Adelgaza sin sacrificio
La condición natural de las personas es la salud y el bienestar. Dentro de cada ser hay un poder curativo "la fuerza curativa de la naturaleza", "el médico interior".
Ya hablé en mi artículo anterior de una de las terapias que despertaba esa fuerza curativa y la capacidad de autocuración de la persona "el masaje abhyangam". Ahora quiero adentrarme en otro aspecto que nos preocupa bastante en estos tiempos y que es nuestro aspecto físico. Cómo conseguir esa imagen de nosotr@s mism@s con la que nos sentiremos satisfech@s.
Empiezo haciendo un poco de historia para recordar al médico más famoso de la Antigua Grecia, llamado el padre de la medicina, "Hipócrates".
En los años 400 a.c. fundó en la isla de Cos una escuela de medicina y en ella desarrolló la ciencia de la Dietética.
En aquellos tiempos ya se investigaban las causas y era imprescindible que la persona enferma se responsabilizara de su curación tomando parte en el proceso.
Para ello investigaban lo que había debilitado la fuerza vital del ser humano y había hecho posible el desarrollo de la enfermedad. Lo que intentaban era mantener la salud del alma y del cuerpo consiguiendo un modelo de una forma de vida natural y sensata teniendo en cuenta seis requisitos:
- Luz y aire.
- Alimentación sana.
- Movimiento y descanso.
- Ritmo adecuado a la naturaleza en la vigilia y en el sueño.
- Excreciones sin trastornos.
- Serenidad espiritual.
Cada persona tenemos unas condiciones particulares de existencia, marcados por nuestro entorno a todos los niveles, nos sentimos tan condicionados que caemos en un estado de sentirnos tan atrapados que perdemos toda fuerza para salir de ahí. Ahora ya podemos contar con una diversidad de técnicas que pueden cambiar mucho esa percepción, y volver a sentir esa ilusión que nos caracteriza cuando vemos la posibilidad de una salida positiva.
También hay que tener en cuenta que cada persona es diferente y no se puede mantener un método para todos por igual, y ahí, es donde empleando el estudio personalizado, se llega a realizar un plan facilitador en alianza con las características y posibilidades de cada uno.
Vamos a centrarnos en uno de los aspectos de este plan "el tipo de alimentación".
El tipo de alimentación
El tipo de alimentación ha variado mucho a través de los siglos, sin embargo, el concepto de nutrición (el saber alimentarse bien) pertenece al último siglo.
Ahora es normal que nos preguntemos en qué consisten los alimentos que ingerimos, cuál es su destino en el cuerpo, para qué sirven, en qué se transforman, qué le puede ocurrir al cuerpo si le faltan y mala calidad o mala utilización de los mismos. Por supuesto que el clima, las costumbres, la tradición, los motivos religiosos, los adelantos técnicos e industriales..., han ido modificando los hábitos alimentarios para bien y para mal, por eso es importante conocer este proceso con el fin de vislumbrar un poco de claridad en el tema que nos concierne; "hacia dónde debemos enfocarnos para conseguir ese aspecto físico y esa salud tan deseada".
En los inicios nuestra alimentación consistía en lo que nos deparaban los bosques, ríos y mares. Con el descubrimiento del fuego y la aparición de los primeros utensilios comenzamos a cocinar facilitando el proceso de digestión. Posteriormente comenzó el pastoreo y más tarde la agricultura, con lo que conseguimos una dieta más rica y variada al mezclar productos animales y vegetales. Sí que había unas características especiales que marcaba el tipo de alimentación, siendo en los trópicos y países tórridos un pueblo fundamentalmente vegetariano, carnívoro en los climas fríos y una dieta mixta en los climas templados. Según las razas también tenían una forma determinada de alimentarse por tradición y costumbre o motivos religiosos, y fue en la época de Hipócrates y Galeno cuando se empezó a ver la importancia de los alimentos para conservar la buena salud.
Cuando se presentaron los molinos de rodillos se empezó a producir las harinas blancas, los arroces molidos, la producción de azúcar en gran escala que tuvo una gran difusión a causa de su abundancia y baratura, introduciendo un desequilibrio en la dieta moderna a favor de los hidratos de carbono y que hoy sabemos lo perniciosos que pueden llegar a ser, facilitando la aparición de enfermedades como la diabetes, caries, carencias del grupo B..., etc.
Y todo esto más lo que vino después, excesos de todo tipo, es lo que nos ha llevado a no poder mantener un peso dentro de las medidas de salud.
Las grasas, las proteínas y los hidratos de carbono estarán presentes en la dieta pero siempre en la proporción adecuada para cada persona, y ahí, es donde entra debe entrar el conocimiento y experiencia del profesional, haciendo un estudio detallado de las condiciones de cada persona y adaptando la dieta a sus necesidades vitales, a su entorno y economía, manteniendo el concepto científico de la alimentación "concepto curativo de la dieta" para ello hemos de tener en cuenta la función básica del sistema digestivo, que es convertir los alimentos en moléculas pequeñas, para que puedan pasar al organismo por medio de la masticación y con el aporte de enzimas digestivas que degradan las proteínas, grasas y carbohidratos hasta obtener esas moléculas pequeñas que pueden ser absorbidas a través de las células de la mucosa del intestino delgado, y que, posteriormente ingresan en la sangre o la linfa, junto a las sales minerales, el agua y las vitaminas. Por eso, es tan importante cuidar todos estos detalles, con el fin de facilitar dicho proceso y conseguir mantener la salud y el aspecto deseado.
Hay otros aspectos que también nos afectan a la hora de alimentarnos y son los sabores que pueden dificultar o favorecer la ingesta. Hay que tenerlo muy en cuenta y trabajarlo para conseguir las condiciones adecuadas que beneficien nuestro bienestar, ya que éstos dependen de la textura, la temperatura o el estado de ánimo, muy diferente según la persona en cuestión. Por eso mi insistencia en que los métodos deben ser personalizados y nunca genéricos.
Me gustaría también hablar un poco de las vitaminas, esas sustancias tan necesarias para el organismo y que no pueden ser sintetizadas por éste. Los alimentos que debemos seleccionar es importantísimo, ya que pensamos que estamos recibiendo el suficiente aporte vitamínico con los que ingerimos, pero resulta que a causa del tratamiento que reciben estos alimentos e incluso su almacenamiento provocan su pérdida. Con lo cual, no basta con la cantidad de alimento adecuado para que nos aporte las vitaminas necesarias, sino también la calidad para conseguir un buen funcionamiento celular en nuestro organismo, ya que sin ellas no podríamos aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados en la alimentación por las proteínas, los azúcares, féculas y las grasas.
Resumiendo, el valor químico del alimento debe ser analizado por el cuerpo que lo consume, cada uno diferente y con diferentes resultados. Por eso, debe estudiarse caso a caso, para conseguir una armonía energética con unos resultados pretendidos por la persona que lo solicita y sin grandes sacrificios.