Mi experiencia con mindfulness o atención plena
Hoy en día casi toda la información nos viene de Internet, la que buscamos y también la que no. Mi encuentro con el Mindfulness “apareció”, sin buscar para nada qué era este método. Me “apareció” de forma inesperada mientras veía algunas cosas. Leí “quedan ya pocas plazas para el inicio del curso de Mindfulness”.
¿Mindfulness? ¡Ah, sí! me dije: la técnica para el control del estrés de Jon Kabat Zinn, tengo un libro de él, lo compre en... y la mente discursiva empezó a relatarme todas las ideas que había leído sobre el tema, en cuestión de segundos.
Pero seguí leyendo el anuncio y decía “se realizará en el monasterio de Luz Serena en Requena”. Uyss... monasterio, Luz Serena, ¡justo siempre había querido ir y nunca había tenido ese momento para hacerlo!. Pero aún seguí leyendo... ”impartido por el maestro zen Dokusho Villalba” (caramba, qué interesante... ”maestro zen, Dokusho”, que de alguna forma sí había oído hablar de él). Pero aun seguí leyendo “Mindfulness basado en la tradición budista” (¡ah!, pues resulta que no es el americano, sino el Mindfulness oriental).
Mindfulness de tradición budista
Como mis raíces vienen de mis 30 años de experiencia en la enseñanza del yoga pero también por mi religión soy católica, me pareció sumamente interesante saber algo más del budismo, de Dokusho y de ver que era el Mindfulness basado en la tradición budista. Así que me matriculé y me fui al primer encuentro.
El ambiente del entorno era espectacular, montañas, pura vegetación y allí muy recóndito estaba el monasterio de Luz Serena. El alojamiento muy sencillo. Al vernos todo el grupo, unas 65 personas, me hizo pensar que me “había metido en algo muy serio”. Muchos médicos, psiquiatras, psicólogos, profesionales de los más diversos ámbitos y terapias de todo tipo. Gente que me parecía que ya la conocía, como suele pasar en muchos encuentros. Y apareció el maestro Dokusho. Impactante y cercano.
Nos habló del método y cuál era su propuesta. Un encuentro con la meditación, sin ningún condicionante para ser admitido, tan solo la voluntad y el compromiso de recibir estas enseñanzas y de practicarlas e integrarlas en nuestra vida cotidiana. Así tan sencillo me parecía... Pero tuve, tuvimos, que dejar muchas cosas para poder adaptar el método en nuestra vida cotidiana.
Eran 5 grupos divididos en todo un año para aprender el método de Mindfulness. Y así fue pasando todo un año. Un intensivo cada mes y medio donde el maestro nos impartía enseñanzas.
La atención al cuerpo y respiración, recorrido corporal diario, la atención a las sensaciones, las alertas sensoriales. Las emociones, la autocompasión, los contenidos mentales... El entorno. Mucha teoría y mucha práctica acompañada por meditaciones en la mañana, en la tarde, ejercicios en la naturaleza, comidas en silencio y plena atención. Luego todo eso lo llevábamos a nuestra vida diaria, al regresar de nuevo a nuestras casas...
A veces no era capaz de llevar esa plena atención a cada instante y acto de mi vida, pero poco a poco fue instalándose en mi ese Mindfulness tan novedoso que obró grandes cambios en todos los aspectos de mi vida. A pesar de llevar tantos años de práctica de meditación me di cuenta de que todavía había mucho más que descubrir en ella, practicando de otra forma diferente. Las sesiones de meditación las grabábamos en el móvil y las oía cada mañana y cada tarde. El móvil también fue de ayuda en esas alertas de “stop” que hacíamos para llevar mayor la atención durante el día (lo cual me animaba a cometer menos errores en las cosas que hacía). O esos selfies tres veces al día con las emociones reflejadas en nuestras caras según el momento en las que nos las hacíamos.
Cambios en el cuerpo y en las emociones
Lo curioso fueron mis rodillas. Hacía como 3 años antes que me habían dicho que tenia desplazamiento de rótula y unido a mi artrosis me impedía desde hacía mucho doblar las piernas para mis posturas de yoga, sentarme a meditar o incluso subir las tres escaleras que me llevan a casa pues no tengo ascensor, se me hacía muy penoso. Pues nada, poco a poco mis piernas volvieron a tener elasticidad, volví a hacer y sin proponérmelo posturas de yoga que en los últimos años no podía y lo mejor fue que podía ya permanecer en mi postura de meditación hasta esos 30 minutos que se recomiendan en las prácticas día y tarde.
Los cambios no solo venían en la vida cotidiana o en mi cuerpo, sino que venían a nivel de emociones. En estos tres últimos años muchas decisiones las he tomado desde la tranquilidad, aun siendo muy intensas (terminar en dos trabajos) me han abierto a otras posibilidades como por ejemplo enseñar este método ahora que tengo más tiempo.
El Mindfulness (MBTB) no es una píldora mágica como dice Dokusho, pero sí es un método que si lo introduces en tu vida cotidiana con plena atención (y confianza diría yo) puede mejorar y cambiar tu vida.