Terapia Regresiva - Desarrollo de una sesión
¿Qué ocurre una vez que una persona toma la decisión de realizar una sesión de Terapia Regresiva?
Toma de contacto con el paciente
En una primera toma de contacto, le aclaro en grandes rasgos dudas sobre qué es y sobre todo qué no es la Terapia Regresiva, esta previa toma de contacto suele darse por teléfono.
Al paciente se le hace una anamnesis, es decir una serie de preguntas, que puede rellenar por sí solo antes de venir a la consulta para que llegue a ella con los “deberes ya hechos”, con la ventaja que al inconsciente ya se le ha dado la oportunidad de despertar y ponerse a trabajar, por así decirlo.
La otra posibilidad consiste en hacer las preguntas en la misma consulta, previamente a la regresión, lo que posibilita al terapeuta fijarse en el impacto emocional que ciertas preguntas y respuestas pueden suscitar en el paciente. Sea como sea, las respuestas se comentarán antes de empezar.
Preparación del paciente para una sesión de Terapia Regresiva
Una vez finalizada esta primera toma de conciencia, el paciente se tumba preferiblemente en un colchón en el suelo, por motivos meramente prácticos - ya que la experiencia me ha mostrado que hay personas que viven la situación tan intensamente que el propio colchón les queda pequeño.
Para facilitar la interiorización, instruyo al paciente de mantener los ojos cerrados durante el transcurso de la regresión pues por ellos nos llegan la mayor parte de los estímulos que provienen del exterior. Se facilita así el viaje hacia nuestro interior, por así decirlo. También le recuerdo que se limite a decir lo primero que venga a su conciencia, sea lo que sea, sin someter aquello que salga al juicio de la mente analítica; precisamente es ésta la que buscamos dejar en descanso para dar paso al inconsciente.
Durante la sesión...
La decisión sobre utilizar una más o menos breve relajación depende del criterio del terapeuta. En algunos casos incluso puede ser contraproducente pues, cuando un paciente llega a la consulta con un síntoma muy concreto, que quizás incluso se le pueda haber disparado desde que se ha concretado la cita, se considera que la persona ya está en regresión. Está (re)viviendo a través de ese síntoma en particular una situación que ocurrió en el pasado, sin ser consciente de ello. Está somatizando en su cuerpo algo que le pasó en una determinada situación. Pero sí puede haber casos como cuando a la persona le cuesta mucho prescindir de su mente, que pueden requerir una relajación más extensa.
El paciente accede a ese estado llamado conciencia expandida, en el cual, siendo en todo momento consciente del aquí y el ahora, se abre la percepción, como si fueran ventanas, hacia otras tiempos, dimensiones y realidades.
Hay personas que inmediatamente se ven inmersas en escenas vívidas que se despliegan ante su visión interna, por así decirlo. Y luego hay personas que afirman no ver nada. Aquí nuevamente hago énfasis que no es necesario ni imprescindible ver. El ver no sana, sana el sentir o, mejor dicho, el resentir. El dolor queda impreso en el Alma y consecuentemente es el Alma lo que hay que sanar. El cuerpo es la herramienta que tiene el Alma para expresarse, por eso, cuando el Alma habla, el cuerpo siente.
¿Pero qué ocurre una vez que el paciente describe una situación con más o menos detalles, bien de esta vida o de otro marco que no pertenece a esta vida?
Aquí el trabajo del terapeuta consiste en ayudar al paciente a hacerse consciente de las reacciones físicas y emocionales que dicho suceso provocó en él o ella, así como de darse cuenta cuales fueron los pensamientos que se produjeron. Digamos que se desmenuza la experiencia a cámara lenta, siempre con el énfasis en el impacto emocional.
