La técnica de transformación energética
Todos los seres humanos estamos compuestos por un cuerpo físico, un cuerpo emocional y un cuerpo espiritual. En nuestra esencia más profunda somos energía que vibra a diferentes frecuencias. Los tres cuerpos están íntimamente ligados y para conseguir el bienestar completo es necesario que todos ellos estén equilibrados individualmente y entre sí.
Si en uno de los tres aspectos hay un desajuste inevitablemente va a afectar al conjunto. Las tres partes son igualmente importantes e indispensables. Insisto en que el secreto de la salud y el bienestar estriba en el equilibrio.
En este artículo voy a centrarme en el cuerpo emocional.
Para empezar, hemos de tener en cuenta cuatro conceptos básicos:
- El cuerpo emocional se compone de los sentimientos que todas y cada una de nuestras vivencias han provocado en nosotros, desde la más grande hasta la más insignificante; todas sin excepción, dejan una huella. Estas huellas quedan grabadas a nivel energético y forman los diferentes sentimientos, que voy a clasificar en dos grandes grupos: sentimientos positivos y sentimientos negativos.
Los sentimientos negativos son los que vibran en las frecuencias más bajas: el miedo, el odio,el dolor, la tristeza, la culpa...
Los sentimientos positivos son los que vibran en las frecuencias más altas: la confianza, la alegría, la paz... y en la frecuencia más alta de todas el amor. - La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma (Einstein).
- Las energías de todos los seres vivos están permanentemente interconectadas sin importar el espacio ni el tiempo.
- Además, ante cualquier conflicto siempre existe una solución que es la mejor posible para todos, es decir, una en la que nadie sale perdiendo y sí todos ganando. (Fuentes consultadas: Serie de” Kryon” de Lee Carroll.”El campo” y “El experimento de la intención” de Lynne McTaggart).
Otro concepto fundamental que voy a utilizar es el de luz-oscuridad:
Tal como podemos interpretar intuitivamente, luz es sinónimo de claridad, verdad, sinceridad, transparencia, conocimiento, respuestas, soluciones. Oscuridad es sinónimo de confusión, mentira, autoengaño, conflicto.
Así que, uniendo todos estos conceptos puede decirse que el ser humano durante toda su vida va acumulando vivencias que le generan sentimientos que pueden ser positivos o negativos, y que se van a ir acumulando en su memoria energética de manera a veces consciente y muchas veces inconsciente. Si es de manera consciente tendrá una sensación de cierto control sobre los mismos, pero si es inconsciente no existe control alguno, con lo cual parece que su fuerza se multiplica.
Aún en el caso de que el sentimiento sea consciente la ilusión de que mentalmente podemos controlarlo es falsa. La energía del sentimiento tiene vida propia y aunque cognitivamente decidamos que lo vamos a controlar nos encontraremos que una vez y otra nos domina y que nos encontramos actuando de maneras que nos traen infelicidad. Cuando queremos evitar que ésto suceda es cuando toma sentido la Técnica de Transformación Energética:
Es la técnica que permite transformar los sentimientos negativos en luz y sentimientos positivos de manera auténtica; consigue que lo que era una situación de conflicto con consecuencias negativas o destructivas para uno mismo y para los que lo rodean, se convierta en una situación de aprendizaje positiva y constructiva para sí mismo y para los demás, y como consecuencia final, permite que fluya la mejor solución posible para todos.
Este proceso consta de los siguientes pasos:
- Toma de conciencia del sentimiento. Este paso parece sencillo pero no lo es. De hecho es el más difícil de todos porque tenemos una gran tendencia a autoengañarnos. Todos vamos creando durante nuestra vida un “yo ideal” que se corresponde con lo que nos gustaría ser pero que muy frecuentemente no coincide en absoluto con nuestro “yo real”. Así por ejemplo a casi todo el mundo le cuesta mucho más reconocer que tiene sentimientos agresivos o de odio que no de tristeza; parece que así se es mejor persona. Pues bien, la dificultad de este punto de toma de conciencia radica en admitir cualquier sentimiento que surja nos guste o no;por tanto, para que el proceso tenga éxito hemos de partir de un principio fundamental: la intención de ser totalmente sinceros con nosotros mismo, aunque lo que hayamos de encontrar rompa con todos nuestros esquemas y nos asuste verlo dentro de nosotros. Realmente es un trabajo para valientes.
