¿Qué son las terapias de tercera generación y en que consiste su eficacia?
Las terapias de tercera generación han significado para el tratamiento de la ansiedad y los trastornos emocionales una propuesta alternativa a las terapias cognitivo-conductuales tradicionales. A este grupo pertenecen la terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), Mindfulness (MBSR), la Terapia Dialéctica Comportamental y la Activación Conductual. Estas terapias han promovido el convivir de forma calmada con aquellos pensamientos extraños e intrusivos sin tratar de cambiarlos, eliminarlos o modificarlos. Se trata de observarlos con atención plena y presente, sin reaccionar a ellos, sin emitir juicios, ni reacciones de aversión.
La gran pregunta es: ¿Es mejor aceptar o intentar controlar los pensamientos que aparecen en la mente de forma molesta e intrusiva?
Yo tengo una respuesta muy clara a esta pregunta, ya que las nuevas corrientes de terapia de conducta de tercera generación optan por trabajar la aceptación y la atención plena, ante la aparición de cualquier pensamiento inadecuado.
A todos nos gustaría tener control sobre nuestros pensamientos, dirigir a nuestro antojo la mente hacia esas cosas que nos interesan y olvidarnos completamente de aquello que nos resulta molesto y repetitivo. Sin embargo, esto es algo que no sucede de forma natural, sino que es una destreza, algo que se entrena y se trabaja cada día. De hecho, la dificultad para manejar nuestra mente a nuestro antojo es el motivo más común por el qué las personas necesitan tratamiento psicológico o practicar algún tipo de disciplina, como la Meditación o Mindfulness.
Existe evidencia empírica de qué las técnicas de aceptación y mindfulness muestran resultados muy prometedores a la hora de manejar los pensamientos y las emociones que se generan a partir de estos pensamientos. Así que encontramos gran eficacia en los tratamientos basados en Mindfulness para mejorar los síntomas de la ansiedad y la tristeza.
Mindfulness lo podemos definir con tres palabras: conciencia, momento presente y aceptación. Así mismo, en Occidente estas técnicas de mindfulness se utilizan de forma terapéutica, ya que tienen la capacidad de provocar un aumento significativo de la atención. Además, mejoran las habilidades para responder a los procesos mentales que propician el malestar emocional y aquellos comportamientos que no se adaptan a estados emocionales saludables. Todo esto se basa en los modelos de procesamiento de la información que se relacionan con la tristeza y los estados depresivos. Con esta disciplina se reducen las recaídas ya que ayudan a los clientes a implicarse de forma efectiva en los acontecimientos y situaciones que ocurren en el momento presente.
En las terapias de tercera generación, se cuestiona el esfuerzo por reaccionar con aversión y rechazo al malestar. Estamos habituados a escuchar siempre frases del tipo: reduce la ansiedad, el estrés, se feliz, disfruta de la vida. Sin embargo, el estrés, el miedo, la ansiedad y en general todas las emociones que sentimos, son útiles para adaptarnos al medio. Por lo tanto, es fundamental prestarles atención. Querer escapar de ellas no sólo es contraproducente, sino que además empeora nuestro estado de ánimo y nos genera malestar.
Es importante aceptar, o al menos entender que, tanto el placer como el dolor son experiencias humanas naturales, que experimentaremos siempre. El positivismo mal entendido, es muy perjudicial ya que, nos separa de sentir las señales que necesitamos para encauzar nuestro comportamiento, según lo que queramos conseguir, respetando nuestros valores. Por lo tanto, desde este punto de vista, tanto el estrés cómo el dolor es necesario para vivir de acuerdo con nuestros valores y ser conscientes de las cosas que nos perjudican.