Actitud optimista
La vida se compone de hechos que son interpretados por nuestro filtro mental, estructurado mediante la cultura en la cual vivimos, y la educación recibida, pero en realidad esos sucesos no son ni buenos, ni malos, sí dolorosos o alegres, el resto de etiquetas las ponemos nosotros. Esas etiquetas son la interpretación de lo que realizamos, enfocados a percibir aquellos hechos que encajan dentro de nuestro esquema mental, de los juicios de valor que les otorgamos. Así si consideramos que la vida es un valle de lágrimas nos centraremos en los sucesos que reafirmen nuestra percepción, o si consideramos que es una permanente lucha actuaremos en concordancia con este pensamiento.
Sin embargo, cuando observamos la vida, comprobamos que esta no es nada de lo que imaginamos, no se ajusta a nuestro mapa mental, sino que posee sus propias reglas, al margen de nuestra voluntad, en la que cabe todo lo que imaginamos o creemos. Es inabarcable por nuestra mente, aunque sí por nuestras emociones y sensaciones.
La percepción que nos condiciona
Es por ello, que si las etiquetas que imponemos a la realidad, la cual se compone de los sucesos que vivimos y el modo de interpretarlos, no se ajustan a lo que es en sí la vida, incapaz de momento de ser definida, aunque sí identificarla, las definiciones son procesos mentales, que nos predisponen para vivirla. No es la vida quien nos condiciona nuestra actitud y comportamiento, sino que es nuestra percepción quien influye en nuestro comportamiento, sobre todo porque a lo largo de las 24 horas de un día, nos suceden numerosos hechos, unos dolorosos, otros agradables, que rompen la concepción de definir la vida en bien o mal.
Por lo expuesto hasta ahora, nos conduce a centrar la tesis de este artículo en la actitud con la cual vivimos, y más específicamente entre pesimismo, realismo y optimismo, actitudes que guían nuestro comportamiento, y nos permite vivir desde el sufrimiento o el disfrute.
El pesimismo y su "irrealismo"
El pesimismo es una actitud basada en las dificultades que encontramos en la vida, como única realidad, impide el disfrute de la vida, puesto que aunque se viva una situación agradable, nuestra mente se centrará en el momento en el cual sucederá algo doloroso. Anticipándose así a un previsible futuro, sustentado por ideas en apariencia racionalistas, pero son irracionales debido a que se centran en los momentos dolorosos que existen en la vida, obviando los momentos gozosos que también aporta la vida.
No es por lo tanto un ejercicio racional, debido a que no hay una reflexión real, donde argumentar el planteamiento, sino que es una creencia, que omite una gran parte de la vida, y que justifica la pasividad para afrontar los retos, negando la posibilidad de lograr nuestras metas. Intentando desanimar a cualquier persona que con vitalidad emprenda el reto de soñar. Además muchas veces lo revisten de realista, cuando en realidad ocultan una gran parte de la realidad, o desmerecen el esfuerzo ajeno mediante el argumentario de la suerte, o de algún favor espúreo. Justificando de este modo sus planteamientos y conducta.
El pesimismo provoca una insatisfacción y sufrimiento, robando energías a nuestra vitalidad. Es un estado que podemos asociar a estados de desilusión, depresivos, irritación, e insatisfacción. También provoca que se desee controlar la vida, empleando muchas energías en ello, sin lograrlo puesto que ella no se rige por nuestros deseos, generando esta actitud una permanente tensión que afecta a nuestra mente y nuestro cuerpo. Este control pretende evitar situaciones dolorosas, impidiendo de este modo disfrutar de los instantes gozosos, sin por ello impedir el dolor, salvo en un estado de desconexión total con la vida, como son los estados profundos de depresión, donde apenas se siente.