Una vez dado este primer paso hemos de hablar con nuestro sentimiento, preguntarle, escucharlo, ir tirando del hilo hasta que finalmente lo tenemos bien delimitado. Hemos de permitirle que se desahogue, que saque todo el malestar, llegar al fondo del mismo. Por ejemplo, si estamos enfadados con alguien vamos a darnos permiso para imaginar todo lo que le diríamos a esa persona, incluso podemos imaginar que le damos una paliza…, lo que sea que en ese momento nos salga de dentro; sinceridad absoluta. ¡Tranquilos¡ No hay que asustarse porque entonces viene el paso número - Ya tenemos reconocido, aceptado y desahogado nuestro sentimiento. En este caso era rabia. Pues bien, ahora tenemos que decidir si queremos quedarnos instalados en la rabia o decidimos transformarla en un sentimiento positivo. Este proceso de toma de decisión puede variar en el tiempo según el caso; a veces una persona necesita vivir la rabia (o lo que sea) durante un tiempo. Cuando lo considere oportuno viene el momento de la decisión. Todo puede transformarse por difícil que parezca. Realmente es una cuestión de voluntad y decisión firme. Si decidimos quedarnos en lo negativo hemos de tener en cuenta que entramos en un proceso que es destructivo para nosotros y para los que nos rodean y que en ningún caso nos va a aportar los cambios que nos gustaría. Por ejemplo, una mujer está llena de odio porque la ha abandonado el hombre que ama; cree que como se ha portado mal con ella merece ser odiado y permite que el odio la invada; pues bien, el mal amante posiblemente ni se entere del sufrimiento de ella y siga con su vida ajeno al odio que ella ha generado; pero a cambio ese odio se va a repartir entre todas las personas que entren en contacto con ella y que no tienen ninguna culpa. Por tanto, la mujer está viviendo devorada por el odio, lo está contagiando a quien no se lo merece y por supuesto no consigue volver el tiempo atrás y recuperar al amante perdido.
Siguiendo con el ejemplo, lo que la mujer debería hacer es conectar con su odio, desahogarlo, dejarlo expresarse hasta el extremo (quizá necesite ayuda terapéutica si se siente desbordada) y a continuación decidir que quiere transformar ese odio en luz y amor, amor dirigido, en primer lugar, hacia sí misma.
¿Por qué primero en luz y luego en amor?
Si queremos pasar del odio al amor cogiendo el atajo va a ser muy difícil. Eso es lo que predica el cristianismo y nos recordó el Papa Francisco en su viaje por África:
¿Sóis capaces de transformar los negativo en positivo? ¿Sóis capaces de transformar la guerra en paz?
Papa Francisco
Por experiencia de muchos siglos sabemos que pretender hacer eso solo por un acto mental no nos lleva a transformar, sino a reprimir, a negar y a autoengañarnos, con lo cual no estamos entrando en la luz sino en la oscuridad y generando neurosis, ansiedad, etc…
Para que la transformación sea real debemos pasar primero por la luz: siguiendo con el ejemplo de nuestra mujer abandonada y llena de odio,cada vez que decide transformar la rabia en luz va a tener respuestas; por ejemplo, puede entender que ese hombre le estaba reproduciendo la relación que tenía con su padre, o que necesitaba una cura de humildad porque se creía demasiado prepotente, o que ha de confiar en sí misma y no esperar que otra persona le llene la autoestima...
