El efecto de los traumas del pasado sobre la conducta actual
Cuando hablamos de traumas generalmente la gente tiende a pensar en sucesos horribles ocurridos en la vida de una persona, eventos realmente fuertes e impactantes que dejan marcado a un individuo, como las guerras, las violaciones, episodios de violencia y demás. Pero un trauma no es sólo eso y no hecho no siempre esos sucesos se procesan como traumáticos.
El ser humano es capaz de procesar o de asimilar las cosas que le suceden en la vida y de llegar a encontrar una solución adaptativa para cuanto le ocurre. Pero hay momentos en que la mente humana no es capaz de realizar ese trabajo.
El motivo por el que se produce ese bloqueo es más bien porque el suceso es demasiado impactante para la persona (como en los casos que acabamos de mencionar); bien porque el suceso no es tan fuerte, pero ocurrió en una etapa infantil del individuo que no era capaz de entender o de comprender lo que estaba sucediendo y por ese motivo no podía asimilarlo; o bien porque son experiencias que no son demasiado dañinas, pero que se repiten de forma paulatina durante muchos episodios de la vida de esa persona dejando cierta huella o cierto impacto de tipo traumático en él.
Viendo así cómo se llegan de desarrollar los traumas, por ejemplo una persona puede presentar síntomas de estrés postraumático, tanto si con 30 años sufrió un atraco a punta de pistola, como si tenía una madre súper exigente que le decía todos los días que no era sabía hacer bien las cosas.
El problema del trauma en realidad es que da lo mismo el tiempo que haya pasado desde que ocurrió que sigue produciendo el mismo efecto en la persona que si estuviese sucediendo en ese mismo momento. El recuerdo suele ser nítido, claro, como si hubiese pasado ayer mismo, y la respuesta emocional o el impacto emocional ha permanecido. Por eso cuando relatan el trauma, a no ser que se haya producido una disociación, lo describen como si fuese algo reciente que todavía les afecta, en lugar de como algo que ocurrió hace 10 años, por ejemplo.
Así suele tener repercusiones en la vida ordinaria del tipo:
- Ansiedad a flor de piel o estado de alerta permanente.
- Flash Back o recuerdos que llegan de repente a la mente por cualquier pequeño estímulo asociado.
- Pesadillas o problemas del sueño.
- Sensación de inseguridad y baja autoestima
- Estado de ánimo bajo.
- Mayor vulnerabilidad y sensibilidad para procesar otros sucesos más comunes de la vida cotidiana.
- Reacciones desproporcionadas o evocadoras del suceso ante cosas cotidianas que han quedado asociadas al trauma: aromas, objetos, colores, caricias, miradas...
Las personas que viven traumatizadas o con estrés postraumático, si ha sido por sucesos claramente impactantes, suelen ser conscientes de ello, pero muchas veces cuando ha sido simplemente algo que ocurrió en edad infantil o algo mantenido en el tiempo no siempre son conscientes del efecto que aquello tuvo en ellos.
Intentan normalizar su situación personal y su vida, pero tienen la sensación de que algo se lo impide, que no llegan a ser felices y que no consiguen superar esa sombra que intentan mantener tapada pero que les persigue.
El poder identificar determinados sucesos como traumáticos, o dañinos para uno mismo, es el primer paso para poder solucionar el problema. Luego para poder afrontarlo lo más aconsejable y que más evidencia empírica está teniendo de cara a la superación de los traumas está siendo la terapia EMDR (Terapia de desensibilización y reprocesamiento por el movimiento ocular) y la terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma.