Una nueva forma de ver el dolor y la enfermedad
Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa.Mark Twain
Si he querido abrir este escrito con esta frase es porque representa el momento en el que estoy, al haber concebido una nueva forma de ver al dolor y a la enfermedad, una forma en la que, en la mayoría de ocasiones, estos están causados o provocados por nosotros mismos, por una razón y un motivo determinados, y que van en contra de todo lo que nos han enseñado, de todo lo establecido que proclama justo lo contrario, que el dolor y la enfermedad no es cosa nuestra, que es algo ajeno a nuestra voluntad (consciente o inconsciente), provocado por los caprichos del azar, la mala suerte, o un sinfín de motivos aleatoriamente impredecibles e inevitables...
Y aquí es donde radica el mayor de los problemas a los que nos enfrentamos, al creer que estamos a expensas de los caprichos de la ruleta de la vida, en la que en cualquier momento nos puede tocar un dolor o una enfermedad. Y aunque ésta posibilidad existe, en la mayoría de ocasiones los dolores o enfermedades solo son daños colaterales, o accidentales, provocados por nuestro subconsciente en un intento por salvaguardar nuestro cuerpo físico.
El factor emocional en las enfermedades
Y en todo este singular proceso las emociones juegan un papel muy destacado, como veremos en este caso de una persona a la que traté hace poco. Por salvaguardar su identidad, usaré otro nombre. Julio es una persona de unos 58 años, con diversos dolores en sus tobillos, sus rodillas, muñecas, parte superior e inferior de su espalda, cuello y hombros.
Como veis tiene el "pack" completo en cuanto a dolores, pero lo que más llama su atención es su sobrepeso. No era la primera vez que lo trataba, de hecho lo he tratado en numerosas ocasiones, y en las primeras le hablé de que podría haber una causa emocional, qué él mismo podría haberse provocado ese sobrepeso, y por tanto, que todos sus dolencias físicas podrían ser consecuencia de eso, pero no pareció receptivo a esta posibilidad, por lo que no insistí.
Ahora bien, sí que es verdad que en todas las sesiones hacía hincapié en lo mismo, en que tenía que perder kilos. Sin embargo, nunca había entrado a buscar el porqué de su sobrepeso, hasta que en un momento de la sesión él me comentó que le era imposible bajar de peso, que por muchas dietas que siguiera, su ansia por comer era muy fuerte, y que si no estaba más obeso era porque se retenía y se levantaba de la mesa con hambre, pues si por él fuera, seguiría comiendo.
Buscando la causa
Así que busqué la causa emocional, y le pregunté cuándo comenzó a engordar, y me dijo que cuando dejó de fumar, hace ya más de 20 años. Bueno, podíamos haber llegado a una causa; sin embargo, su caso guardaba algunas sorpresas pues la decisión de dejar de fumar no fue suya, quiero decir que no dejó de fumar de forma voluntaria, sino que un día, sin ningún motivo o razón aparente, comenzó a sentir repulsión por el tabaco, y aunque intentó volver a fumar en repetidas ocasiones, era tal su aversión, su repulsión que fue incapaz de terminarse un cigarrillo, a pesar de ser un fumador compulsivo, de los que se podían fumar de tres a cuatro cajetillas de tabaco al día.
Y para mi asombro, pues por muchas veces que me ocurra sigue asombrándome, detrás sí que había una causa emocional. Le pregunté qué le aportaba el tabaco, qué sensación tenía cuando fumaba, y me dijo que el tabaco le quitaba la ansiedad que sentía en el trabajo; que le calmaba; y enseguida encajé las piezas pues la ansiedad, el desasosiego, los nervios, el estrés, etc., suelen ser emociones que no sabemos gestionar, y en el peor de los casos buscamos formas de paliar esos efectos con el tabaco, las drogas, el alcohol, la comida, etc., que nos llevan a otro mal mayor; en el ejemplo de Julio, con la cantidad de cajetillas que se fumaba al día, lo más probable era que en los años venideros sufriera algún tipo de cáncer de pulmón...
El poder del subconsciente
Y ¿qué mecanismo se desencadenó para que su cuerpo repudiara el tabaco? Aquí es donde entra el subconsciente, esa parte de nuestra mente que controla el 95% de nuestro cuerpo. Para que lo entendáis de una forma sencilla; nuestra mente se divide en dos partes, el subconsciente, y el consciente.