Las personas realistas
La definición de personas realistas, se basa también en una interpretación sobre la vida, partiendo de que no suelen definir la realidad, sino que su percepción es la que consideran real, cuestionando la de otras personas, calificándolas de ilusas o ingenuas, si no concuerdan con su percepción. Y al igual que con el pesimismo, desechan lo que no encajan dentro de su definición de la realidad. Definición que imponen como absoluta, en una actitud rígida e inflexible, que impide adaptarse a las circunstancias, y aceptar otros puntos de vista. Culpando de las "desgracias" a la vida o al otras personas, incapaces de asumir la responsabilidad de sus actos.
Si bien la realidad no es un concepto absoluto, incluso no es algo que en sí exista, puesto que se compone de los hechos que vivimos y la interpretación que les damos, no tiene mucho que ver con la vida, aunque se enlace debido a que nuestra mente se dedica a interpretarla. Pero la vida es más que la realidad, dado que la realidad la encaja en conceptos estrechos, donde no cabe por completo la vida, motivo por el cual se fragmenta y escoge lo que se considera adecuado para la percepción propia. Reduciendo nuestras posibilidades de vivir a unos límites que impiden disfrutar por completo de la vida, de experimentarla en todas sus posibilidades, por miedo a ser irresponsables, infantiles o ingenuos. Asumiendo que la vida es más seria de lo que en sí es. Más exigente de lo que ella exige. Inflexible, por más que ella sea flexible. Creando de este modo un sistema rígido y organizado de vivir, aunque en ocasiones la vida arrase con esta imposición. Y nos muestre su espontaneidad, la gran amenaza de la organización industrial de vivir.
El optimismo y el realismo que implica
El optimismo es la actitud más "realista" de vivir, debido a que las personas optimista no son aquellas que buscan ansiosamente el aspecto gozoso de la vida, que se centra en un concepto de felicidad adaptado a su necesidad de huir de la vida. Niegan el dolor, y tampoco asumen la responsabilidad de sus vida. Con optimismo me refiero a la actitud que asume la vida tal cual llega, centrada más en el para qué, que en el porqué, y ven siempre una oportunidad de cambio, de aprendizaje, una oportunidad para vivir más acorde a como se siente, emprendiendo retos, independientemente de si logran sus objetivos o no, manifiestan sus emociones, sin negarlas, y no pretende controlar la vida, sino vivirla intensamente.
Estas personas están llenas de vitalidad, viven relajadas, se manifiestan generosas, se adaptan a las circunstancias, y procuran sacarle provecho. Están satisfechas con su vida, aceptan otros puntos de vista, puestos que son empáticas, no imponen sus puntos de vistas, y gozan de relaciones satisfechas. No viven en la queja permanente, y si viven en el presente, en el aquí y ahora. Desarrollando su creatividad, y la espontaneidad logrando de este modo gozar de la vida, disfrutarla, y alcanzar un estado de felicidad real. Son personas comprometidas, sensibles a lo que sucede en su entorno, con la comprensión suficiente para saber como actuar en cada situación, capaces de reconocer sus equivocaciones y pedir perdón sinceramente.
No pretenden definir la vida, sólo vivirla, no organizarla, sino disfrutarla, ser ellas, no pretender ser otra persona, ganando en salud física y mental. Viven de acuerdo a lo que sienten y piensan, asumen el cambio como un componente de la vida, no aferrándose al pasado. En definitiva son personas vitales, que encuentran oportunidades en las situaciones críticas, sin dejar de disfrutar de los momentos gozosos, creando un clima agradable de convivencia.
Viven con los pies en el suelo, y su mente en las oportunidades de disfrutar de la vida, de desarrollarse personalmente. Marcándose objetivos sencillos, y centrados en el camino, hasta alcanzar sus retos. Sus vidas no son rutinarias, y asumen la responsabilidad sobre ellas, sobre su comportamiento, sin justificarse ni culpara a nadie. Toman decisiones consciente de lo que asumen. Viven atentos a la vida, de donde observan y encuentran los momentos de goce, y de cambio. De ahí que sea la actitud más "realista".