Cómo cambiar creencias limitantes
Cambiar creencias limitantes es, hoy en día, la base de la mayoría de los procesos para el cambio.
Ya estén más orientados estos procesos al campo mental o al espiritual, todos ellos tienen en común que involucran el cambio de creencias como parte de los mismos.
Sabemos que las más grandes transformaciones, a todos los niveles, tienen que ver a su vez con las transformaciones de los sistemas de pensamiento.
Sin embargo, estos sistemas de pensamiento suelen ser subconscientes. Esto significa que, aunque podamos conocer muchas de nuestras creencias, la gran mayoría estarían funcionando a un nivel por debajo de nuestra mente consciente.
El test muscular
Aunque hay varios métodos para llegar a establecer contacto con la parte subconsciente, uno de los más certeros y sencillos es el del test muscular. Este tipo de test, también llamado test kinesiológico y test energético, establece un puente, a través del cuerpo, con la mente subconsciente.
Gracias a este test podemos averiguar las creencias que estarían actuando por debajo de nuestra consciencia y saber si algunas de ellas estarían limitando o interfiriendo en el desarrollo de nuestras metas.
Además, el test muscular nos asegura, una vez terminado el proceso de reprogramación de dichas creencias limitadoras, que las nuevas percepciones estén grabadas y apoyadas por nuestro subconsciente.
Dicho de otro modo, el test muscular nos sirve para encontrar creencias limitantes y para comprobar que las potenciadoras se hayan grabado.
Así pues, el test se convierte en una poderos herramienta que nos guía a través de la mente subconsciente, permitiéndonos “bucear” por entre un sinfín de programaciones y redes de información.
Sin embargo, el proceso de reprogramar consiste en una serie de pasos o fases que involucran otro tipo de herramientas destinadas a la integración de ciertas áreas cerebrales.
Los tipos de reprogramación
Estos pasos o fases reciben el nombre de “Reprogramación Horizontal” y “Reprogramación Vertical”.
Ambas son, junto con el test muscular, imprescindibles de cara al buen establecimiento de nuevos y más saludables programas, más acordes con cada persona y sabiéndolos “ecológicos” tanto para ella como para su entorno.
A grandes rasgos, la principal diferenciación entre lo que llamamos reprogramación horizontal y la vertical consiste en que cada una se ocupa de diferentes áreas cerebrales.
La reprogramación horizontal hace referencia a los dos hemisferios cerebrales y su sincronización con la finalidad de establecer nuevas redes neuronales.
La reprogramación vertical se refiere a los tres cerebros: neocórtex, límbico y reptiliano y la interacción entre ellos, con el fin de neutralizar posibles sensaciones internas que no permitan que el nuevo programa pase a la acción.
Reprogramación Horizontal: los dos hemisferios
La reprogramación horizontal, como ya hemos dicho, se refiere a la sincronización de los hemisferios cerebrales. Sabemos que cada uno de nuestros hemisferios se "especializa" en una serie de funciones. Y que, lo óptimo, es que ambos estén activos de forma sincronizada para que la información pueda pasar de un hemisferio al otro, a través del cuerpo calloso. Cuando se consigue, entramos en un estado de ondas cerebrales coherentes. Entonces, la sinapsis (el traspaso de información neuronal) se realiza de forma armoniosa y posibilita que la nueva información quede grabada a nivel neurológico y energético.
Muchos estudios científicos avalan la alta productividad cerebral que se consigue cuando ambos hemisferios están integrados o sincronizados.
Desde problemas de aprendizaje hasta aumento de la creatividad y mejora del rendimiento.
La reprogramación horizontal nos ayuda a conectar y desarrollar nuestro potencial.
Reprogramación vertical: los tres cerebros
La reprogramación vertical tiene en cuenta el cerebro triuno constituido por el neocórtex, el cerebro límbico y el reptiliano.
Estas áreas cerebrales, al igual que los hemisferios, tienen funciones distintas pero complementarias entre ellas:
- El neocórtex se refiere a la materia gris, a los llamados "sesos". Es básicamente a lo que nos referimos cuando hablamos de hemisferios cerebrales. Es nuestra parte pensante, con recursos, y que constituye nuestro potencial.
- El cerebro límbico o emocional estaría en el núcleo de nuestro cerebro. Entre otras, tiene la función de activar nuestra alarma interna en caso de percibir peligro.
- Y, por último, el cerebro reptiliano o cerebelo sería el encargado de las funciones más instintivas y reactivas.
Como he dicho antes, estos tres cerebros se interconectan en sus funciones. El cerebro límbico es el primero en recibir cualquier información externa. Y es el encargado de decidir si esa información es agradable y placentera o peligrosa y desagradable.
En el caso de que la considere desagradable para nosotros, puede activar la "alarma" interna, lo que provocará varios cambios en el cerebro.
El cambio que nos interesa evitar, de cara a la reprogramación, es la posibilidad de que el neocórtex se "desconecte" del resto, dando entonces prioridad a que el suceso sea capitaneado básicamente por el cerebro reptiliano y el límbico. De producirse esta desactivación debido a la alarma interna, esto se traduce en una acción impulsiva, en una reacción instintiva. En definitiva: perdemos el control consciente.