El subconsciente es la parte que controla, dirige y gestiona todas las funciones de nuestro cuerpo. Todos nuestros órganos, la respiración, digestión, sistema nervioso, circulatorio, etc. Y el consciente es ese otro 5%, en el mejor de los casos, que se dedica a pensar, y a creer que él tiene el control de su vida. Y puede ser que de su vida sí, pero no de su cuerpo, pues esta función la tiene en exclusiva el subconsciente.
Pero hay dos cuestiones a tener en cuenta, la primera que el subconsciente no se comunica por el mismo lenguaje que el consciente, sino que su lenguaje son las emociones, y la segunda que su función principal es la de la supervivencia del cuerpo físico. Y estos dos preceptos son importantes porque nos hacen entender por qué el subconsciente crea el dolor o la enfermedad. Según el doctor Sarno (libro "La mente dividida"), el subconsciente manda menos cantidad de oxígeno a ciertos músculos para crear un dolor.
Este acto deliberado no crea una lesión, pero sí un dolor, que según este reputado médico sirve para distraer a la mente de ese problema o conflicto emocional, (aunque por mi experiencia os puedo asegurar que es algo más que una simple distracción). Para que se entienda, el subconsciente suele valorar que es más perjudicial para la supervivencia del cuerpo físico, si el problema emocional o el físico. En el caso de Julio creó una repulsión hacia el tabaco para que dejara de fumar, pues valoró que si seguía fumando a ese ritmo, el cuerpo físico estaba en riesgo.
Esto también suele ocurrirles a muchas mujeres que siendo fumadoras, cuando se quedan embarazadas le cogen asco a fumar. Y el caso de Julio también es singular porque es el primero que trato en el que el subconsciente se decantó por crear un mecanismo de defensa hacia el tabaco, al considerarlo altamente perjudicial.
Hasta este momento siempre había sido al contrario, el subconsciente había creado el dolor o la enfermedad como un sistema de defensa hacia los problemas emocionales, como un sistema de distracción para que nuestra mente no estuviera centrada en ese dolor emocional, pero en este caso es evidente que fue para salvaguardar al cuerpo de la agresión masiva del tabaco.
Analizando las consecuencias
Pero llegados a este punto, ¿qué consecuencias trajo esta decisión de su subconsciente? Hay que tener en cuenta que nuestro subconsciente no suele valorar, ni determinar, ni sopesar las consecuencias que pueden llevar sus decisiones, no es esa su función, él solo decide basándose única y exclusivamente de los datos que su cuerpo le aporta, pues recordar que su prioridad es la supervivencia del cuerpo.
En el caso de Julio al quitarle el medio que tenía para sosegar su ansiedad, no tuvo más remedio que acudir a otra forma de calmarla, y esta fue con la comida, lo que le llevó a engordar y a ir creando muchos de los problemas de rodillas y articulaciones que tiene en la actualidad. Fijaros bien que sus dolores y problemas son como daños colaterales provocados por la decisión de su subconsciente de aborrecer el tabaco, que desembocó en esa ansiedad por comer.
Cómo afrontar el verdadero problema
Y mientras no reconozca y asuma que él mismo se lo ha creado, que el mismo ha generado sus problemas, difícilmente podrá solucionarlos. Y como veis, lo que subyace detrás de todos son conflictos emocionales. ¿Cómo puede solucionarlos? Yo me baso en dos preceptos: En el conocimiento y el perdón.
Sócrates dijo que el conocimiento nos hará libres, y en cierta forma el conocer cómo tú mismo puedes provocarte el dolor o la enfermedad, te hace sentirte responsable pero también te brinda la oportunidad de poder “liberarte”. Yo lo simplifico con estas palabras: “si tú lo has creado, también puedes solucionarlo”.
Como ves, una de las bases fundamentales de este concepto es que debes aceptar que tú eres el responsable, el causante de tus dolores y enfermedades, y el conocimiento te hará ver esta posibilidad como algo posible y real. En el caso de Julio se escenifica el cómo, el porqué y la forma, y nos da una visión global de esa parte desconocida, de esos mecanismos ocultos (porque nadie nos ha mostrado que existen), que nos hacen entender, comprender y, si llega el caso, aceptar, al menos, que puede ser que algo de cierto hay en todo lo expuesto.
