Miedo, ansiedad, soledad e incertidumbre en tiempos del Coronavirus
Las distintas noticias, opiniones, especulaciones que se van produciendo durante estos días de confinación van minando nuestro estado anímico, provocándonos un incremento de la ansiedad, del miedo y del estrés. El no saber cuándo acabará esto y a qué nos vamos a enfrentar después del confinamiento, nos produce desasosiego, inseguridad e incertidumbre. La propia confinación de una sociedad que vive a un ritmo frenético, con necesidades creadas, con un consumismo insostenible, con negación de lo evidente, nos lleva irremisiblemente, a un cambio de pensamientos y actuaciones. Nos lleva también a desmontar nuestras creencias para construir otras nuevas que nos permitan ser más respetuosos con nuestro mundo. Empresa difícil y que requiere mucha fuerza, convicción e inteligencia.
La Doctora en Filosofía de la UAB, Marta Tafalla, nos alerta que la pandemia del Coronavirus no sale de la nada. Y es cierto, los ecologistas hace años que nos alertan y nos advierten que si no tomamos medidas nos encaminamos hacia una catástrofe ecológica de dimensiones impredecibles. Muchos expertos alertan de la catástrofe que significa continuar destruyendo la biosfera y, no lo olvidemos, ésta encuentra mecanismos para rebelarse.
Los epidemiólogos y otros expertos saben que las pandemias surgen y que son difíciles de predecir cómo van a actuar y afectar a la población.
Los virus actúan y van mutando, son eficaces para traspasar especies y organismos. El COVID-19 es un virus eficaz y un adversario muy peligroso capaz de causar estragos en la población. Ha sido capaz de parar nuestras vidas, lo miramos sorprendidos y empezamos a preguntarnos qué hemos hecho mal. Descubrimos lo vulnerables que somos y no nos queda otra que repensarnos, actuar en consecuencia y cambiar.
El Neoliberalismo nos ha llevado a esta situación, pero nosotros también nos hemos acomodado a las necesidades que se nos han creado, al consumismo agresivo, al individualismo y a la insensatez de la vida frenética, con necesidades absurdas y desequilibradas con la naturaleza. Pero sea como sea, esta situación nos prepara y cada uno la asumimos a nuestra manera. Lloramos las pérdidas, sanamos las heridas y nos reinventamos para salir adelante.
Vamos a tener que aprender nuevas formas de convivir con este tipo de virus que, según nos dicen los expertos, ya no se irán. Las estrategias serán varias, cada vez sabremos más y nos prepararemos mejor, pero también tendremos que ser más respetuosos con el medio ambiente, cuidar el planeta, buscar nuevas fórmulas, derrotar el neoliberalismo y transformar la sociedad para que pueda vivir en comunión con el planeta antes que el planeta se desprenda del ser humano.
La responsabilidad, el sentido común y la colaboración serán algunas de las armas. La sensibilidad y la convicción de que debemos cambiar el sistema será una buen actitud frente la tarea que tenemos por delante. A estas alturas ya no podemos negar lo evidente. Los dignatarios van a tener que aceptar y actuar delante la gravedad de los hechos. Las pandemias son fenómenos que tristemente se repiten en todo el mundo. Pero en el entorno político y en las esferas de poder se sigue minimizando. También encontramos personas que desafían las medidas de protección impuestas. Desde el punto de vista psicológico es motivo de reflexión.
Nuestra incapacidad de asumir responsabilidades
Detrás de este fenómeno encontramos varios mecanismos. En primer lugar lo que en Psicología llamamos error en la atribución, de la teoría de la mente. Se trata de un proceso por el cual se atribuyen pensamientos e intenciones externas a otras personas ante determinadas situaciones.
En segundo lugar anteponemos el bienestar individual frente a la protección grupal. Negamos la pandemia porque priorizamos nuestras necesidades individuales, esto significa no estar dispuestos a cambiar nuestras costumbres. En el caso de los dignatarios, que no estén dispuestos a parar la economía, priorizándola por encima del ser humano.
En tercer lugar negamos la pandemia y damos como explicación el efecto de la irrealidad, al seguir poseyendo objetos, alimentos y servicios, infravaloramos el efecto del virus y pensamos que se está exagerando, buscamos excusas y minimizamos la información que nos llega. Ocurre de forma similar a pensar que no es necesario reciclar, porque exageran al predecir que los recursos del planeta se van a acabar.
Estos pensamientos de irrealidad junto con el de “eso no va a pasar” muestra la incapacidad de asumir responsabilidades. Estos días de confinamiento, días extraños y duros, pueden servirnos para reflexionar.
Actitudes que nos ayudan ante esta situación
Las noticias que se van produciendo junto con diversas opiniones y especulaciones en torno a la situación que vivimos, aumentan la ansiedad y el miedo. Por ello nos va a ayudar nuestra actitud frente a estos nuevos acontecimientos. Una actitud positiva, proactiva, empática y asertiva mitigará enormemente la ansiedad, el miedo y el estrés.
- Mantener la perspectiva, ser objetivos, informarnos bien, mantener una buena calidad de vida dentro de nuestros hogares, practicar hábitos saludables y entablar conversaciones constructivas con nuestros seres queridos nos ayudarán a nosotros y a los que nos rodean.
- Mantener contactos por internet o teléfono, es un buen medio para fomentar la sensación de normalidad, poder compartir sentimientos y aliviar el estrés.
- Aprovechar para realizar aquellas actividades y aficiones de las que no podemos disfrutar cuando llevamos una vida programada de trabajo y obligaciones, nos creará una sensación de disfrute.
Analicemos cómo vamos a querer que sean nuestras vidas, nuestra sociedad y nuestro planeta a partir de ahora. ¿Qué podemos hacer individualmente? Busquemos un sentido a la vida y pongámoslo en marcha.
Todos estos pensamientos y actitudes nos van a ayudar a sobrellevar este tiempo de confinamiento.