El ritmo está en todos lados
Nuestras vidas están regidas por el principio de ritmo en todo momento. Al día le precede la noche. Y a la noche le precede el día. Vivimos en un continuo espacio circular de primavera, verano, otoño e invierno. Estamos en un permanente proceso de nacer, crecer y morir. Si nos paramos a pensarlo todo en nuestra vida son ciclos: ciclo digestivo, ciclo reproductivo, ciclo evolutivo…
A su vez, cada uno de estos ciclos tiene su propio estado de avance y retroceso, de actividad y quietud. La ley del péndulo está funcionando permanentemente. El día y la noche son los dos polos de un mismo péndulo.
Cuanto más vamos hacia un lado del péndulo, en respuesta más vamos hacia el otro. Es como las olas del mar, cuanto más retroceden en una bajada de marea, más avanzan en la subida de la misma. Por eso es tan “sencillo” predecir la llegada de un tsunami. Si vemos que la mar se repliega metros y metros, sabemos que después llega la ola gigante en contraposición.
La ley de la compensación y los estados emocionales
Todo ello está regido por la misma ley, la ley de compensación: lo mismo que va el péndulo hacia un lado, va hacia el otro. Esto que vemos tan claro y evidente con una varilla colgante sucede exactamente igual en todos los ámbitos de nuestra vida. El problema es que no nos resulta nada fácil detectarlo e identificarlo. Sin embargo, cuanto más comemos, más pesadas son nuestras digestiones. Cuanto más alcohol bebemos, más nos cuesta eliminarlo y más resaca tenemos. Cuanto más vicio tenemos de algo, más difícil nos resulta eliminarlo y deshacernos de él.
Pero no sólo eso. La cosa no se queda sólo en lo físico. Los estados emocionales de una persona sufren exactamente las mismas oscilaciones. Cuanto más se va uno hacia la euforia, más se irá posteriormente hacia la angustia o la desolación. Veámoslo en el caso de una pareja de recién enamorados para tenerlo más claro.
Cuanto más contento está uno por estar con su persona amada, más triste y acongojada se sentirá después cuando ésta se marche y se encuentre otra vez en su soledad. Es más. Esto no sólo sucede dentro de lo que son las relaciones de pareja. Con las amistades sucede tres cuartas partes de lo mismo. Cuanto mayor sea el peso que se le dé al grupo y a lo que se hace con él, mayor será la desgana que sienta en los momentos en los que se encuentre uno sin su banda.
También a nivel personal
Incluso, a nivel personal. Cuanto más se entusiasma uno con algo que hace, más insignificante le resulta el resto de cosas del día a día que no tienen relación con aquello que le apasiona. Es como dos polos totalmente opuestos. Uno quiere permanecer en el que le apasiona y daría lo que fuese por no tener que ir al lado contrario.
Pero por mucho que queramos obviar los polos opuestos, no podemos evitar que exista el principio de ritmo. Es algo inherente a él. Funciona sí o sí en todo momento. Es como el efecto de la gravedad. No podemos impedir que esta actúe.
Eso sí, lo que sí podemos hacer es prevenirlo y actuar en consecuencia. Dado que va a actuar queramos o no, ¿por qué no aliarnos con él? ¿Quieres saber cómo hacerlo? Sigue leyendo.
La oscilación de un punto hasta su opuesto va a existir siempre. Si llegamos hasta 10 con el péndulo, éste irá en su retroceso hasta -10. ¿Verdad? Pero, ¿y qué pasa si en vez de ir hasta 10 sólo llega hasta 5? En su vuelta al lado contrario sólo llegará hasta -5. En ningún momento llegará hasta -10. ¿No? Es sencillo. Tanto va hacia un lado, tanto irá hacia el otro. Si no, coge y prueba a mover un colgante hacia un lado. Suéltalo. Y mira hasta dónde va cuando lo hace hacia el lado contrario. ¿A que lo ves coherente y no necesitas ni hacer la prueba? Estoy segura de que lo ves claro y meridiano. ¿Pero quieres que te cuente un secreto? A nivel emocional sucede exactamente lo mismo. Cuanto más llevas una emoción positiva hacia su éxtasis del 10, más experimentarás el efecto contrario hacia el -10. Es así. No podemos remediarlo.
Cómo amortiguar esa oscilación
Pero ya que esta oscilación no podemos controlarla, lo que sí podemos hacer es tratar de que la oscilación entre ambas polaridades sea lo menos extrema posible. Si va de 10 a -10, el recorrido total será de 20 puntos a nivel emocional. Y si va de 5 a -5, éste mismo recorrido se verá reducido a 10 puntos. Matemáticamente está claro. ¿Verdad? La cuestión está en cómo hacerlo.
Por lo general, al ser humano cuando está en el lado negativo le cuesta mucho controlar sus emociones. Sin embargo, en el lado positivo nos resulta más sencillo. ¿Cómo hacerlo? Controlando nuestra excitación. Exaltándonos lo menos posible. Te puedes alegrar por los logros, o por estar con alguien. Pero si esa alegría se transforma en euforia y celebración con replique de tambores, estaremos yendo hacia el +10. Mientras que con una sonrisa, una felicitación y un simple brindis, nos estaremos quedando en el +5.
La clave está ahí, en controlar ese estado de embriaguez y no llegar a él y así evitar la zozobra total.
Luego, cuando uno ya domine esta parte, podrá hacer como los sabios y eruditos en el tema que se quedan permanentemente en el lado positivo del péndulo. Dejan que el péndulo vaya él solo hacia el lado negativo, pero no dejan que les arrastre de un lado para otro. Pero esto lo veremos otro día. Este es el segundo nivel dentro del principio de ritmo y de la polaridad.