La leyenda del hilo rojo
Cuenta la leyenda que todos estamos atados por un precioso hilo rojo a nuestra otra mitad romántica. Aquel que sepa seguir, a través de los avatares de la vida, la misteriosa senda de ese invisible y etéreo hilo rojo del que todos somos portadores, llegará hasta la persona que está destinada a conocer y a amar para siempre.
Por lo que se sabe, esta legendaria fábula surge en Asia y encuentra sus dos versiones más importantes y reconocidas en China y en Japón. Mientras que para los chinos este hilo se ciñe a nuestro tobillo, se cree que para los japoneses el invisible rodea el dedo meñique de la mano. En cualquiera de los dos casos, al otro lado del hilo está esperando la verdadera alma gemela de cada uno de nosotros. No importa la distancia, el tiempo, las circunstancias o el escenario. Esa persona llegará.
Desde luego, de todos los posibles mitos, éste es sin lugar a dudas uno de los más románticos y embriagadores por su propio contenido. Pensar que en alguna parte de este frío e inmenso planeta existe esa persona específicamente diseñada o creada sólo para uno, con la que encajar a la perfección como almas gemelas, es una idea sumamente poderosa y cautivadora para cualquier ser humano. Amor predeterminado y destino. Un maravilloso cóctel difícilmente resistible para cualquier mente, racional o no.
En esta leyenda, de alguna misteriosa forma, el universo –llamémoslo así- conspira poderosamente para que este encuentro se lleve a cabo en el momento preciso. Pero, indagando un poco en el tema y sin querer quitarle el precioso misticismo que sólo las culturas orientales son capaces de darle a cualquier historia, resulta que efectivamente hay una conexión entre nuestro corazón y el dedo meñique y no es una “japonería”. Se llama arteria ulnar o cubital. Es decir, que la leyenda tiene una pequeña base científica. El asombroso cuerpo humano…
Toda esta teoría me lleva a recapacitar sobre la cantidad de parejas distintas que una persona puede llegar a tener a lo largo de su vida. Entonces, ¿cómo podemos saber quién es la persona que está al otro lado de ese hilo?, ¿elegimos a la persona correcta?, ¿somos conscientes de nuestras elecciones?, ¿cortamos nosotros mismos ese precioso hilo al quedarnos “con el primero que pase” sencillamente por desidia, desinterés en el otro (y en nosotros mismos), complejos personales o sentimientos de incapacidad amorosa, sólo por citar algunos de los posibles factores?
Y por otro lado, pensar que tenemos un alma gemela es una idea peligrosa en sí misma ya que la realidad funciona de una manera muy diferente a nuestros deseos. Además, habría que plantearse -delante del espejo y con toda honestidad- si nosotros mismos, con nuestros defectos y nuestras virtudes, podríamos ser el alma gemela de otro ser. En ambos casos, para aceptar todo ello necesitamos una fuerte dosis de humildad.
Como siempre y sin restarle romanticismo, el camino correcto no se encuentra en ningún extremo. En el balance que debe existir en nuestro interior, en nuestras ideas y en la coherencia con nuestros actos se encuentra la respuesta. Así, desde mi humilde punto de vista, creo firmemente en esa maravillosa y única sensación que el humano afortunado siente cuando dice tener “mariposas en el estómago”. Haya hilo rojo de por medio o no, ese estado emocional correspondido ya es un potente indicador de que tienes en frente, si no a tu alma gemela a alguien verdaderamente importante en tu vida romántica y sentimental. Pero por otro lado, debemos ser realistas y no tener expectativas desmesuradas con respecto a nuestra pareja, ya que nosotros mismo no seremos capaces de cubrir al cien por cien sus expectativas, ni es recomendable tampoco, ya que dejaríamos de ser quienes somos en realidad. La persona es un conjunto, un todo formado con un poquito de esto y un poquito de lo otro que, en su totalidad, la hacen adorable o detestable.
Así que, quizá exista el destino. Quizá no. Pero el amor verdadero tiene su propia lógica y lo que hace de un alma tu verdadera otra mitad es la fuerza que llega a uniros aún a pesar de las condiciones adversas más inimaginables. Eso es lo que define verdaderamente a dos seres destinados a estar juntos. No importa si hay o no hilo, las almas gemelas siempre serán leyenda.