, Émotions, Consciencie (Editions Odile Jacob, 1999), aseguró que “cualquier parte de nuestro cuerpo vibra, y no solamente el cerebro, ante cualquier acontecimiento consciente”. Y más recientemente, la doctora Nazareth Castellanos, explica en su libro Neurociencia del Cuerpo (Editorial Kairós, 2022), que "el cuerpo percibe antes lo que la mente aún no sabe".

Los avances en biología, neurociencias y medicina, van mostrando, gradualmente, que la actividad mental no radica exclusivamente en el cerebro craneal, sino que se extiende a diversas partes del resto de nuestro organismo, y que, en ciertas ocasiones, estas partes pueden llegar a rebelarse contra la jerarquía de éste, actuando por su propia cuenta. Además, muestra la gran interacción que se produce entre las distintas partes, hecho que ayuda a entender mejor, el fenómeno de los trastornos somatopsíquicos y psicosomáticos. Mente y cuerpo trabajan conjuntamente, intercambiándose información.

En el año 2020, publiqué el libro El Quinto Cerebro (Editorial Letrame), con el fin de acercar a la población, de una manera sencilla y fácil de entender, todo ese conjunto de evidencias y conocimientos científicos existentes sobre la realidad de que nuestro cuerpo es un cerebro global que siente, se emociona, piensa, se comunica, se coordina y tiene memoria, así como la importancia y la trascendencia que tiene para la salud, pudiendo ayudar a prevenir, mejorar o curar muchos trastornos y enfermedades de manera natural.

Pero, ¿por qué “quinto” cerebro? Todo el mundo sabe cuál es el primer cerebro: el craneal. El segundo cerebro es bastante conocido por la población: nuestro sistema digestivo, el cual posee una ingente cantidad de fibras nerviosas, neuronas y neurotransmisores. Y tenemos otros dos “cerebros” más, el corazón (tercero) y el microbioma (cuarto), que también son capaces de influir y modificar nuestro comportamiento, según investigaciones realizadas. Como consecuencia, el quinto cerebro, que es nuestro cuerpo, se erige en el gran cerebro que, como una unidad funcional que trabaja en red, engloba e interconecta los otros cuatro cerebros y las distintas funciones psíquicas, nerviosas, inmunológicas, endocrinas, homeostáticas y regeneradoras de nuestro organismo.

El doctor Miquel Samarra, médico con gran experiencia en medicina integrativa, afirma, en un artículo publicado en la Asociación Internacional de Sintergética: “El concepto del quinto cerebro es un tema fascinante que ha ganado un interés considerable en la comunidad científica y en la medicina integrativa. Este término nos invita a expandir nuestra comprensión tradicional del cerebro, sugiriendo que existen “cerebros” periféricos que desempeñan roles cruciales en nuestra salud y bienestar”. – “La idea del quinto cerebro es revolucionaria porque no solo reconoce la importancia de la comunicación entre diferentes sistemas corporales, sino que también sugiere que nuestro bienestar depende de la armonía y la sinergia entre estos sistemas”.- “La investigación futura en este campo podría enfocarse en cómo optimizar la comunicación entre estos “cerebros” y desarrollar intervenciones personalizadas que consideren la biología única de cada individuo”.- “Este enfoque no solo tiene el potencial de revolucionar la medicina y la biología, sino que también puede proporcionar un camino más claro hacia una vida equilibrada y saludable”.

Nuestro quinto cerebro está programado para la supervivencia, utilizando estratégica e inteligentemente sus capacidades defensivas, equilibradoras, regeneradoras y autocurativas naturales. Esto nos lleva a un concepto histórico, prácticamente ignorado y despreciado: el médico interior. Hipócrates afirmaba que la mente, el cuerpo y el espíritu, formaban una unidad holística y funcional, y que una fuerza curativa interna interaccionaba en todos estos ámbitos, actuando como si fuera un médico interior, que induce al organismo a realizar, espontáneamente, esfuerzos para recuperar el equilibrio y la salud. Paracelso, también expresó la existencia de una inteligencia interna, o médico interno, que velaba por nuestra supervivencia, término compartido posteriormente por numerosos y destacados médicos como Hahnemann, Bircher-Benner, Rudolf Steiner, Eduardo Alfonso, Manuel Lezaeta, Alexis Carrel... El doctor Steven Locke, psiquiatra y profesor en la Universidad de Harvard, publicó en el año 1991, un paradigmático libro titulado El Médico Interior, basado en los conocimientos y la práctica de la psiconeuroinmunología, una ciencia que ayuda a evidenciar que nuestro cuerpo es una red global inteligente, y que nuestro pensamiento puede ser elevado a niveles de autoconciencia capaces de influir y modificar sistemas orgánicos, como el sistema inmune o endocrino. Es decir, que podemos prevenir enfermedades y mejorar nuestra salud, utilizando bidireccionalmente, la interconexión mente-cuerpo y cuerpo-mente.

Aumentando nuestra autoconciencia, es decir, tomando plena conciencia de que nuestro cuerpo no es solo un cuerpo, sino una gran cerebro global que siente, piensa y recuerda, programado inteligentemente para nuestra supervivencia y con capacidades muy beneficiosas para la salud física y mental, estaremos en situación de comprenderlo, potenciarlo y cuidarlo mejor, acompañándolo de hábitos físicos y mentales saludables, así como la práctica de técnicas de relajación y meditación que añadan equilibrio y armonía. De esa manera, obtendremos un mayor rendimiento de la relación cuerpo-mente y mente-cuerpo, y un mejor estado de salud y bienestar, de manera totalmente natural.