Búsqueda
Quisiera hablar de aquellas personas que se buscan, durante un periodo de tiempo más o menos largo, a sí mismas. Personas que pasan por diferentes fases y momentos, pero que si algo tienen claro es que dentro de sí mismas hay algo más. O al menos, que la percepción que tienen de sí en este momento, no es la auténtica. Descubrir esto puede suponer un aliciente para iniciar la poda de lo que sobra, es decir, para ir despejando el camino e ir contactando con la propia verdad.
A nivel individual, esta búsqueda se puede reflejar en multitud de sensaciones, desde luchas internas, bajo estado de ánimo y ansiedad, hasta incomodidad en las relaciones interpersonales, sensación de no encajar, indecisión y un largo etcétera de molestas señales.
Hay ocasiones en las que una ni siquiera sabe que está buscando, sólo percibe las dificultades intra e interpersonales. En esta línea me pregunto lo siguiente, ¿qué diferencia existe entre aquellas personas que son conscientes de su búsqueda y aquellas otras que sólo saben que algo falla, pero que por lo demás el resto de su vida está bien? Pues que las primeras llevan a cabo más acciones en pós de su descubrimiento, mientras que las personas del segundo grupo, en algunas ocasiones, se quedan dónde están, con el plus de sufrimiento e incomprensión que puede ir asociado. En otras ocasiones, sin embargo, sin ser conscientes de aquello que persiguen, realizan acciones que les pueden llevar a encontrar.
Sea como fuere, en un buen proceso psicoterapéutico, en ambos casos se ha de profundizar hasta llegar al lugar buscado. ¿De qué estamos hablando? Pues de un lugar en el que la persona se perciba a sí misma con seguridad, tranquilidad y desde su propia verdad. A partir de aquí todo adquiere otro color, un color en consonancia con los latidos de su autenticidad.
Conseguir completar el sendero, no es ni fácil ni difícil, ya que va a depender de las características de cada persona, de su momento vital, del lugar del camino en que se halle, de su entorno...
A continuación expongo una posible ruta, o al menos, un posible inicio de la misma.
Durante el día, en muchísimas ocasiones, realizamos las actividades casi por inercia, de manera automática, de modo que pasamos por encima sin saborearlas ni contactar con ellas. Nuestra atención suele estar situada en los pensamientos y, a menudo, en juicios, recuerdos, preocupaciones, deseos... Entonces, lo que ocurre es que el malestar que experimentamos se incrementa, y se retroalimenta por la espiral de pensamientos, muchos de ellos negativos, incómodos o que nos generan cierta ansiedad. Con este panorama, una de las claves importante es ser consciente de todo el proceso, de llevar nuestra atención a lo que pensamos, sentimos, al cuerpo, a nuestras reacciones y a lo que hacemos. Una consciencia que únicamente observa, sin críticas, ni juicios, ni valoraciones. Esto puede ayudarnos a no pasar por alto lo que experimentamos y vivimos, lo cual nos llevará a conectar con nosotros mismos y a aceptar, en cada momento, la realidad interna y externa. Un bonito comienzo.
¿Qué es lo que buscamos? Bien, sea lo que sea, empecemos por observar y ser conscientes de lo que hay. Tengamos un punto de partida desde el que poder comenzar a andar. Sólo el hecho de conocer esto, nos proporciona mucha más claridad, además de que se reduce considerablemente el torrente de pensamientos que, en muchas ocasiones, nos confunde.
Un viaje apasionante que se puede realizar en solitario o con acompañamiento psicoterapéutico. En ambos casos, disfrutar del camino es una opción.