Sonreír diariamente no es bueno para tu bienestar
O sí. Ahora lo veremos. Lo que es casi seguro es que, al leer el titular, has fruncido el entrecejo, has abierto la boca y has pronunciado algo similar a ¿eh?, ¡este está loco! Y que esa reacción motórica muy posiblemente haya venido acompañada de varias frases y pensamientos al respecto... Y si estás leyendo esto, es porque también habrá aparecido cierta actitud de curiosidad, y finalmente la acción de clicar con el ratón...
Las máscaras sociales
Y aquí estamos, explorando sobre la realidad y los beneficios que contiene el muy trillado aforismo “tú, aunque estés mal, sonríe”. Al preguntar a otras personas por la razón por la que se emplea esta frase, en muchas ocasiones me he encontrado con la misma respuesta: puede que sea por un tema cultural. En nuestra Sociedad NO está permitido estar mal, sentirte triste, vulnerable... porque el que está enfrente no sabe lidiar con ese tipo de situaciones. Le incomoda. No sabe qué decir o hacer... Así que seguramente alguien con muy buena intención dijo “tú, aunque estés mal, sonríe”.
Vaya tela...
Pues sí, puede tener su sentido y su utilidad. Pero hay más. Y, a mi juicio, más interesante que el mero hecho de no querer incomodar al otro con mi momento emocional; por un lado, el miedo a mostrarnos y, por otro, el miedo a sentir y recibir al otro tal como se encuentre, con su mal momento vital...
Puede que sea por un tema cultural. En nuestra sociedad NO está permitido estar mal, sentirte triste, vulnerable... porque el que está enfrente no sabe lidiar con ese tipo de situaciones. Le incomoda...
El efecto neurológico de la sonrisa
Otra opción, menos mencionada cuando lanzo esta pregunta en mis charlas, es la de que cuando sonríes, te sientes mejor. Y sí, efectivamente, fisiológicamente, esto es así. El cerebro detecta que los músculos están adoptando un patrón muscular que asocia al bienestar, de modo que genera esa sustancia tan preciada como es la endorfina (la misma que también se genera al hacer deporte, una de las razones por las que nos sienta tan bien el ejercicio físico. Incluso puede llegar a generar dependencia, y si no, que se lo pregunten a los runners... porque como me decía un amigo “yo es que no le veo sentido a correr sin que te persigan...”).
Entonces ya tenemos la solución a todos los desbordamientos emocionales, ¿no?. Sonreír, y ya puestos, reír, para, automáticamente, sentirnos mejor.
Sí y no...
Y dale con las dualidades...
- Sí..., porque esto es así. Es cierto. Está demostrado científicamente.
- Y no..., porque es un parche. Si un día, puntualmente, no me encuentro en mi mejor momento, puedo utilizar este recurso y sentirme mejor y encarar el día de otra manera.
Te cuento mi experiencia, pues yo hago algo similar. Cuando estoy en mi despacho y de repente se tuerce la mañana (recibo una llamada desagradable, me cancelan una sesión a última hora, las charlas no están generando interés y nadie llama para apuntarse, etc.), y siento que me estoy sintiendo mal anímicamente, que mi forma corporal está tirando hacia abajo (mi cuello se dobla y mi cabeza deja de mirar al frente, mi pecho se deshincha y noto que me falta energía por todo el cuerpo y me fallan las ganas de seguir peleando por hoy...).
En cuanto empiezo a detectar estas sensaciones, rompo el patrón corporal, ese inicio de señal de que algo desagradable se está formando, con un acto motórico muy sencillo; salgo a hacer la compra. Me voy a la frutería, donde están Loli y Ana, con su vitalidad y su conversación alegre y distraída, donde tengo que levantar el cuello y mirar al frente, donde tengo que interactuar con otro ser humano, donde tengo que activar mis músculos para cargar con la compra... y esa Forma que mi cuerpo estaba adoptando de tristeza y, posiblemente de inseguridad y falta de valía, se disuelve y puedo volver a la carga con un mayor de energía y ganas de afrontar lo que se ponga por delante.
Retomando entonces el “sí pero no” de antes, la cosa queda así; forzar la sonrisa es útil, sí, pero como un parche. Si todos o casi todos los días conectas con una misma emoción, ya sea la comentada tristeza, la ira, el miedo o la que sea, aquella que es repetitiva, casi un patrón de comportamiento para ti, es que hay algo más profundo que trabajar. Y se me ocurren 3 opciones:
- no hacer nada
- seguir parcheándolo sonriendo y sonriendo diariamente
- o tomar las riendas de tu vida y profundizar en el asunto
Si todos o casi todos los días conectas con una misma Emoción, ya sea la comentada Tristeza, la Ira, el Miedo o la que sea, aquella que es repetitiva, casi un Patrón de Comportamiento para ti, es que hay algo más profundo que trabajar.
