¡Mi primera vez!
Jamás se me habría ocurrido que aquel sábado fuese a ser tan importante en mi vida. Jamás en los 40 años que ya tenía, hubiera creído que iba a volver a nacer.
Pero así fue... Ese sábado, sin saberlo, estaba dando el primer paso que me ha conducido hasta mi nueva vida.
Ahora, escuchando al mágico Juan Perro, mientras escribo este artículo, doy gracias al universo y me las doy a mi misma por haber confiado en todas las personas buenas que me he ido cruzando en mi vida y por todo el trabajo personal que he ido haciendo día tras día desde entonces.
Al final de esa tarde en la que sólo iba de oyente a un curso de par biomagnético, participé en mi primera constelación familiar. Yo no tenía ni idea de lo que era ni de que había que hacer, pero cuando me dijeron ¿te animas?... Simplemente dije que si...
Algunos de los que hayáis experimentado ya una constelación, imagino que os sentisteis como yo. Te ves allí de pie, con gente que te mira, que se acerca o se aleja de ti, que interacciona contigo pero tu no sabes muy bien que estás haciendo, la verdad.
Te vas a la mente muchas veces, que está alucinada de lo que le está pasando y tienes que hacer un esfuerzo por no pensar y dejarte sentir. Por dejar de mirar, los pendientes de esa chica que está delante de ti o que no se te acerque mucho ese hombre que huele un poco raro.
Toda una serie, de distracciones que encuentra nuestra mente para no dejarnos escuchar a nuestro corazón que es el que realmente sabe el camino al igual que nuestra alma.
Y de eso tratan las constelaciones a fin de cuentas, de algo tan aparentemente sencillo como escuchar al corazón.
Yo ese sábado, os aseguro que no llegué a hacerlo más que un poquito, si acaso. Que mi mente siguió ocupando mucho espacio, como su costumbre en ese momento de mi vida.
Pero lo que sí ví es que había algo enorme, algo inmenso en aquello que acababa de experimentar y de lo que yo no tenía la menor idea y que me había permitido sentir cosas de una persona a la que no conocía de nada.
Yo había sentido aquellas emociones, no eran muchas, es cierto, era mi primera vez... Pero allí estaban y nadie me lo había contado ni lo había soñado, era real.
Era tan real y tan potente que ¡quería más!
Y desde ahí y con un trabajo diario personal de positividad entre otras muchas cosas he llegado hasta donde estoy ahora mismo. Soy la persona más feliz y más afortunada del mundo y las constelaciones tienen una parte importante en esto.
Para el que no las haya experimentado, os diré que hay que consultar primero con un profesional para saber si es lo que necesitáis en ese momento concreto de vuestra vida. Todas las herramientas que nos proporcionan las terapias, la medicina tradicional, etc... suman para nuestro bien. Lo que ocurre es que hay un momento preciso para cada una.
La vida, que siempre nos trae lo que es mejor para nosotros, os irá poniendo delante, como por arte de magia, lo que mejor os venga. Abriros a las señales y las veréis, porque siempre están ahí.
Y lo que si os recomiendo es ir primero de representante. Los representantes, para el que no lo sepa, son las personas que participan en un taller de Constelaciones, pero que no constelan nada personal, aparentemente.
¿Por qué aparentemente?... pues porque nada de lo que ocurre en una constelación igual que en la vida es casualidad, sino causalidad y cuando alguien nos elige en un taller para representar a su madre o a su hermano o lo que sea, nunca es casual. Y siempre tiene algo que ver con nosotros mismos. ¡Siempre!
Es el milagro de las constelaciones. Trabaja todo el mundo, desde el que está sentado hasta el que constela, da igual. Nuestro inconsciente, que es el 90% de nosotros mismos, está recibiendo información y moviéndose desde que llegamos hasta que nos vamos.
Y después de hacerla, es bueno, si así lo sentis, recordad que las respuestas las tenemos siempre nosotros mismos en nuestro interior, por eso hay que escuchar al corazón, volver a conversar por teléfono o como mejor nos venga con nuestro profesional o terapeuta, de cómo nos encontramos.
A veces hay personas que se encuentran revueltas o que simplemente necesitan charlar un rato sobre lo que vivieron en la constelación.
Despues de varios años de terapeuta y de muchas constelaciones vividas y bastantes terapias os confieso que para mi, de corazón, es la terapia más potente que he experimentado a todos los niveles.
La energía y el amor que se mueve entre todos, es increíble y maravillosa. Y experimentas y compruebas realmente, como ¡todos somos uno!
Es un regalo del universo enorme. Benditas sean ellas y Bert Hellinger su descubridor allá donde esté.