Un nuevo orden social
La situación que la humanidad está viviendo estos días es única y esperemos irrepetible. En pleno siglo XXI, el Coronavirus está haciendo estragos, física y mentalmente, entre la población.
Ésta supone una experiencia completamente nueva e insólita a la que nos estamos enfrentando como sociedad, como conjunto, como raza humana, pero también de forma única e individual. Una sensación y una manera de afrontar la actual realidad singular e intransferible debido a la ebullición de miles de emociones y sentimientos inéditos en nosotros mismos, más todo lo que conlleva el nuevo orden social que se impone y se impondrá a partir de estos días.
La ironía nos devora en esta época en la que veníamos de las quejas y críticas constantes hacia el aislamiento que estábamos sufriendo a raíz del uso de Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías. La ironía se ha hecho más que realidad, convirtiéndose en un chiste de mal gusto: confinados en casa, aislados físicamente de forma real (y no ficticia) del resto, nuestra única ventana, nuestro único contacto con el mundo exterior es precisamente a través y gracias a las redes sociales y se imponen por obligación, no por gusto; se nos pone a prueba y se nos hace patente cuán social es el ser humano y cuánto necesitamos el uno del otro.
Tal vez este tiempo concedido deba ser usado para pararse (obligatoriamente) y reflexionar sobre quiénes somos, sobre nuestras vidas, sobre el rumbo que llevábamos, sobre todo aquello que, por rutina, por prisas del día a día, seguíamos haciendo sin más, como autómatas, en vez de como seres humanos, como personas con identidad propia y capacidad de relación, percepción y reflexión.
Esta situación, que nada tiene de ficción aunque lo parezca, nos está llevando (y nos llevará aún más) al borde de nuestros límites físicos y mentales, teniendo ahora la oportunidad, más que nunca, de demostrar cada uno de qué pasta está hecho. El aislamiento forzado (solo o con otras personas) está sacando afuera todo lo que llevamos dentro, nuestra más íntima y profunda esencia.
Lo que estamos presenciando no es más que el principio de un nuevo orden estructural y mental en la sociedad. Dudo que estuviéramos preparado para esto, pero veremos las distintas formas de hacerle frente. Estamos presenciando un período altamente conflictivo en cuanto a las relaciones de pareja, familiares y de amistades en general, se refiere. Se nos está poniendo más que a prueba: 24 horas seguidas solo o en compañía (deseada o forzada) durante un tiempo que aún no está establecido, ni podemos establecer por la irregularidad y la sorpresiva alteración en la propia propagación del virus.
Sumidos en los problemas capitalistas del dinero, el petróleo y el cambio climático, no hemos hecho caso a los miles de consejos que expertos sobre el tema han ido elaborando acerca de las epidemiologías y una posible pandemia mundial surgida como consecuencia de la mutación de cualquier virus animal.
Esto me recuerda a que el mismísimo Bill Gates ya habló de ello durante esta década pasada no una, sino dos veces: en los años 2015 y posteriormente en 2017. Los países han hecho caso omiso al desarrollo de prevenciones para esta situación que ahora se nos escapa de las manos. Ningún país ha dado prioridad a este tipo de amenaza que ahora nos devora sin compasión.
La propia OMS ya alertó en el año 2019 que ningún país estaba preparado para hacer frente a una situación de este tipo; hacer frente a una pandemia de esta magnitud se advirtió que sería muy difícil de manejar debido sobre todo a los numerosos y crecientes conflictos de intereses en los países y a una migración brutal y sin precedentes. Las anteriores décadas hemos sido golpeados económicamente, ahora, también en nuestra salud.
Así, mecidos en un mar de incertidumbre, tenemos la posibilidad de sacar lo mejor que cada uno lleva dentro al exterior. Hemos hecho caso omiso de las advertencias. Ahora debemos estar a la altura de las circunstancias.
El ser humano lleva dentro todo lo que necesita para poder hacer frente a situaciones inesperadas; así como el hombre se hace y se reconstruye a sí mismo diariamente a la luz de las circunstancias que va viviendo día a día, así tendrá que enfrentar esta nueva situación: con coraje, valentía y decisión. Habrá momentos importantísimos de tensión física y emocional; aún así podemos y debemos sacar un gran aprendizaje de todo esto y entender las nuevas oportunidades que se nos están dando para mejorar y evolucionar pero juntos, como un todo, sin fisuras. 2020 es el momento de la comunicación sin ambages, de la transformación, de las decisiones, del apoyo, del positivismo, del amor verdadero por nuestras vidas, por nuestro mundo y por el otro.