¿Tenemos que aprender a respirar?
¿Cuánto tiempo podemos sobrevivir sin comer?, algo más de un mes. ¿Y sin beber?, unos pocos días. ¿Y sin respirar, cuánto tiempo podemos vivir sin respirar?, ¡apenas unos minutos!.
El orden de prioridades de nuestro organismo está bastante claro en ese aspecto. Entonces... ¿por qué, salvo raras excepciones, no le concedemos a la respiración la importancia que se merece? El hecho de que sea algo que hacemos mecánicamente y sin pensar no es motivo para no prestarle atención.
Cuando tiempo atrás (ahora ya no se me ocurriría hacerlo...) les decía a mis pacientes que tenían que aprender respirar bien, e intentaba enseñarles cómo hacerlo, la reacción general era una mirada, mezcla de asombro y de incredulidad, como pensando ¿qué está diciendo?. Y tenían razón... No tiene mucho sentido enseñar a respirar a nadie.
Cuando nacemos nadie nos enseña a respirar y sin embargo utilizamos plenamente nuestra capacidad pulmonar, tan solo hay que observar la forma en que un bebé mueve a la vez el abdomen y el tórax cada vez que inspira y expira, ¡y no digamos cuando llora!.
¿Qué ha pasado entonces?, ¿nos hemos olvidado de cómo respirar correctamente con los años?. Lo dudo, es como montar en bicicleta.
Los niños al nacer son la personificación de la flexibilidad, no tienen ningún tipo de restricción muscular. Con el tiempo, a medida que crecemos, a través de un uso "incorrecto" de nuestro cuerpo y de bloqueos emocionales, vamos adquiriendo hábitos posturales que nos perjudican y nos vuelven cada vez más rígidos.
Unos músculos que se han vuelto excesivamente rígidos han perdido su capacidad de elongación, lo que limita su movilidad. Son músculos "ineficaces" que no pueden cumplir correctamente la función para la que están creados. En el caso de los músculos inspiratorios, un exceso de rigidez está limitando la función más importante del organismo, la respiración, su tratamiento es prioritario.
Aunque también hay músculos catalogados como espiratorios, éstos sólo actúan en caso de expiración forzada. Para inflar un globo tenemos que soplar con fuerza, en cambio para desinflarlo no tenemos que hacer nada, la presión atmosférica se encarga de hacerlo por nosotros.
Una respiración restringida es el origen de una deficiente oxigenación celular en todo el cuerpo, al tiempo que la circulación sanguínea y linfática ven mermada su eficacia, lo que repercute negativamente en su función de drenaje y limpieza, produciéndose una peligrosa acumulación de toxinas en todo el organismo. Para evitar esto es importante que la caja torácica y el abdomen puedan moverse libremente, sin restricciones de ningún tipo.
Una persona que tenga los hombros enrollados hacia delante y hacia el interior y la cabeza adelantada, con una hipercifosis dorsal, tendrá una respiración concentrada en la parte baja de los pulmones, lo que se conoce como respiración abdominal o diafragmática. Le resultará muy difícil, incluso incómodo, llenar la parte superior de los pulmones.
En cambio, alguien con un abdomen hinchado por algún tipo de problema físico (disfunción hepática, problemas digestivos...), y/o con una hiperlordosis lumbar, concentrará su respiración en la parte superior de los pulmones, y tendrá una respiración más torácica o clavicular.
¿Hay que enseñar a estas personas cómo deben respirar porque no saben hacerlo bien?. Que sí, que síííí... claro que se puede hacer, aunque ¿a qué precio?. Cuando un músculo ha perdido su movilidad, y por lo tanto su capacidad para realizar un movimiento concreto, hay que "reclutar" otros músculos que no están pensados para poder realizar ese movimiento, lo que a la larga puede producir el agotamiento de los músculos "subcontratados" (están haciendo una doble función; su trabajo y la sustitución de los músculos "averiados") y una larga serie de contracturas, lo que empeora una situación que de entrada no era especialmente buena.
En el caso de la persona con los hombros enrollados y la cabeza adelantada hay que flexibilizar los pectorales, mayor y menor, los intercostales, y los músculos flexores del cuello, los esternocleidomastoideos, y posiblemente los escalenos. Su postura se abrirá y ¡milagrosamente! aumentará su capacidad pulmonar sin enseñarle nada.
En el segundo caso, hay que tratar el problema orgánico, si lo hay, flexibilizar el diafragma, lo que nunca está de más, y aunque no implique directamente a músculos inspiradores, tratar la hiperlordosis si la hay, relajar el cuadrado lumbar más el cuádriceps (recto anterior), o tal vez psoas más recto abdominal, y también aumentará su capacidad pulmonar de un modo "milagroso".
Si se modifica la postura de la parte superior o de la parte inferior del cuerpo, se modifica el centro de gravedad, por lo que hay trabajar siempre equilibrando la totalidad del cuerpo, corrigiendo las compensaciones a medida que van produciéndose, para no crear un problema mayor que el que queremos solucionar. De ahí la importancia de un trabajo global con cadenas musculares, individualizado según las necesidades concretas de cada persona.
Blandine Calais-Germain escribió un estupendo libro, el tomo IV de la serie "Anatomía para el movimiento", titulado "La respiración, El gesto respiratorio" en el que explica de una manera bastante asequible todo el proceso de la respiración, y propone unos ejercicios y estiramientos muy sencillos para flexibilizar la caja torácica y todos los músculos inspiratorios, con el objeto de aumentar así, o más bien liberar, la capacidad pulmonar.
Una vez que se ha conseguido liberar toda esta musculatura, es conveniente mantenerla siempre flexible. Para ello puede ser muy útil la práctica regular de alguna disciplina que ponga especial atención en ejercitar la respiración, como el yoga, el tai-chi o el Qi gong.