En este proceso de comprensión y conocimiento se va a ir encontrando con nuevos sentimientos y con todos ellos va a repetir la intención de transformarlos en luz y amor y así sucesivamente hasta que llega un momento en que la mujer puede pensar en su amante traidor con una paz total, y a cambio ha aprendido un montón de cosas sobre sí misma que le permiten mejorar la relación con todos los que le rodean. En lugar de contagiar odio, ahora está contagiando paz y amor, y si las personas que están en contacto con ella tienen el potencial de cambio (no todo el mundo lo tiene, aunque sí la mayoría) también van a contagiarse de los aprendizajes que ella ha conseguido; de manera que, lo que empezó siendo una experiencia negativa se ha convertido en una experiencia de aprendizaje y evolución personal cuyo efecto, al igual que cuando tiramos una piedra a un estanque, no se sabe nunca hasta dónde va a llegar.
Cuando este método se tiene interiorizado pueden conseguirse transformaciones auténticas de manera muy rápida, aunque a veces es mucho más complicado y necesita paciencia y tiempo para saber ir recibiendo y asimilando las respuestas pertinentes. A mí me sirve de mucha ayuda el Reiki como herramienta para conectar con la parte más escondida de una mismo y sacarla a la luz y también para conseguir la transformación de las frecuencias bajas en frecuencias más altas.
Es un método que resulta muy útil en la terapia pero que se puede enseñar para que cada uno pueda hacerlo suyo y usarlo independientemente.
En síntesis, cuando se utiliza este método habitualmente, la sensación que se tiene es que en lugar de funcionar desde la carencia, el victimismo, la auto-compasión o el autoengaño, se funciona desde el autoconocimiento, desde la esencia y se vive una agradable sensación de estar conectado con uno mismo, entero, integrado, en paz y con menos miedo, porque se sabe que pase lo que pase se va a saber afrontar.
Un ejemplo real
Me gustaría compartir un ejemplo real que me parece muy interesante por su actualidad:
Todos nos hemos enterado de los recientes atentados de París y hemos visto la reacción de miedo y escalada bélica que han provocado. Cuando tuve noticia lo primero que pensé es que la respuesta armada no es la solución, porque el odio sólo genera más odio y justamente el objetivo es acabar con él. Así que decidí aportar mi pequeño granito de arena justamente aplicando la TTE a los sentimientos que esos sucesos habían provocado en mí: miedo a una guerra, tristeza... Pero, ¡casualidades de la vida! resulta que una de las personas a las que presto ayuda (a la que llamaré X) tenía relación con una de las víctimas del atentado y ¡más casualidades! habíamos estado hablando de ella la semana anterior. Ni qué decir tiene que X estaba realmente afectada por lo sucedido pero también que tenía la intención clarísima de no quedarse bloqueada en los sentimientos negativos. Así que empezamos el trabajo de transformación:
Lo primero fue permitirle que pudiera desahogar sus sentimientos, hasta que pudo aislar uno con más fuerza que los demás, el miedo; desde que había sabido la noticia no podía dormir por las noches por culpa de él. A continuación pasamos a trabajar con el reiki, poniendo la intención de transformar el miedo en luz y amor, y de esa manera fue encontrando respuestas sobre su pasado, sobre la relación con sus padres, sobre sus miedos de pequeña, etc. Tras la primera sesión X, ya pudo dormir sin tener miedo, y al cabo de un par de semanas, podía pensar en el atentado sintiendo paz pero, no sólo eso, sino que había obtenido un montón de respuestas (cuanto más intensa es la energía a transformar mayor es el número de respuestas) y había encontrado soluciones nuevas y más positivas en la relación con su familia,contagiando también a los otros su cambio de actitud.
Llegados a este punto me gustaría hacer una reflexión:
Si este proceso transformador no lo hace una sola persona sino que lo hacemos muchas, ¿hasta dónde puede llegar su efecto en el mundo que nos rodea? ¿Podría ser que entre todos consiguiéramos que donde siempre ha habido miedo y odio en un futuro haya amor y paz?