Nutrición integrativa en enfermedades degenerativas
En los últimos años ha habido un notable incremento en el número de personas que padecen enfermedades degenerativas tales como enfermedades cardiovasculares, alergias, intolerancias, diabetes, enfermedades digestivas, enfermedades respiratorias, enfermedades autoinmunes o cáncer. La inflamación juega un papel importante en el desarrollo de las enfermedades degenerativas.
El sistema inmune nos proporciona protección e interviene en la reparación de los tejidos dañados por traumatismos, microorganismos infecciosos y sustancias tóxicas. Las células de este sistema son activadas cuando el organismo las necesita pero una vez han hecho su función retornan a un estado de vigilancia, algo importante, evitándose así que estas células se mantengan activas de forma permanente y pasen a atacar tejidos sanos.
Una mala gestión del estrés, un estado psico-emocional alterado y una alimentación incorrecta son factores que determinan una activación permanente de los mecanismos de control del sistema inmune, incrementando así el riesgo de padecer enfermedades degenerativas.
Un elevado consumo de ácidos grasos saturados y grasas trans, una alimentación rica en carbohidratos refinados, azúcares y pobre en fibra, un consumo deficitario de vitaminas D y K, un aporte mínimo de alimentos antioxidantes y un exceso de toxinas, conservantes y aditivos alimentarios son los factores que incrementan el riesgo de padecer una inflamación crónica en el organismo.
Las situaciones de estrés crónico, así como las alteraciones psico-emocionales activan mediadores químicos del organismo que favorecen la activación permanente del sistema inmunológico.
Este proceso supone un gasto energético elevado, el metabolismo se encuentra incrementado para proporcionar la suficiente energía al sistema inmune y a otros órganos implicados como el cerebro (sobre estimulación de todos los sentidos), el corazón o el aparato locomotor, por lo tanto, esta situación va a limitar la capacidad de protección y reparación de tejidos dañados del sistema inmune frente a traumatismos, microorganismos infecciosos, células tumorales, etc.
La promoción de alimentos ricos en omega 3 (pescado, nueces, semillas de lino/linaza), verduras de hoja verde, hidratos de carbono de absorción lenta, alimentos ricos en fibra, así como, la exclusión de azúcares refinados y alimentos con capacidad alergénica elevada (lácteos, trigo, etc.), son algunas de las recomendaciones establecidas para modular la respuesta inflamatoria del organismo.