Tomar consciencia
Enfrentarnos a nuestras miserias, a “Nuestra noche oscura del Alma” como la llama Mario Alonso Puig, a nuestros demonios; es duro, sí, pero es muy enriquecedor. Y hace falta valor y conocimientos o apoyo externo. Pero, en cualquier caso, lo primero, primero, primero de todo es tener consciencia sobre ello...
- sobre el daño que te hace,
- sobre que, a diferencia de evitar la muerte o no pagar impuestos, se puede hacer algo al respecto,
- y sobre quién es el que puede hacer algo al respecto...
Sí, yo en mi caso, y tú mismo en el tuyo...
Una vez has tomado consciencia, ya tienes la mitad del camino andada. ¿Tanto? Pero si solo es un “click mental” y ya está... Sí, así es... pero date cuenta de todo el sufrimiento que llevas soportando hasta llegar ese punto (¿meses, años, quinquenios, decenios, toda tu vida tal vez?). Según Borja Vilaseca este click se produce llegado el punto en el que el sufrimiento que te produce tu situación ya supera la incomodidad y las ventajas de seguir manteniéndola. Es un punto de inflexión. Y, habitualmente, de “no retorno”.
Ahora bien, el otro 50% del camino que te queda por andar, como va a ser mucho más consciente, te auguro que no será fácil... Pero hay esperanzas. Te lo digo por experiencia personal.
Este click se produce el punto en el que el sufrimiento que te produce tu situación ya supera la incomodidad y las ventajas de seguir manteniéndola.
Sencillo método en 3 pasos para mejorar nuestro bienestar
Entra las muchas maneras de afrontar el asunto, me gusta mucho una en la que he estado investigando últimamente. Te dejo aquí unas breves pinceladas.
Para afrontar un reto, un cambio, ya sea en lo personal o en lo profesional, este Método aboga por establecer las bases bien firmemente sobre estas 3 patas:
- La Meta: parece obvio, pero... ¿cuántas veces vamos por la vida como pollo sin cabeza, apoyando a unos u otros, eligiendo esto o aquello sin excesiva reflexión, sin sentirnos y decidir realmente si eso es para nosotros?. Así que lo primero que haremos será definir bien la Meta. Lo más detalladamente posible.
- El Plan: una vez tengo claro lo que quiero, debo decidir los puntos intermedios por los que pasaré. Me encantaba cuando en el Equipo A, Hannibal Smith decía “Tengo un Plan”. Ya sabía, que, como siempre, todo iba a acabar bien para esos simpáticos, atípicos y habilidosos mercenarios. El plan deberá ser lo más detallado posible, con Metas intermedias.
Como ya que decía Eric Rolf en Nanow, Imagin-Acción, Hazlo Rápido, Pequeño, Simple y Completo, “lo que ocurre muy a menudo es que comenzamos a comparar la Acción con el Resultado final, y eso no es apropiado ni satisfactorio. Buscamos acercarnos lo más rápidamente posible al resultado final, casi como si quisiéramos evitar el proceso”. - El Equipo: sí, trabajo en equipo, ¿te suena el concepto?. En la Universidad me trataron de inculcar esta habilidad. Por mi forma de ser, la tenía bastante integrada. Pero en el mundo hipercompetitivo en el que nos movemos, hay quien lo desdeña totalmente, y no duda en pisotear al prójimo para alcanzar sus objetivos. Y también hay quien revisa absolutamente todo lo que hacen los demás miembros de su equipo porque no se fía más que de sí mismo.
Contar con un buen equipo cuando estás ante un gran reto, un equipo en el que depositar una confianza ciega, es fundamental. Y si no, que se lo pregunten a nuestra olímpica en Badminton Carolina Marín, que reconoce, entre otros, la importancia fundamental de su entrenador, el fisio, e incluso sus compañeros de entrenamiento.
De ti depende
En tus manos está decidir si has llegado ya al punto crítico en que quieres dejar de sufrir y ponerte el buzo de trabajo para remover tus emociones y experiencias desagradables más profundas para resurgir potente y lleno de energía y de vida como el Ave Fénix.
Para finalizar, aunque ya lo he adelantado a lo largo del capítulo, me gustaría terminar matizando el título del artículo, que es un poco tramposo. Lo sé. La idea era captar tu atención para ofrecerte algo que deseo te haya resultado interesante y útil. Dicho lo cual, lamento si la artimaña te ha molestado, y te dejo el título original del artículo:
Sonreír diariamente como parche NO es bueno para tu bienestar.