Yo me baso en la creencia de que todos nacemos, todos venimos a esta vida con un propósito, con un motivo, el de aprender. Muchas religiones, culturas y filosofías aseguran que la vida es como una escuela a la que hemos venido a aprender, que el propósito de nuestra alma es la de experimentar a través del cuerpo físico, y yo, sin entrar a valorar la certeza de estas palabras, si que puedo aseverar que, basado en mi experiencia, sí que creo que existe cierta relación entre este concepto y nuestras vidas, ahora, incluso sin creer en este concepto no se puede negar que a lo largo de nuestras vidas vamos a pasar por diferentes problemas, situaciones o conflictos de todo tipo: desengaños amorosos, muerte de familiares, perdidas de trabajo, fracasos, conflictos con familiares, amigos, etc.
Y ellos nos crearán ansiedades, miedos, emociones de toda índole y condición, en la que el subconsciente tomará determinadas decisiones que nos afectarán de una forma evidente creando dolores, enfermedades o cualquier otra forma que considere adecuada para la supervivencia de nuestro cuerpo sin que nosotros seamos conscientes de ello, al menos hasta ahora.
Por eso, el conocimiento de cómo funciona nuestras emociones, de cómo nos pueden influir es muy relevante. Desde luego hay otros muchos factores que influyen, como el trabajo de nuestra alma, las memorias, pero creo que con lo expuesto es suficiente para entender cómo funciona nuestro subconsciente, y cómo puede crear o generar los dolores y las enfermedades de forma directa, o indirecta.
Por ello, y aunque no dejo de asombrarme con cada nuevo caso, he de decir que en este nuevo enfoque se trata a la persona, y no a la enfermedad pues ella no es el problema; si acaso es parte de la solución ya que, directa o indirectamente, las enfermedades y los dolores lo que te están diciendo es que hay algún problema emocional por solucionar, o algún aspecto, comportamiento o actitud en tu vida que debes cambiar, así que en cierta forma, lo que te están es ayudando.
Y todas estas situaciones, problemas, conflictos lo que suelen generar son sentimientos de culpabilidad, otra emoción, y una forma de castigarnos, cuando no debería ser así pues tenemos que ser responsables de nuestros actos, pero no culpables. El error, la equivocación es parte de la vida, parte del aprendizaje, y por tanto, una forma de experimentar para seguir progresando y creciendo, pero el sentimiento de culpa no suele dejarnos ver esta otra parte.
Y por ello el perdón es un camino, una forma de liberarnos de esos sentimientos que condicionan nuestras vidas, pues el perdón es otro sentimiento, pero un sentimiento purificador cuando se siente como parte del proceso, de un proceso que puede ser largo en algunos casos, pero necesario...
Ayer mismo vi a Julio y le pregunté cómo estaba, y me dijo que de momento iba mucho mejor, que no sentía dolores y que estaba intentando hacer lo que le había dicho, y como en otros casos, el resultado de la combinación de conocimiento y el perdón es la medicina que cura esos problemas emocionales, y por tanto, sanan los demás dolores o enfermedades.
Cada caso es único
Cada caso, cada ser humano es diferente en todos los sentidos; y su carácter, conocimientos y manera de ser no solo son moldeados en la infancia por las condiciones familiares o socio-culturales, sino que también influye el carácter y la manera de ser que traemos de nacimiento, y todo ello, combinado por los acontecimientos o sucesos por los que sin duda tendremos que pasar, desembocarán en una serie de dolores o enfermedades producidas o provocadas por nuestro subconsciente, o por otras circunstancias que tienen que ver con nuestro aprendizaje, nuestro karma o el trabajo de nuestra alma;
Mi deseo es que este nuevo enfoque, que esta nueva forma de ver, entender y tratar las dolencias y enfermedades sirva para todas aquellas personas que en estos momentos no ven ninguna salida a sus dolencias y enfermedades.
Y termino con las palabras de una persona a la que tuve el placer de ayudar con lo que él creía una enfermedad incurable; la fibromialgia:
Me siento como si estuviera prisionero en una cárcel; en la cárcel de mi cuerpo, de la que no tengo la llave.
Y yo, lo único que hice fue darle la llave, la llave del conocimiento que le liberó de sus dolencias, y hoy puedo decir que ya no está prisionero de su cuerpo, sino que disfruta de él...