La coraza del mal amado
La coraza del mal amado es profunda y está inscrita no sólo en los músculos y en el tejido conjuntivo, si no también en nuestros órganos internos. Hay una sensación de pérdida, de abandono. La energía vital está dirigida hacia la búsqueda del amor, pero lo hará siempre en torno al vacío interior.
Se forma a partir de los cuatro años hasta los diez. El niño necesita identificarse con sus padres para sentirse amado, protegido, reconocido y tener un punto de referencia con su propio cuerpo y con su psique. Si no se siente amado, se protege de su dolor a través de tensiones, rigideces, armaduras... que le bloquean su espontaneidad, su alegría de vivir, su vitalidad y su autenticidad.
En la coraza del mal amado habitan todas las heridas en relación al amor, todas las conclusiones obtenidas después de haber vivido la experiencia de no sentirse amado. Creencias como:
"Qué puedo hacer para ser amado", "Es necesario que me proteja porque mis padres no me aman", "El amor es peligroso", "No me merezco ser amado", "No soy capaz de ...", "Para ser amado tengo que comportarme de esta forma, tengo que ser de esta manera" .....
Estas conclusiones rápidamente se vuelven inconscientes y se manifiestan en el cuerpo: cerrándose la zona de los hombros, la pelvis y el tórax, disminuyendo la capacidad respiratoria, bloqueando las rodillas...
El niño va creciendo sintiéndose una víctima de la vida, con angustia, miedo, tristeza, rabia, inseguridad. Da la responsabilidad a los demás de su malestar esperando que sea el mundo exterior que le salve de su sufrimiento. Aún teniendo personas a su alrededor que le aman, no lo puede sentir.
Para sanar la coraza del mal amado necesitamos liberarnos de nuestras protecciones, físicas, emocionales y mentales, que en una etapa de nuestra vida han sido necesarias como defensa delante de situaciones de “peligro”: cambios, miedos, maltrato, falta de reconocimiento, rechazo. Utilizaremos como herramientas de sanación movimientos de despertar corporal basados en el MLC y enseñanzas para poder comprender la dimensión psicológica del proceso.
Al mismo tiempo, es fundamental desarrollar una relación bondadosa, amorosa, respetuosa, gentil con uno mismo. La sanación profunda está basada en conectar con el amor que habita en cada uno de nosotros, liberarlo de sus prisiones para que tenga la libertad de expresarse y de compartir la vida con los demás.