¿Soy adicta o adicto al amor? El tratamiento en consulta de pareja y bioneuroemoción
Este es un término nuevo acuñado recientemente, la adicción al amor, realmente se puede ser adicto al amor, al sentimiento universalmente más positivo, el amor.
No, no creo que el amor como sentimiento pueda generar ninguna adicción, si actitudes, pensamientos y sentimientos positivos a todos los niveles.
Entonces ¿a qué hace referencia el término "soy una adicta al amor o soy un adicto al amor"?
Para ello tendríamos que entender el fenómeno amor como una actitud y pensamiento social que nos genera un placer y, al cual, somos adictos. Entendemos perfectamente la adicción a sustancias o drogas, y también a actitudes y pensamientos como la ludopatía. La adicción al amor estaría dentro de estos parámetros de conductas sociales. Yo le denominaría adictos al estado de enamoramiento, a un enamoramiento permanente, a la idealización del romance, a vivir una Luna de miel perpetua.
Sabemos por experiencia directa que toda pareja, al conocerse e intimar, generan vínculos afectivos y amorosos. Estos se les llaman romance o enamoramiento. Esto marca el inicio de toda relación y este estado de enamoramiento suele durar desde meses hasta años, quizás como máximo dos o tres años. Después de este tiempo, se entra en otra fase más profunda de la relación, una fase donde la empatía y los lazos de intimidad hacen que no haya secretos del uno para el otro y los apoyos son mutuos.
Si el primer estado era el estado placentero de las caricias, afecto y sexualidad, el segundo estado es el de la intimidad, poder contar como te sientes a tu ser amado, con la seguridad que él o ella te entenderá, comprenderá y te dará todo su apoyo. La tercera etapa es la de los proyectos comunes, proyectos como el de crear una familia, un hogar, etc.
Todas las parejas pasan por estos tres estados. La primera etapa afectiva, o romance tiene su cenit en la Luna de miel. Le sigue la intimidad o convivencia, compartir estos estados íntimos. Y le sigue el proyecto de futuro o creación del hogar familiar con la llegada de los hijos y los compromisos familiares adquiridos al ser padres.
Bien, el adicto al amor, no pasaría del primer estado, él o ella, se queda en este primer estado, enamoramiento, intercambios afectivos de sexualidad y Luna de miel y vuelta al principio. Es incapaz de llegar a un segundo estado, de bajarse de la nueve del enamoramiento para tocar con los pies en la tierra y aceptar y ver la persona que hay delante de él o ella, con sus problemas, limitaciones o necesidades, y prestarle apoyo, ayuda, comprensión. Ya no digamos el tercer paso, tiene terror a tomar compromisos, de generar proyectos conjuntos, terror a crear una familia a ser madre o padre. Todo ello les crea un sufrimiento y un enfrentamiento que hace romper la relación y buscar de nuevo esas sensaciones placenteras del enamoramiento en otra persona. Una búsqueda constante de intercambios afectivos de sexualidad y Luna de miel.
Podríamos pensar, como comúnmente se hace, son unos inmaduros, unos aprovechados o unas busconas, pero como terapeutas, en Consulta de Pareja, vemos que no es así. Detrás de todo ello hay una adicción y un sufrimiento. Tanto para ellos o ellas como para sus familiares y parejas, destrozadas, que no entienden nada de lo que está sucediendo.
Estas situaciones pueden derivar a una búsqueda constante, con sentimientos de frustración y cierta marginación social, ya que conforme van aumentando en años, todos sus coetáneos y amigos terminan con familia hijos y parejas estables de varios años. Los adictos al amor terminan solos ya que sus amigos todos son madres, padres y ellos siguen en el estado jovial del enamoramiento, de encontrar novios y novias, que ya no casan con los ambientes de hijos y familia de sus amigos de siempre. También están los casos, que se les suma la de dependencia emocional a la pareja, que añade un trastorno más. No pueden llegar a intimidar, vivir en pareja, ni crear una familia, pero encima uno de ellos o los dos tienen una gran dependencia, que lo suelen denominar atracción el uno del otro.
Si a ello le sumamos el factor edad, nos encontramos con adictos o adictas al amor entre 35 y 50 años, teniendo relaciones amorosas, de la idealización de la Luna de miel, con personas que son padres o madres, con compromisos compartidos con sus antiguas parejas.