Podemos entrar en “modo alarma” cuando, por ejemplo, queremos hablar ante un público o cuando estamos delante de ciertas personas. En definitiva, siempre que sentimos que perdemos el control ante ciertas situaciones.
Seguramente alguna vez te habrás experimentado reaccionando de forma totalmente diferente a como acostumbras; habrás vivido algún momento en el que no puedes entender por qué te quedaste bloqueado y no pudiste hacer o decir tal cosa; o incluso sentirte abrumado por tu comportamiento. Lo normal en estos casos es decirnos "no era yo", "no sé qué me pasó", "no pude evitarlo".
Y, en cierta forma, así es.
En todos estos casos, el cerebro límbico ha detectado algo como no adecuado para nosotros y ha activado la alarma. Se ha desconectado el neocórtex (nuestros hemisferios) y se ha activado el cerebelo (nuestra parte instintiva). Hemos reaccionado sin poder tener cuenta los nuevos programas que habíamos "grabado" en los hemisferios. Simplemente porque...era imposible acceder a ellos.
La reprogramación vertical nos es muy útil ya que nos ayuda a detectar posibles alarmas que puedan interferir el día de mañana cuando necesitemos poner en acción las nuevas creencias que grabamos gracias a la sincronización hemisférica.
Una vez detectadas estas posibles alarmas, la reprogramación horizontal las reprocesa para neutralizarlas. De esta manera nos aseguramos de que no haya obstáculos que nos alejen de llevar a cabo con éxito nuestras metas.
Un caso concreto de reprogramación
Te voy a poner un ejemplo de reprogramación vertical y horizontal.
Pongamos el caso de que en tres días tienes que dar una charla en el trabajo delante de 50 personas. Sólo de pensarlo te sudan las manos y sientes que el corazón te empieza a latir con más fuerza. Interiormente, no te sientes capaz de poder hacerlo. Tienes la creencia de que no sabes hablar en público, de que se van a reír de ti y de que lo que digas no va a resultar interesante.
Así que decides reprogramarte para cambiar todo esto y estar preparado para dar la charla de la manera más satisfactoria y óptima posible. Para ello, vas a un facilitador que te ayude con el proceso de cambio de creencias. Trabajáis la reprogramación horizontal hasta que la nueva información queda grabada en los hemisferios: soy capaz de hablar en público con tranquilidad y seguridad; me siento inspirado cuando hablo en público, etc.
Las nuevas creencias están ya interiorizadas y grabadas en tu mente subconsciente. Bravo!
Sin embargo, si no realizas además una reprogramación vertical, podría suceder que el día señalado para tu charla te quedaras bloqueado delante de la audiencia.
¿Puede suceder esto?
Imagínate que ha llegado el gran día y hay 50 personas delante de ti, atentas a lo que tengas que decir. Antes de empezar te sentías seguro y convencido de lograrlo. Pero, una vez delante de tu público, te bloqueas y te quedas en blanco.
Este bloqueo es sinónimo de que hay una alarma que se ha activado. Cuando la señal de alarma se activa podemos responder, básicamente, de tres formas distintas: enfrentándonos y atacando, evitando y huyendo o paralizándonos. Quedarnos bloqueados con la mente en blanco supondría la tercera de ellas y nos habríamos quedado paralizados.
Para evitar estas reacciones instintivas no deseadas, es por lo que atendemos también la reprogramación vertical durante el proceso de transformación.
El facilitador te ayuda, además de actualizar y grabar nuevas formas de pensamiento, a identificar si hay alarmas contrarias a ellas y a desactivarlas. Gracias a este proceso tan completo de reprogramación, cuando te presentes delante de la audiencia para dar tu charla unos días después, te garantiza que realmente vas a poder sentirte inspirado y seguro de lo que digas, y que además no habrá ninguna alarma que pueda sabotear el nuevo programa. Las nuevas creencias potenciadoras pueden pasar a la acción sin interferencias.
Pasar a la acción
Una vez tenemos un programa interno que nos apoya, debemos pasar a la acción. Pasar a la acción nos garantiza que las nuevas percepciones van a poder fortalecerse e integrarse como parte de nuestro sistema de creencias.
Cuando nos reprogramamos plantamos la semilla y creamos potencial. Cuando actuamos, estamos haciendo que la semilla germine y la nueva planta crezca.
Cuanto más actuemos, más fuerte será la red neuronal y mejores frutos obtendremos.
Las claves para cambiar creencias limitantes
Para cambiar creencias limitantes por otras de potenciadoras de forma exitosa debemos tener siempre en cuenta estas 4 fases:
- El test muscular: como herramienta de identificación y comprobación.
- La reprogramación horizontal: los dos hemisferios.
- La reprogramación vertical: los tres cerebros.
- La acción: para consolidar las nuevas creencias.
Y, por supuesto, celebrar el cambio!