Profundizando en el concepto de karma / tendencia, parte 1 de 5
El significado último de la vida.
Pienso que el mejor modo de transmitiros cómo se ha posibilitado el desarrollo que actualmente explico de karma o tendencia en mis formaciones, consiste en detallar los distintos momentos en que el constructo fue creciendo a partir de mi práctica y algún momento meditativo, haciendo una excepción en mi línea de exposición, pues no suelo hablar de mi.
Desde muy pequeño estoy interesado en conocer los resortes de la mente, la arquitectura que está moviendo conceptos, ideas, formas de actuar y de pensar, los estados emocionales, cuándo considerar que una acción es o no saludable, qué es la enfermedad, qué es la salud...
Acontecimientos tempranos, cuya significación es radical, motivaron en mi esta búsqueda, con otro propósito que está en el fondo de todo, y es minorar el sufrimiento y proporcionar felicidad a los seres vivos, quizás curar, quizás dotar de significado a la vida en sí misma...
Aunque no siempre ha sido así, desde que me incorporé a la Universidad, he conocido compañeros del camino que han compartido este interés conmigo y, por otro lado, disculpad mi ignorancia u olvido de hace 20 años, pero a raíz del nacimiento de mi primogénito, han llegado muy cerca lecturas budistas donde podéis imaginar la sorpresa, cuando vi que algo similar, al conocer la enfermedad, la vejez y la muerte, había conmovido a Siddhartha Gautama, el Buda, y que esta experiencia le llevó a Karuna, la Compasión...justamente lo que sentí de pequeño y que os he explicado.
En esta aventura, (toda una investigación de causas y efectos), se han generado muchos conceptos operativos, orientados a la acción para combatir la infelicidad. Y uno de ellos es el destino, tendencia o karma.
Aún vivía una época juvenil, 1994, cuando en mis resúmenes observacionales, siempre dentro del paradigma de las anamnesis psicológicas, me asombré al poder constatar que todas las personas analizadas, presentaban fuera de ellas, en los hechos externos y objetivos de sus vidas, repeticiones inexplicables. Esto es, que quien estaba rodeado de pequeño de riquezas tenía la tendencia a estarlo de mayor, que quien fue maltratado de niño, tenía la tendencia a seguir siéndolo años después, que quien perdía la vida de personas muy queridas de pequeño, solía sufrir defunciones prematuras del mismo tipo tiempo después, y así con docenas de hechos recurrentes.
No puedo extenderme aquí en las diversas teorías o marcos explicativos que ya existen a la sazón y que procuran explicar esta observación. Es evidente que somos muchos que lo hemos advertido. Por un lado, la más conocida en la actualidad, llamada ley de la atracción, que explica energéticamente que el tipo de vibración que emites, tus pensamientos, deseos, ideas, proyecciones de futuro, etc. son las causantes de atraer (tipo efecto diapasón), aquello que te sucede.
Resonó en mí a Ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente y es harina de otro costal profundizar en ello (sabemos que se encuentra impresa en el inconsciente humano y eso se ha utilizado "convenientemente"). En cualquier caso, tengo la impresión de que se trata de ese ancestral paradigma reformulado desde la física cuántica. Y no es desdeñable en ningún caso, todo lo contrario, que hay que tenerlo muy en cuenta, pues ciertamente influimos mucho en los acontecimientos que nos rodean, pero no podemos ser deterministas como lo es esta ley y pensar que todo lo que sucede sigue ese principio, ni olvidar que esta realidad es algo más compleja, y que "todos" vibramos y todos atraemos y no podemos explicar unilateralmente lo sucedido, sino más bien en un modelo de constelaciones de causas y efectos. No vivimos en un laboratorio donde podamos aislar las variables...este diseño experimental es de lo más complejo.
Lo mismo que ocurre con la teoría psicológica de la autoprofecía cumplida, por poner otro ejemplo. Ésta parte de una base similar, pero conductual, es decir, intenta demostrar que con nuestra actitud y conducta provocamos los acontecimientos que ya esperamos sucedan.
Los límites de todas las explicaciones encontradas eran evidentes. No puedo pensar que un niño de 4 años o un bebé provocó su violación con una vibración, o bien la muerte de su padre, o un accidente. Y así en cientos de ejemplos, quedan descartados como explicaciones universales teorías de este tipo, y en todo caso, más que leyes, se estaría hablando, precisamente, de tendencias universales. Y una tendencia marca una probabilidad, no determina.
Recuerdo no poder compartir con ningún colega mi pequeña constatación, hasta que en una cena, ya hace muchos años, confesé esto que explico hoy aquí a una querida colega... como quien explica algo vergonzoso. Otra sorpresa fue su reacción: "¿tú también?". Así empezó otra etapa: ¡No estaba loco, y existía esta realidad comprobable más allá de mí reducido ámbito de trabajo!
Nota: Puedes consultar los capítulos siguientes en los siguientes enlaces parte 2, parte 3, parte 4 y parte 5.