Todo ello desestabiliza el sistema ya tocado por las rupturas anteriores, creando sufrimiento e incomprensión. El adicto al amor no va ha aceptar los hijos y compromisos de la nueva pareja, va ha rechazarlos y entrará en competición y rivalizará con los hijos y el proyecto familiar, ya que el adicto le tiene pánico a intimidar realmente sobre sus sentimientos y se mostrará muy tosco y seco frente a los sentimientos y compromisos de su nuevo amor, y terror a todo lo que huela a plan de futuro familiar y a ser padre o madre. Si a ello le sumamos la dependencia emocional de uno de ellos, el coctel es explosivo.
El adicto al amor, definamos su sintomatología, es un trastorno de falta de autoestima y valoración; necesita del apoyo de otra persona para construirse y sentirse válida como persona y construir su identidad; le tiene miedo al abandono y ejerce un control absoluto sobre la persona que ama. Esto le hace confundir el poseer con el amar, y su actitud suele ser posesiva y celosa. Su conducta es obsesiva y compulsiva, lo que le hace desconfiar y buscar rápidamente una pareja sustitutoria en caso de perder la que tiene. Tiene miedo a perder el control sobre su conducta y del malestar tanto físico como mental, si no tiene una relación sentimental con otra persona. Esto lo hace ser una persona extremadamente dependiente. Necesita controlar en todo momento a su pareja, cuando va al trabajo, el móvil, celular, no tolera la individualidad y el espacio del otro, cuando va con amigos, amigas etc. Le genera un sufrimiento, estas separaciones temporales de la persona que se ha unido como pareja, necesita estar con su pareja para dejar de experimentar este sufrimiento, esa sensación de vacio mental, físico y emocional.
Pero no todas las personas inseguras o con baja autoestima son candidatas a la adicción al amor. Está la soledad, el no poder resistir estar solo, hasta el punto de rehuir la soledad siempre que se pueda, no ser capaz de vivir sin pareja. En la primera apariencia, generalmente son personas que se muestran como muy independientes, capaces, autónomos, liberales y suelen tener un gran atractivo, suelen ser grandes seductores. En realidad, es un caparazón para protegerse, como ya hemos visto. Les es muy difícil llegar a intimidar con sus parejas, nunca llegan a generar compromisos. A la mínima desavenencia que rompa el idilio del enamoramiento, la relación se rompe. Algunas relaciones solo duran meses, semanas o días.
Avanzando en los años, la situación se complica. El adicto sigue estando soltero y sin hijos, ni compromiso y suelen salir con chicos o chicas mucho más jóvenes que ellos, que no les generen compromiso. Pero llega una edad que, por lo habitual, la mayoría de sus relaciones amorosas y de noviazgo ya son con hombres o mujeres separados, viudos, que son padres y la complicación se extiende a sus hijos, familiares, trabajo y empresa de las nuevas parejas enamoradas. Bien, ese interés por el amor romántico, la sexualidad y las relaciones afectivas vividas de esa forma exclusiva e intensa, no parece de entrada negativa, como dicen algunas parejas de mi consulta.
Nosotros también deseamos un amor romántico placentero y duradero. Por desear eso ¿también somos adictos al amor? Está claro que no. Si este deseo y esfuerzo por mantener vuestras relaciones amorosas, afectivas y sexuales, no os han impedido, intimar con vuestra pareja, tocar de pies en el suelo, poder sincerarse y hablar de vuestros sentimientos e inquietudes, sabiendo que os aceptáis, comprendéis y apoyáis, y tenéis proyectos de compromiso en el futuro inmediato, como el hogar, los hijos y la familia propia, y no tenéis la necesidad de controlar constantemente a vuestra pareja, y podéis vivir en plena confianza y seguridad, sin que las separaciones o estar sin ella os provoque crisis de ansiedad, miedo, o pensamientos obsesivos sobre pérdidas o abandono de la pareja, no sois adictos al amor. Es más, estáis en un camino muy saludable, que yo recomiendo en muchas parejas. Que pasado los años, las responsabilidades y las cargas y obligaciones de los hijos y conflictos familiares, económicos o laborales, han afectado la relación afectiva, amorosa y de sexualidad, teniendo que poner en marcha de nuevo todos esos mecanismos abandonados de la primera fase del amor romántico. Repetir una segunda Luna de miel, celebrar las Bodas de plata, o el aniversario de vuestras boda, como un segundo romance.
El problema: la adicción surge, como ya he dicho anteriormente, cuando el adicto al amor, sufre y piensa obsesivamente en la pérdida de su ser amado, que vivirá en soledad y que nadie nunca más va a volver a amarlo, que los demás son más prioritarios que él o en recibir todo este amor y él quedará relegado al olvido y al abandono. No puede sincerarse con su pareja, por miedo a perderla si expone todo su sentimiento de miedo y baja autoestima, y tampoco puede aceptar a su pareja con sus limitaciones u obligaciones, porque todo ello la separa y la individualiza de él, y, por supuesto, no puede contraer planes de compromiso de futuro con su pareja, porque piensa que entonces él quedará relegado a un segundo o tercer nivel afectivo y de prioridades.
Y digo, no puede, porque hay unos programas que se activan automáticamente tanto inconscientemente como conscientemente, que le hacen romper esa relación creando toda una sintomatología, celos, enfrentamientos, discusiones violentas, infidelidades, engaños, ansiedad, pánico, miedos, pensamiento obsesivo, dolor emocional, etc. Donde y como encontramos las causas, que hacen disparar como resortes, estos programas de defensa que hacen romper la relación, caer en ese vacío existencial de abandono y falta de autoestima y empezar de nuevo con otra relación, repitiendo una y otra vez lo mismo.
En Consulta de Pareja y BioNeuroEmoción, encontraremos en su árbol genealógico o transgeneracional, las líneas hereditarias; por línea materna, mujeres solteras, o que el marido las ha abandonado, abusos, etc. O el síntoma del padre ausente, por fallecimiento o ausencia y la madre que ha ejercido en solitario la crianza de los hijos. Y por línea paterna, hombres que han abandonado la familia, hombres solteros, alcoholismo, o maltratadores etc.
Estos programas de falta de toma de compromiso familiar o de abandono de sus funciones, así como la obligación de tener que criar en solitario a los hijos o el cuidado de la familia, y los malos tratos y adicciones, hacen que hijos, nietos o biznietos repitan esos programas, con esa síntoma de no llegar a tomar compromisos y de cerrarse a mostrar sus sentimientos, siendo personas muy cerradas en cuando a sus sentimientos y muy poco comprometedoras en planes de futuro.
En otros casos, observaríamos como en el Proyecto Sentido, etapa desde la concepción a los tres años, fue muy complicada, hay rechazo del recién nacido por parte del padre, o complicaciones por parte de la madre en la lactancia. Hay en el recién nacido un fuerte sentimiento de abandono, de no ser lo deseado por sus papás, de ser un estorbo, una complicación que se mostró en una etapa familiarmente dolorosa, penuria económica, enfrentamientos y riñas entre los padres, rivalidad entre hermanos, enfermedades, una época de mucho dolor y frustración emocional.
Estas experiencias negativas vividas en las edades tempranas, hacen que para conseguir el reconocimiento y las relaciones placenteras, se tenga que luchar y competir. También se activa el programa que los hijos son un problema, que el embarazo es una triste noticia, y separar la familia y los hijos de todo lo que supone placentero y asociarlo, a riñas, rivalidades, desvalorización, abandono y todo un seguido de conceptos y experiencias negativas. Por ello, el individuo intentará por todas no quedarse embarazado, o embarazar a nadie y librarse de tener hijos y familia que, para él, es una gran carga y le impide tener relaciones placenteras, reconocimiento y autovaloración.
En Psicoterapia, miraríamos todo su Timeline Emocional de Vida, y detectaríamos que en su infancia no fue deseado, ni fue el hijo o hija predilecta, que tuvo que luchar por tener su espacio y conseguir la atención de papá y mamá, que es posible que papá lo abandonase, y que mamá se viera con su carga, o que perdiese directamente a uno o a los dos progenitores, un abandono, rechazo y falta de atención y reconocimiento que arrastra hasta hoy en día. Evidentemente, su adolescencia y juventud han sido un rosario de relaciones, conquistas y fracasos, uno detrás de otro y ahora se ve ya mayor sobre los cuarenta y se da cuenta del consejo, ya sabido:
Si haces lo mismo, obtienes siempre el mismo resultado.
Pero su drama es que no sabe qué hacer. Por más que se enfuerza, cae una y otra vez en este tipo de relaciones superficiales e idealizadas del amor romántico; es un adicto, adicta al amor.
Bien, vemos que las bases están en esos programas heredados del Transgeneracional, en esas creencias del Proyecto sentido, y esas experiencias vividas desde la infancia a la actualidad. En consulta damos solución a toda esta sintomatología con las ya sabidas técnicas de la BioNeuroEmoción y las Psicoterapias de avanzada.
Espero haber aclarado esta adicción o trastorno emocional y relacional denominado recientemente como el adicto o adicta al Amor. Si os ha interesado el tema, podéis leer más artículos míos sobre la Consulta de pareja, Psicoterapia y BioNeuroEmoción.