En mi opinión el buen terapeuta es aquel que, basándose en las experiencias que el propio paciente lleva consigo y tomando toda la información necesaria se aventura a apretar "ese" tornillo. Así como un médico debe gran parte de la cura, no al tratamiento sino al diagnóstico, un buen terapeuta se centra en movilizar para observar e identificar para realizar un acertado diagnóstico.
Bien es cierto que, la mente, las emociones y el cuerpo son bastos mundos difíciles de armonizar en sus infinitas contradicciones aparentes que siempre llevan a una base sencilla y específica. La finalidad del terapeuta no es perderse en el follaje de infinitas ramas, sino localizar el foco.
Trabajo como terapeuta desde hace más de quince años, han sucedido miles de horas de procesos, atención y análisis, movilizando y observando. He sido testigo de cambios asombrosos y también de grandes fracasos. Muchas veces he conseguido acompañar y observar la transformación interna que precipitan un hermoso cambio externo y otras veces no ha sido posible cambio alguno.
Mi responsabilidad es ser tan honesto como es necesario que lo sea mi paciente y llevarle solo a sitios que yo haya podido pisar y gestionar previamente, de ahí que un buen terapeuta debe ser ante todo un buen paciente consigo mismo. De ahí que ser terapeuta no sea aquello que estudias y aplicas de manual, sino que tiene una gran dosis vocacional y de humanidad que pocos oficios más exigen.
Por último, creo que un terapeuta debe ser un buen "cotilla" debe gustarle escuchar, saber, indagar y el escudriñar cada aspecto de su paciente. Interesarse por su paciente de forma real.
Ahora, después de 15 años impartiendo talleres y conferencias y cientos de horas de terapias, creo fervientemente en los beneficios del verdadero Trabajo Intimo y Personal a través del Eneagrama, el Tantra y el Renacimiento. Formador Gestalt, Psicoterapeuta.