¿Querer? ¿desear? o ¿proyectar?
Muchas veces tenemos la impresión de que cuanto más queremos algo, más se aleja de nosotros. Ya la metafísica nos enseñaba que desde el "quiero" tenemos un enfoque mental que crea confusión, pues cuando afirmo "yo quiero", estoy poniendo de manifiesto que no tengo y eso es lo que perpetuo en mi relación con la vida.
Si observamos nuestro interior en este estado podemos encontrar inquietud y frustración, una sensación de algo que se encoge en el plexo solar y en el corazón, desilusión, desanimo, tristeza, falta de apetito o, al contrario, un hambre que nunca se sacia, ganas de llenar el vacío con sustancias como el azúcar y un largo etc. dependiendo de la expresión de cada uno.
Neurocientíficos como Joe Dispenza, nos explican cómo funciona la química del cuerpo en estados de este tipo, cada uno de nuestros pensamientos es una orden que damos a nuestro cerebro para fabricar aquello que nos permita recrear exactamente lo que pedimos en nuestro cuerpo, imaginaros que le estamos pidiendo cuando nos sentimos llenos de frustración.
El deseo nace de un lugar más profundo en nosotros, está más conectado al cerebro corazón que al cerebro de la cabeza, aquí la influencia del subconsciente no es determinante, es un lugar con mayor conexión con nuestra sabiduría y nuestra verdad interna, un lugar donde podemos encontrar la serenidad lejos de la periferia donde hay mucho movimiento, caos e influencias que se escapan a nuestro consciente.
Otro gran científico de nuestro tiempo, Greg Braden, cuyo mayor objetivo es unir las antiguas enseñanzas espirítuales con la ciencia, nos habla de como las neuronas encontradas en el corazón, mandan impulsos nerviosos al computador del cerebro cargados de información coherente y libre de memorias, información que puede lograr cambiar el flujo de pensamiento inutil o negativo y convertirlo en pensamiento creativo de alto valor. Braden habla también en su libro "La Matriz Divina" de como se ha comprobado que el campo cuántico, el mar de todas las posibilidades, responde a las emociones humanas más persistentes. De ese campo, movido por la sincronicidad, tomamos consciente o inconscientemente lo que queremos materializar en la vida, atrayendo aquello que sintoniza con la emoción que vibra en nosotros, siendo esta el resultado energético de nuestro pensamiento.
Para conseguir que ese deseo se termine proyectando y materializando, necesitamos mantener nuestro enfoque mental unido a nuestro propósito el mayor tiempo posible. Da igual que el deseo sea material o espirítual, desde desear vivir en paz a desear tener una casa, por ejemplo, todo se mueve y se crea de la misma forma. Si en mi interacción con las personas y las circunstancias del día a día mi mente y mis palabras se hacen contrarias a mi propósito, si mi pensamiento se llena de dudas, peros y objecciones a poder conseguirlo, vuelvo de nuevo al "quiero", rompo la conexión con el cerebro corazón, comienza la frustación, el desaliento y la química del cuerpo vuelve a entrar en acción creando más de lo mismo de siempre.
La capacidad de proyectar viene desde el entusiasmo por tener ya lo que deseamos, la alegría de estarlo viviendo, la fuerza de poder experimentarlo. El corazón lo mueve, la mente lo acepta, la energía de la emoción lo hace fluir por todo el ser y más allá de él, hacia el campo cuántico, donde la verdad que salió de ti conecta con las sincronicidades y el paquete cuántico que se necesita se descarga en la Tierra y materializa el deseo.
A la hora de materializar, ten en cuenta también el cuidado de la materia que eres en este momento. Tu cuerpo atiende sus necesidades, recórrelo con tu primorosa atención en meditación, llevando tu energía de conciencia a cada parte, a cada célula. Toma alimentos que te conecten con la tierra y con la vida a través de los elementos, disfruta las cosas que haces sin prisa, poniéndo en cada trabajo lo mejor de ti mismo. Cuida del buen funcionamiento de tu primer chakra, tu conexión con la madre Tierra.
Valórate sin culpas, ni críticas ni orgullo. Abraza tus miedos. Asegurate de que tus deseos son realmente lo que tu quieres, no algo que te exigen los demás socialmente ni algo que luego se convierta en una carga para tí. Confía en la inteligencia Superior de la Vida, pide que siempre llegue lo que sea mejor para la Vida en todas partes.