Antes de dar por finalizada dicha experiencia, el paciente se da cuenta, con la guía del terapeuta, de cómo las reacciones que se dieron y los pensamientos que llegaron, todavía siguen influyendo en su vida actual. Y es sorprendente la similitud del patrón de conducta que podemos observar, cada vez que nos topamos con una situación que se asemeja a la experimentada en aquella experiencia, parece que se nos dispara un programa, como si se accionara un invisible botón.
Y es que para el Alma el tiempo no existe, no hay pasado, no hay futuro. Todo lo que en algún momento vivimos de forma traumática, toda experiencia que no fue resuelta e integrada, sigue ahí en estado latente, esperando su resolución.
Imaginemos al Alma viviendo experiencias en diferentes escenarios, pero disponiendo solamente de un cuerpo para hablar a través de él, para manifestarse. En la Terapia Regresiva, cuando se le permite al cuerpo sentir, o re-sentir, es cuando el Alma empieza a sanar. Y cuando esto sucede, ese determinado aspecto ya no tiene necesidad de manifestarse. El síntoma se vuelve obsoleto.
Hay personas que entran en la experiencia a través del sentir, es decir, un síntoma muy concreto como pueden ser taquicardias, dolor de cabeza, angustias, sensaciones de miedo, síntoma que puede llevar directamente a una situación en el que dicho se dió, incluso a la situación responsable, donde el patrón en cuestión se originó. Puede suceder que emerjan situaciones que no pertenecen al ámbito de su vida actual. En este caso, puede que se desplieguen imágenes pero no necesariamente, también pueden sentir con absoluta certeza que algo estaba ocurriendo de una manera en particular, o sienten que están en un determinado lugar.
Como ya hemos dicho, es sumamente importante que el paciente diga, cuando así se lo indique el terapeuta, lo primero que aparezca en su conciencia. Y ello puede ser una imagen, un sentimiento, un olor, una sensación, etc... Igual de importante es el no juzgar aquello que aparece, no analizarlo ni tratar de explicarlo.
Antes de finalizar la regresión, se conciencia al paciente sobre la importancia de recuperar esa energía que, de alguna manera, puede haber quedado atrapada en las experiencias con considerable peso emocional, ya que parece que esa energía no está disponible en la vida actual. Esto lo trabajo mediante una visualización.
Finalmente cierro la regresión con una armonización para asegurar que no quedan cabos sueltos y el paciente así pueda volver a su conciencia habitual en un estado de paz y tranquilidad.
Después de la experiencia regresiva, se ofrece el margen para comentar lo vivido en regresión. La mayor parte de las personas requieren de un cierto tiempo para volver a aterrizar en el aquí y el ahora, comparable al despertar de una prolongada siesta, con cierto aturdimiento, pero recuperando rápidamente el estado habitual de vigilia.
La sesión la grabo en audio y al paciente que así lo desee le entrego una copia, dándole así la oportunidad de escucharla una vez haya pasado un tiempo prudencial que permite madurar la experiencia y su implicación en su vida actual. Hay personas que recuerdan la mayor parte de lo que hablaron y experimentaron, aunque siempre puede haber partes que no se recuerden o bien puede ocurrir que a los recuerdos le falten la nitidez necesaria.
¿Qué sucede tras una sesión de Terapia Regresiva?
La experiencia de una regresión puede tener un impacto considerable en la vida de una persona y puede adquirir a través de ella un conocimiento más profundo sobre sí misma. También es posible que se experimenten cambios en el entorno más inmediato, como puede ser el entorno familiar. Hay que tener en cuenta que algo en la persona cambia después de una experiencia regresiva y ello puede llegar a producir a su vez cambios en el entorno. Parece como si a su alrededor también se movieran las fichas, por así decirlo.
Cómo les suelo decir a mis pacientes, "la regresión puede traer cola".
Cabe destacar que ninguna regresión es igual a otra. Pero el resultado suele ser un mayor entendimiento de la vida actual con sus pormenores y, muy a menudo, una nueva visión de las prioridades con el consecuente cambio de perspectiva.